Tercer Acto

AutorMercedes Fuertes
Cargo del AutorCatedrática de Universidad y ha publicado numerosas monografías que le han granjeado especial respeto en el ámbito jurídico
Páginas121-186
TERCER ACTO
I. CARENCIAS QUE GENERAN DEPENDENCIAS
SEVERAS
1. El origen: Aracne tejió un bosque de epítas
La génesis de Internet es conocida. También los sucesivos avances
y circunstancias que han ido encendiendo mechas de innovaciones y
han explosionado en numerosos cambios sociales 1. Me interesa ahora,
no obstante, recordar de manera resumida algunos de esos hitos con el
n de que estén presentes en la mente del lector a lo largo del camino
que guía mi estudio. Esto es, cómo incide este mundo nuevo en las
transformaciones del Estado, en el ejercicio del poder público.
Sabemos que a mediados del siglo pasado coincidieron en el tiem-
po investigaciones paralelas, innovaciones técnicas y desarrollos tec-
nológicos con un propósito similar: facilitar la comunicación entre
1 Muchas páginas en la web cuentan esa historia. Entre otras, recuerdo http://
www.internetsociety.org/es/breve-historia-de-internet. Conviene también leer conside-
raciones doctrinales que al hilo de ese relato se han publicado. Son muchas y, sabiendo
que dejo en el teclado algunos nombres, permítaseme recordar ahora únicamente solo
tres trabajos entre los que he leído: el estudio de R. R, «Wizards, bureau-
crats, warriots and hackers: writing the history of Internet», The American Historial
Review, vol. 103, núm. 5, 1998, pp. 1530 y ss.; la aguda sistemática que tempranamen-
te nos ofreció S. M M, La regulación de la Red. Poder y Derecho en
Internet, Taurus, 2000; y entre las obras más recientes, el libro de M. B A,
Fundamentos del Derecho de Internet, 2.ª ed., CEPC, 2020.
122 Mercedes Fuertes
los aparatosos ordenadores que comenzaban a utilizarse. Recordemos
que ocupaban casi una habitación. En aquellos años resultaba enor-
memente costoso, además de ineciente mantener las pautas tradicio-
nales para esas conexiones. De ahí que los investigadores estuvieran
analizando otras posibilidades entre las que fue abriéndose camino la
división y distribución de elementos que no tuvieran que encauzarse
a través de un canal único reservado como ocurría con las conver-
saciones telefónicas. Tal partición agilizaba la comunicación, por un
lado, porque no se retenía; por otro, porque no colapsaba un canal al
permitir un uso compartido.
Propuestas contenidas en tesis doctorales y sucesivos ensayos fue-
ron precisando cómo realizar ese intercambio de pequeños «paque-
tes» de información de tal modo que los enlaces y conexiones tejieron
un sistema en red. Entre las primeras que aplicaron con éxito tales
propuestas recuerdo la red nanciada por el Ministerio de Defensa
norteamericano, Arpanet, que consiguió conectar los ordenadores de
las Universidades de California, Standford y Utah; así como la red del
Laboratorio nacional de física de Reino Unido.
A partir de ahí, otras universidades y centros de investigación se
vincularon a esos sistemas, al mismo tiempo que se creaban redes
nuevas (como Cyclades en Francia) y, sobre todo, se fueron superan-
do problemas de conexión y mejorando las primeras conguraciones
creadas. Porque en esos inicios cada fabricante de ordenadores había
establecido su propio sistema, lo que, entre otras consecuencias, ha-
cíaincompatible la comunicación entre distintas marcas. Resultaba,
por consiguiente, indispensable la especicación de unas pautas ho-
mogéneas, de un lenguaje común.
Tras varias propuestas de estándares, en los años ochenta se adop-
tó el protocolo que sigue en la actualidad vigente y que se impuso,
incluso, a los elaborados por la organización internacional de están-
dares (ISO), de mayor complejidad. Sus iniciales las hemos visto en
cualquier libro sobre informática (TCP/IP). Ese conjunto secuenciado
de reglas ha sido una de las causas determinantes a las que hay que
agradecer el increíble impulso de innovaciones tecnológicas a través
de Internet. Los técnicos explican sus ventajas, entre otras: su pecu-
liar diseño, muestra de unas rmes convicciones sobre la inexistencia
de un control general y externo; su carácter técnico y abierto, que
permite acoger las innovaciones; la eciencia que dota a las transmi-
Tercer acto 123
siones... Estas y otras bondades han sido causas de la explosión de
Internet.
Porque hay otras, como sabemos, entre las que sobresale el pecu-
liar esquema de una red impulsada también por el Gobierno nortea-
mericano.
Una fundación pública había nanciado la construcción de gran-
des centros de supercomputación en diversas universidades y, lógica-
mente, los investigadores demandaban su uso. Por ello, se conguró
otra red para la conexión entre tales supercomputadores permitiendo,
además, el acceso abierto desde otras instituciones académicas. El
constante incremento de adhesiones, así como la creciente utilización
por los profesores hizo que se ampliaran los servicios y se extendie-
ran sus ventajas. Tal logro exigía más subvenciones para multiplicar
los aparatos y conexiones cada vez más demandadas, a pesar de estar
vincu lada de manera exclusiva esta red al ámbito de la investigación
y la educación.
Y, como es frecuente cuando el resultado es exitoso, la base es
una buena organización. Los técnicos y especialistas repiten la misma
armación: la rápida propagación de esa red se debió al modelo de
estructura adoptado, en concreto, a su diseño en sucesivos niveles.
El primer nivel del que se parte, esto es, sus raíces, lo constituyen los
protocolos origen y fundamento de Internet, así como el conjunto de
ordenadores conectados entre sí que prestan el servicio a nivel mun-
dial. Constituyen un número reducido, 13 2.
A ese corazón que es la esencia de Internet y permite su pálpito
constante, a esa raíz, es a la que se conectan otros ordenadores, se trata
del segundo nivel en esa estructura que, como tronco y ramas —por
seguir con el símil botánico— facilitan la extensión de Internet. Tie-
nen un ámbito regional, no mundial.
Las propuestas de conexión de universidades, institutos de inves-
tigación, centros especializados, bibliotecas, colegios, etc., eran nu-
merosas y demandaban en muy poco tiempo las exigencias de nuevas
infraestructuras. No solo en Estados Unidos. Universidades y centros
educativos de todo el mundo pretendían el acceso a esas fructíferas co-
nexiones. Ello exigió, entre otras necesidades, la concreción de nuevas
2 Vid. https://www.iana.org/domains/root/servers.

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