Susín, Raúl, y San Martín, Daniel (coords.), De identidades: reconocimiento y diferencia en la modernidad líquida, Tirant lo Blanch/Universidad de La Rioja, Valencia, 2008, 398 pp.

AutorSergio Pérez González
CargoUniversidad de La Rioja
Páginas601-607

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Inmersos en lo que ha dado en llamarse lamodernidad líquida -oposmodernidad-, el libroDe identidades - en el que Raúl Susín Betrán y David San Martín Segura coordinan una decena de aportaciones procedentes de las jornadas desarrolladas en la Universidad de La Rioja en 2006- supone un modo de constatar la volubilidad de nuestros tiempos en torno a un concepto clave. Y es que las sustancias manejables en estaposmodernidad han alcanzado un grado tal deliquidez que el contenido de palabras comoidentidad es asumible por lógicas tan diversas como las que proponen los autores convocados en este libro. En cierto modo, la heterogeneidad ofrecida por estos filósofos, sociólogos y juristas encierra en sí misma la paradójica integridad de nuestra época, una época en la que la inversión política en el individuo -como entidad abstracta- ha sido de tal calibre que éste corre el riesgo de ser despojado de todo tipo de coyuntura, quedando desnudo y solo entre miles de millones de otros individuos, en una eterna búsqueda (des)esperanzada de identidades provisionales. La paradoja de nuestra época radica, por tanto, en la sostenibilidad que proponen las contradicciones constantes en las que se mueve el sujeto actual, una dialéctica que le mantiene vivo y al borde de un ataque de nervios.

De este modo el libroDe identidades está compuesto por una serie de aportaciones tan diferentes entre sí como clarividentes en su totalidad, ya que dan cuenta de una realidad que ya no se piensa como una homogeneidad tributaria de una sola razón, sino como una complejidad sin resolver y, según algunos, sin resolución posible.

No hay, por tanto, un criterio unánime sobre la sustancia que da solidez al concepto identidad. Quizás sólo pueda hablarse de laliquidez que recorre el término, de modo que el individuo no acaba de saberse nacional, ciudadano, migrante, proletario, víctima, etc.... Los autores aquí reunidos congelan muchos de esos momentos efímeros para calibrar su relevancia, para ponderar la relativa centralidad de cada elemento y, en definitiva, para buscarle cierta solidez sustancial al concepto, ya que éste sería el modo clásico -razonable- de extrapolar enseñanzas básicas para la acción social en alguno de los muchos ámbitos posibles.

Así el libro se estructura en tres grandes bloques: En el primero de ellos, bajo el epígrafe «significados sociopolíticos de la identidad», los coordinadores proponen un campo en el que desenmarañar conceptos convergentes, en el que dar cierto equilibrio a las dimensiones individual y colectiva del ser humano, en el que poder describir -con cierta vocación sintética- la complejidad desalentadora que acompaña al términoidentidad en lostiempos líquidos.

En el segundo bloque propuesto se plantea un ámbito para formas localizables de la identidad, para momentos tangibles de aquella liquidez en los que poder conformar cierta firmeza sobre la que pisar y activar los mecanismos políticos y sociales correspondientes.

Un tercer bloque presenta elementos mucho más palpables: materiales de trabajo, casos específicos para repensarlo todo, como el itinerario hacia la propia identidad a través de la asociación «gays y lesbianas de aquí» (GYLDA) y otras polémicas identitarias mostradas en el cine, el arte que Page 602 mejor ha retratado la sociedad actual en su marco de movimientos, en su fluidez de fotogramas.

Así, en la primera de las aportaciones, Ernesto Garzón Valdés aborda el asunto a través de la diferenciación entre identidad individual y colectiva, conflicto para el que propone una vía resolutiva mediante la apelación a la tolerancia comoratio fundamental.

La aportación de Garzón Valdés propone, en primer lugar, un muestrario de opiniones de distintos autores sobre la relación y tensión entre el individuo y la colectividad circundante, rescatando la opinión de Wieseltier para recordar que, en ocasiones, la invocación de la comunidad es un modo de «idolatría de los orígenes» (p. 40). Así el autor deslegitima lealtades decimonónicas o «culturas parroquiales» como medio para alcanzar el desarrollo de una identidad individual plena (p. 44).

Desde estos presupuestos Garzón Valdés aborda la relación entre el origen étnico o la confesión religiosa y la formación de colectividades, fundamento de una concepción ideal del multiculturalismo actual. El autor pone a prueba esta concepción ideal contrastándola con una serie de casos concretos para, en los desajustes, calibrar la magnitud de lo tolerable. Así, a través de casos conocidos como la lealtad castrense de musulmanes en un ejército de cruces cristianas o el velo islámico en las escuelas, el autor analiza los dilemas prácticos que, amparados en un cierto multiculturalismo ideal, vienen generándose en nuestra sociedad actual. Trata, por tanto, Garzón Valdés, de discernir los puntos de apoyo culturales, colectivos, de los puntos de apoyo morales en la confección de argumentos en pro y en contra, ya que ésta es una confusión constante, según...

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