Nuevos territorios y resignificación conceptual y tecnológica de ciertos espacios

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Virtualidad e interacción, creación de otros lugares más dinámicos y comunicados universalmente.

El espacio como un proyecto de invención de valores y configuraciones de naturaleza simbólica, política y cultural.

La digitalización, un proceso innovador de ideas y experiencias, el anuncio instrumental del surgimiento de otra sociedad y subjetividad

En los años ochenta parte de la crítica más radical producida en Occidente fue el resultado de un deseo interesado de conservar el sujeto occidental u Occidente como sujeto.

GAYATRI CHAKRAVORTY SPIVAK,

¿Pueden hablar los subalternos?

Dijo otra verdad:

busca el tú que nunca es tuyo ni puede serlo jamás.

*

Mas busca en tu espejo al otro, al otro que va contigo.

*

Pensar el mundo es como hacerlo nuevo de la sombra o la nada, desustanciado y frío. Bueno es pensar, decolorir el huevo universal, sorberlo hasta el vacío.

ANTONIO MACHADO, Apuntes, parábolas, provervios y cantares

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En el campo del conocimiento, nuestra contemporaneidad está marcada por tres fenómenos novedosos e inquietantes que nos parece sustantivo plantear y revisar brevemente ya que no sólo nos involucran a los universitarios sino que influyen en la totalidad del pensamiento, en las formas de su producción, de su reproducción y, sobre todo, de su aplicación a los más diversos aspectos de la vida social.

Uno de estos fenómenos es la constatación, a menudo perturbadora ya que pone en entredicho mucho de lo que sabemos y buena parte de nuestros modos de actuar, respecto a la erosión, el desvanecimiento gradual y progresivo de los grandes modelos teóricos que heredamos del siglo XIX -y en función de los cuales está conformada nuestra conciencia-, así como la provocadora y prometedora emergencia de nuevas concepciones sobre el quehacer científico.

Otro de esos fenómenos, derivado del que acabamos de describir, es la inquietante sustitución de nuestras viejas certezas por la sensación de incertidumbre, de indefensión, que es propia de nuestra época, y a la que todavía no acabamos de aceptar ni de dimensionar adecuadamente. Una incertidumbre que no sólo se sitúa en nuestras individualidades sino también en la totalidad de las formas de la reflexión.

El otro fenómeno, el tercero que queremos poner sobre la mesa pero que seguramente no es el que le pone fin a la larga y desafiante lista de retos y nuevas exigencias que nos propone la modernidad, es que se ha desmoronado ante nuestros ojos la antigua manera de comprender el modo en que, suponíamos, se encadenaba el siempre complejo proceso de la producción de conocimientos y de la aplicación de los mismos al desarrollo de la vida social bajo la forma de nuevas tecnologías. Durante mucho tiempo creíamos que los resultados del pensamiento científico -un pensamiento que no tiene, necesariamente, ninguna vocación práctica sino que recrea la idea aristotélica de que el quehacer científico responde sólo a la «voluntad de saber» propia de nuestra especie- se aplicaban más temprano o más tarde a la producción de tecnología. En otros términos, que las ciencias proveían, desinteresadamente, de conceptos, categorías, sistemas teóricos y metodologías a quienes estaban dotados de una mirada práctica y tenían la creativa posibilidad de reunir tales productos del pensamiento «abstracto» y transformarlo en equipamientos tecnológicos social-mente útiles. Hoy en día advertimos que, por el contrario, son las tecnologías las que les exigen a las ciencias nuevos desarrollos y nuevas aportaciones prácticas; una importantísima modificación de la tradición que aún no hemos asimilado adecuadamente. [...]

La interdisciplinariedad es un modo de abordar estudios sobre los más diversos temas y problemas científicos que, a su vez, es el resultado de las actitudes de cuestionamiento de los más diversos profesionales a las ideas tradicionales sobre la especificidad de los objetos de estudio. [...]

Vivimos épocas de cambios y en ellas se inscribe, como una aportación más de los universitarios al desarrollo científico y tecnológico, la promoción de planes de estudio de licenciatura y de posgrado interdisciplinarios. En este marco -que no sólo responde a las necesidades contemporáneas en el campo de la producción de conocimientos sino también a las más socorridas tendencias internacionales-, y tomando en consideración las particularidades de nuestras universidades públicas, es deseable que dichos centros de estudios apliquen sus esfuerzos a dar respuestas novedosas a las más variadas exigencias de la región sociocultural y económica en la que se inscriben. Dentro de los esfuerzos por la creación y la consolidación de planes de estudio multidisciplinarios sería imprescindible dotarlos, también, de una sólida vocación regional.

Los límites disciplinarios -trazados de una manera un tanto arbitraria por Comte hace menos de dos siglos pero legitimados por toda una fecunda tradición positivista- están siendo erosionados y prácticamente diluidos por las exigencias de una contemporaneidad que exige que todo problema científico sea tratado desde diversos puntos de vista.

