Sumisión y libertad: Dewey, Freud, Fromm

AutorCarlos Alarcón Cabrera
Cargo del AutorCatedrático de Filosofía del Derecho y Filosofía política en la Universidad Pablo de Olavide, de la que actualmente es también Defensor Universitario
Páginas31-52
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SUMISIÓN Y LIBERTAD: DEWEY, FREUD, FROMM
CARLOS ALARCÓN CABRERA
UNIVERSIDAD PABLO DE OLAVIDE, DE SEVILLA
CALACAB@UPO.ES
1. La estructura económica y el miedo a la libertad
A pesar de haberse escrito hace más de setenta años, El miedo a la liber tad continúa
siendo útil para comprender bastantes claves explicativas de por qué los avances humanos
en la consecución de mayores cotas de libertad son tan desiguales e incluso paradójicos.
Tanto en este libro como en la mayoría de sus obras, los referentes principales de Fromm
son Marx y Freud. Así lo consideró el propio Fromm y así se le ha contextualizado
posteriormente. Sin embargo, El miedo a la libertad demuestra que también Fromm quiso
matar, al menos parcialmente, a sus dos padres intelectuales, a la vista de su empeño en
desmontar el economicismo marxista y el pansexualismo freudiano.
La interpretación marxista de la economía como estructura que determina las
superestructuras culturales, morales, políticas y religiosas, y en particular del
desmantelamiento de las relaciones de producción feudales como factor fundamental para
explicar el surgimiento del protestantismo religioso, es puesta en cuestión por Fromm,
mucho más cerca de Weber, antagonista de Marx al invertir la relación de causalidad
marxista, y considerar la aparición del protestantismo como causa fundamental del
nacimiento del capitalismo.
Sin negar la relación entre la mayor prosperidad que se comienza a alcanzar en
determinadas regiones europeas durante la Baja edad media, y el surgimiento del
movimiento protestante, Weber se centra en probar cómo las teorías de Lutero, Calvino
y Baxter sirven para construir el hombre capita lista, y por esta vía para vertebrar todo el
sistema económico del capitalismo. Aunque, propiamente, la regla general que enuncia
Weber según la cual cada religión mediatiza la aparición de un determinado ethos
Carlos Alarcón Cabrera
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económico no pretende combatir el economicismo marxista, sino complementarlo
subrayando cómo la influencia entre estructura y superestructura es recíproca1.
Como presentación de sus tesis, Weber analiza etimológicamente el término alemán
Beruf, mostrando las connotaciones religiosas de su nacimiento, y destacando cómo
ilustrativamente las lenguas de los países católicos no tienen un término con el mismo
significado de “posición profesional en la vida”. En su sentido actual el término nació con
la traducción luterana de la Biblia. Pero Lutero utilizó Beruf para referirse a dos conceptos
distintos: a la idea de profesión en el sentido de trabajo asignado, y a la idea de
llamamiento divino a la salvación eterna, de labor que Dios impone a los hombres. El
primer concepto reflejaba una presuposición que no existía en la Edad media: la conducta
humana debía basarse en el cumplimiento de la tarea profesional como primer deber
moral. Este principio derivaba del carácter sagrado del trabajo, y propició el origen del
concepto ético-religioso de profesión, entendida así como el cumplimiento en el mundo
de las obligaciones que impone a cada individuo la posición respectiva que ocupa en la
vida2.
A partir del concepto de profesión, Lutero resaltó que la vida monástica no justificaba al
hombre ante Dios porque encubría la desatención del cumplimiento de las obligaciones
que impone la presencia humana en el mundo. Frente a este frívolo y egoísta tipo de vida,
el trabajo profesional acercaba al hombre a Dios porque constituía la manifestación más
evidente de amor al prójimo. A través de la providencia, Dios nos ordena trabajar en
nuestra profesión, y cualquier evasiva es rechazable por mucha justificación social,
económica o política que posea. Es así como la sumisión a Dios implica someterse
asimismo al poder, y concentrarse exclusivamente en el esfuerzo profesional3. Weber
resalta que el concepto de pr ofesión de Lutero es cada vez más tradicionalista a medida
que sus conflictos con la oposición campesina es mayor. El individuo tiene que resignarse
con la profesión que le ha destinado la providencia, y asumirla como misión que Dios le
ha prescrito4. Y el providencialismo luterano se exacerba en Calvino con su rendición
ciega ante la predestinación. El ser humano es en Calvino un mero títere en manos de
Dios y debe limitarse a dejarse guiar por él. Así superará su angustia ante la
insignificancia con la que aparece en el mundo, incapaz de otra forma de unirse a alguna
1 Weber, 1969:18
2 Weber, 1969: 81 ss.
3 Lutero, 2008: 25 ss.
4 Weber, 1969: 91 ss.

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