Las tendencias perversas del neocapitalismo

AutorJulio Alvear Téllez
Páginas237-262
LAS TENDENCIAS PERVERSAS DEL NEOCAPITALISMO
Julio
ALVEAR TÉLLEZ
Universidad del Desarrollo (Santiago de Chile)
«En noviembre del año 2008, la reina Isabel II visi-
ta la London School of Economics. Cuando se le expu-
so sobre la crisis financiera en la que acababa de quedar
sumido el mundo, la reina preguntó: «¿Cómo puede ser
que no lo previera nadie?».
El 17 de junio de 2009, la British Academy reunió
a los principales economistas del sector financiero, la
Academia y el gobierno. El 22 de julio la reina recibió
una respuesta. La crisis se debía a “un fallo de la ima-
ginación colectiva de mucha gente brillante”, que no
logró «comprender los riesgos del sistema en su tota-
lidad».
¿Un “fallo en la imaginación colectiva”? No estoy
seguro de que este concepto sea parte del discurso ra-
cional de los economistas».
Ha-Joon
CHANG
,
Profesor de Economía Política de Cambridge
1. EXORDIO
El «neocapitalismo» constituye una corriente al interior del capitalismo, que a la vera
de la globalización, la revolución tecnológica de las comunicaciones y la liberalización
internacional de los mercados, expande a partir de los años noventa una cultura econó-
mica que se desliga de toda referencia moral que trascienda la pura voluntad individual
de los agentes del mercado. Tras dicha cultura subyace la «ideología economicista» y un
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estilo de hacer negocios donde la justicia es un convidado de piedra. Suele desarrollarse
a la sombra de políticas regulatorias y económicas que desdeñan o postergan el carácter
social de la economía, a fin de beneficiar la acumulación de utilidades de grandes oligo-
polios o corporaciones.
Con el «neocapitalismo» las reglas de la economía han cambiado. Desde la déca-
da de los noventa, analistas de las ciencias sociales vienen advirtiendo y describiendo la
mutación. Los fines más dinámicos de la economía mundial no son los que se creemos.
Ya no se trata sólo de administrar recursos escasos de un modo eficiente. O de producir
bienes y servicios para satisfacer las necesidades. Lo que llamamos «economía» integra
objetivos menos conocidos, que complementan o se superponen a los anteriores. De ahí
que muchos de los términos en uso —mercado, eficiencia, recursos, deuda, etc.— se ex-
tiendan en la jerga económica a otros significados más funcionales a la evolución. Emerge
una nueva cultura económica, y con ella, un diverso modo de comprender el capitalismo.
Estos cambios inciden de diversa manera en el ejercicio de los derechos, en la in-
tervención regulatoria del Estado y en la identidad de las instituciones jurídicas que le
sirven de base. Es cada vez más frecuente que derechos e instituciones sean utilizados
por agentes económicos con un espíritu ajeno al que corresponde a su génesis y a su
naturaleza jurídica. La propiedad privada clásica, la propiedad intelectual, la libertad
de empresa, el principio del consentimiento contractual, el gobierno corporativo o el
mercado de valores mutan en sus manos.
No es intención de este artículo abordar en detalle cada uno de estos tópicos, propio
de una obra monográfica mucho más extensa, sino identificar y describir brevemente las
principales tendencias del neocapitalismo en curso y los desafíos que plantea a la socie-
dad y al derecho contemporáneo. Se ha evitado el aparato bibliográfico a pie de página,
salvo en lo estrictamente indispensable, a fin de no abultar la extensión del escrito.
El discernimiento de las tendencias referidas no supone un juicio negativo global
del capitalismo, en cuanto sistema económico fundado en instituciones jurídicas com-
patibles con la ley natural, como la propiedad privada, la libre iniciativa económica y el
mercado. Significa, empero, reconocer que estas instituciones, junto a tantas otras que
son su correlato, pueden ser utilizadas con un espíritu y una finalidad muy distinta a las
que de suyo les corresponde. Se impone, en consecuencia, la necesidad de distinguir los
planos: una cosa es el ejercicio legítimo de dichas instituciones y otra el abuso. Abusus
non est usus sed corruptela: el abuso no es uso, sino corruptela.
No obstante, y más allá de la óptica jurídica, hemos de dejar abierta la interrogante
acerca de si las tendencias nocivas del neocapitalismo tienen la aptitud de caracterizar el
capitalismo contemporáneo como un todo. De ser así, los «abusos» dejarían de ser tales
y se convertirían en sistémicos.
2. NEOCAPITALISMO: DELIMITACIÓN CONCEPTUAL
Históricamente el neocapitalismo nace como solución a los problemas generados
por el estancamiento de la economía mundial y la crisis del petróleo durante la década
de los setenta. Las políticas keynesianas fueron abandonadas ante el incremento del
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