[Rocío Rosales Ortega, Servando Gutiérrez Ramírez, José L. Torres Franco (Coords.), La interdisciplina en las Ciencias Sociales, Anthropos Editorial, Barcelona, 2006, pp. 147, 151, 153-154.]

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La Modernidad ha alcanzado los más variados sectores de la existencia, renovando su configuración y en todas partes, suprimiendo la continuidad [...] y afectando a nuestra identidad. Pero ahora también se producen cambios de escala, cualitativos, que afectan a la Modernidad, consecuencia de su propia dinámica: globalización, digitalización, colectivización productiva, subjetivismo, crisis ecológica, y fortalecimiento del estado artificial. [...]

Además, el trabajo se hace cada vez más colectivo; un modelo de coche [...] no puede ser obra de una sola persona; este rasgo sintético de nuestra productividad es compatible con el fortalecimiento del sujeto que exige, cada vez más, una existencia a medida, rechazando el estándar. Si la tradición se había centrado en lo sagrado y la modernidad había dado importancia a la productividad, ahora nos orientamos muy especialmente al consumo, siendo los centros comer-ciales como nuevos templos; además, el ocio [...] tiene un gran valor económico. [...]

El Arte forma parte del negocio global, en el que todo tiene precio, no sólo las obras, sino sus variadas reproducciones: libros, láminas, camisetas, bolsas, tazas o dvd. Pero luego el Arte sigue siendo una forma de expresión, una experiencia compartida, en la que nos podemos identificar aunque vivamos en una realidad fragmentada, de tanta variedad expre-siva que puede limitar nuestra capacidad de relación: el Arte puede convertirse en un puente entre cada uno de nosotros y la Red. [...]

En el relativismo se mezclaban tres elementos diferentes que se ofrecían, sin embargo, como realidades íntimamente vinculadas: uno, la seguridad del saber científico y de todo lo tangible; en segundo lugar [...] la incertidumbre en relación con la fiabilidad del conocimiento [...] y, tercero, la muerte de Dios, anunciada mucho antes por Nietzsche. En torno a 1989, los regímenes soviéticos se habían venido abajo, se había abandonado el marxismo, se había difundido por todo el mundo occidental una fuerte corriente de entusiasmo a la que no fue ajena la religión y, en concreto, el catolicismo -como convicción que podía sustituir de inmediato al marxismo- y, sin embargo, menos de diez años después, nadie podía hacerse ilusiones. Las bases antropológicas del retorno a lo religioso que se percibía en verdad, no sólo no eran cristianas -no digamos católicas-, sino que eran profundamente anticristianas en algunas de sus manifestaciones más relevantes. De hecho, sobre todo en los medios dirigentes de la sociedad occidental -dirigentes de lo económico, de lo político y de la opinión-, crecía la irritación que provocaba el cristianismo cuando se planteaba como algo más que un aliado para la defensa de unos valores y de una moral [...] En el mejor de los casos, se aceptaba en la medida en que servía, pragmáticamente, para coadyuvar a la convivencia, no en el momento en que aseguraba que el Hijo de Dios se hizo carne y que, en consecuencia de eso y no por otra razón, se han propuesto unos comportamientos morales.

Con un hecho añadido: lo uno y lo otro -el relativismo y la muerte de Dios- ya no eran ideas de filósofos, ni siquiera de éstos y demás gente culta, sino que hacía mucho habían comenzado a convertirse en cultura, que informaba los más diversos aspectos de la vida del ser humano.

[VV.AA., Historia del mundo contemporáneo. De la revolución a la globalización, Tirant Lo Blanch, Valencia, 2008, pp. 706, 711-712, 897-898.]

*

El mundo es doble para el hombre, pues la actitud del hombre es doble. Es doble en virtud de la dualidad de las palabras fundamentales, de las palabras-principio que es capaz de pronunciar. Las palabras-principio no son palabras aisladas, son parejas de palabras. Una de estas palabras-principio es la pareja Yo-Tú [...] La palabra-principio Yo-Tú no puede ser pronunciada más que por el ser entero [...] Esta concentración, esta fusión en un ser integral no puede ser hecha nunca por mí, no puede ser hecha nunca sin mí. Yo me realizo en el contacto con el Tú: es convirtiéndome en Yo como digo Tú. Toda vida verdadera es encuentro [...] El espíritu, en su manifestación humana, es la respuesta del hombre a su Tú. El hombre habla diversas lenguas -lenguaje verbal, lenguaje del arte, lenguaje de la acción- pero el espíritu es uno, es la respuesta al Tú que surge del fondo del misterio, que llama desde dentro del misterio.

[Constantin von Barloewen, Gala Naoumova, El libro de los saberes....

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