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La neuroética como ética de una nueva evolución

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Vincent
AutorMª Carmen Ballester Zapata - Juan Antonio Marín Martínez
CargoUniversidad Católica de Murcia. Monasterio Los Jerónimos.
Páginas461-462

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El espacio entre la ciencia-ficción y lo que realmente es posible se ha reducido de forma espectacular, la posibilidad de mejorar en las capacidades humanas está cada vez más cerca, gracias al avance de las Neurociencias y a la tecnología que desarrollan; así pues, en unos años cualquiera de nosotros, a través de la Neuroquímica, o a través de sensores instalados en el cerebro, podrá disfrutar y operar con capacidades hasta ahora sobrehumanas. ¿Qué dice al respecto la Neuroética? Esta es la ciencia que según la clásica definición aportada por Safire se ocupa del examen de lo que es correcto o incorrecto, bueno o malo, acerca del tratamiento, perfeccionamiento, invasiones o manipulaciones del cerebro humano1.

Al revisar las investigaciones y aplicaciones tecnológicas de Kevin Warwick, ingeniero y profesor de Cibernética en la Universidad Reading (Reino Unido), encontramos dichas conexiones neurológicas entre el hombre y las máquinas. De hecho, él mismo describe su actividad en su libro I, Cyborg como «la extraordinaria historia de mi aventura como el primer ser humano que entra en un mundo cibernético»2.

Frente a estos progresos, se muestra como actitud prudente aquella que parte de la reconocida ambigüedad de la Neuroética3, manifestada a lo largo de su desarrollo. A esta ambigüedad se añade que en el momento actual, antes de saber qué somos (o sea, incluso antes de que las Neurociencias tengan conocimiento de hasta qué punto las características de nuestro «ser personal» responden a cuestiones fisiológicas), ya podemos mejorarnos hasta límites inimaginables hace unas décadas. La Neuroética tiene «deberes» nuevos, en el sentido de que modificar el cerebro supone modificar lo más íntimo, nuestro sentido del yo, nuestra consciencia, la experiencia de nosotros mismos.

Ante las tecnologías expuestas, ¿dónde quedan marcados los límites de la intimidad? Por otro lado, ¿superarán estos

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implantes neurológicos el componente emocional de nuestras decisiones, y nos harán más autónomos o, por el contrario, aumentarán nuestros condicionamientos? ¿Se apunta a una...

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