El estado, ¿sujeto inmoral?

AutorMiguel Ayuso
Páginas19-37
CAPÍTULO 1
EL ESTADO, ¿SUJETO INMORAL?
1. INTRODUCCIÓN
Si hacemos caso, como conviene, de la sabiduría clásica, comencemos
con el examen del título que vamos a abordar: initium doctrinae sit con-
sideratio nominis.
«El Estado, ¿sujeto inmoral?» nos introduce, de un lado, en el cuadro
de la relación entre política y ética, mientras que —de otro— nos lleva
particularmente al campo del Estado como encarnación de la política
moderna y sus metamorfosis. En el seno de éstas, f‌inalmente, es oportuno
incluir una referencia a la realidad perenne del Gobierno.
2. ÉTICA Y POLÍTICA
El tema es bien conocido, pero aun así es oportuno decir algo al res-
pecto. En dos órdenes: el más concreto de la articulación de la política
con la ética y el más amplio de la distinción de la moral con la ética.
La articulación de la política con la ética
El primero reclama, a su vez, dos aproximaciones sólo en apariencia
opuestas, pues en el fondo resultan convergentes: la de la naturaleza mo-
ral de la política y la de la naturaleza política de la moral.
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a) Para el pensamiento clásico, en una primera consideración, la po-
lítica es una ciencia ética. ARISTÓTELES, como sabemos, habla en su Ética
a Nicómaco de una «f‌ilosofía de las cosas humanas» 1. Frente a las ciencias
teoréticas, cuyo objeto tiene en sí mismo el principio del movimiento, las
ciencias prácticas versan sobre objetos practicables, que tienen el princi-
pio del movimiento en la acción humana. De ahí las características de que
son en cierto sentido inexactas (pues «todo lo que se dice de las acciones
debe señalarse en esquema y no con rigurosa precisión») 2, que su f‌inali-
dad «no es el conocimiento sino la acción» 3, que tienen un carácter ético,
que están en contacto estrecho con la experiencia («debemos, pues, acaso
empezar por las [cosas] más fáciles de conocer para nosotros») 4 y que
tienen un método propio plural 5.
Que tienen carácter ético —detengámonos un poco más en el asunto
debido al tema que estamos desarrollando— se debe a que toda acción
humana es intrínsecamente moral 6. Ahora bien, eso no quiere decir que
sean la ética. Puesto que son ciencias que versan acerca de tipos de ac-
ciones humanas de cierta complejidad, lo que obliga a considerar analó-
gicamente la intervención de la razón en su juicio. Es aquí donde suele
introducirse el discurso de la ciencia denominada social con todas las
dif‌icultades que comporta. Tanto para quienes separan ciencias morales
y sociales de modo tajante, como para quienes postulan la subalternación
de éstas a aquéllas 7. Parte del problema deriva de la distinción comtiana
1 ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, X, 9, 1181b 15-16.
2 Ibid., II, 2, 1104a 1-4.
3 Ibid., I, 2, 1095a 6.
4 Ibid., I, 4, 1095b 2-4.
5 Cfr. Ricardo CRESPO, «La ciencia práctica y sus características: ensayo de sistemati-
zación y aplicación a la economía», Analogía Filosóf‌ica. Revista de Filosofía, Investigación y
Difusión (Ciudad de México), vol. 11, n. 2 (1997), pp. 87-112.
6 Véase Ricardo CRESPO, «El acto humano: Aristóteles y Tomás de Aquino», Sapientia
(Buenos Aires), vol. LI, n. 199 (1996), pp. 7 y ss., pese a algunas concesiones personalistas.
7 Álvaro D’ORS, por ejemplo, en un intento muy agudo de clasif‌icación de las cien-
cias, «recupera» para las morales al derecho y la política, pero —merced a la introducción
del tropismo colectivo como objeto de las sociales— se ve obligado a arrojar fuera de
aquéllas a la economía. Pueden verse las objeciones que he formulado: Miguel AYUSO, «La
f‌ilosofía jurídica y política de Álvaro d’Ors», en Fernán ALTUVE-FEBRES (ed.), Homenaje
a Álvaro d’Ors, Lima, Dupla, 2001, esp. pp. 132-133. Marcel CLÉMENT, por ejemplo, en-
tiende que las ciencias morales se centran en los actos humanos voluntarios, esto es, en el
orden que la razón introduce en las operaciones de la voluntad; mientras que las sociales
estudian las acciones humanas en la vida social. Ahora bien, distingue en los hechos socia-
les aspectos necesarios, que derivan de la naturaleza de las cosas, y aspectos contingentes,
que dependen del libre arbitrio de los hombres o del carácter fortuito de los acontecimien-
tos: la ciencia que estudia los primeros es la f‌ilosofía social y su objeto propio es lo que

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