Sociología política

AutorFernando Olivan
Cargo del AutorDoctor en Ciencias Políticas, profesor universitario y abogado
Páginas249-284

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1. Introducción

¿Es posible una sociología política?. De entrada podríamos pensar que es un concepto redundante. Si tanto la sociología como la teoría política buscan conocer los fundamentos y el funcionamiento de las grandes comunidades sociales, ¿No buscan, en el fondo un mismo objetivo?, ¿Por qué entonces hablar de una sociología política y no de sociología o de política a secas? Sin embargo la respuesta está justamente en el mismo hecho político. Y es desde ahí como tenemos que analizar esta concreta especialidad de las ciencias sociales.

En una definición de urgencia, podríamos definir el concepto de política como la ciencia del gobierno. Es decir, el conjunto de saberes y técnicas que permiten tanto el acceso y mantenimiento en el poder como el ejercicio de ese poder con el propósito de trasformar o conservar la sociedad en la que se ejerce. Pero para comprender este hecho no tenemos más remedio que acudir a sus orígenes.

El concepto proviene de la lengua griega, de la palabra “Polys”, concepto que nos remite a su vez a una doble consideración, de entrada a la idea de núcleo urbano, la “polys” era la ciudad tal y como hoy la conocemos, pero también a la autonomía política, por eso en la ciencia política histórica se suele denominar a esta unidad como “ciudad-estado”, aunque como luego anotaremos, la realidad del estado sea algo muy posterior. De ahí deriva un amplio vocabulario repleto de consideraciones morales y culturales: política, policía, “politesse” (en francés, la idea de buena educación), etc. tienen su origen en este término griego. Es importante remarcar esto porque nos ayuda a comprender que el concepto nace asociado a la idea de soberanía, urbanismo y superioridad cultural.

Otra nota que nos interesa avanzar es su oposición al concepto “economía”. El concepto economía también procede del griego y surge como una palabra compuesta: “oikos” y “nomos”. Este sufijo, que remite al concepto de “ley” o norma, se emplea también en la idea de “ordenación del conocimiento”. Por otro lado “Oikos” significa casa. El concepto completo podría significar algo así como “el estudio de las leyes de la casa”, es decir, la forma de organizar la vida en el hogar. De esta manera numerosos autores griegos distribuían sus propuestas de gobierno bajo ese doble epígrafe, “economía” y “política”, centrando el trabajo de la primera en la ciencia de la buena ordenación de la casa frente a la ciencia de la ciudad. Casa y ciudad aparecen así como conceptos opuestos. Uno es el marco de la vida privada (“idion”), el otro, la política, el marco de la vida pública (“demosion”) Uno el de las leyes “naturales”, casi leyes de la sangre, donde todo aparece oculto en la privaticidad de las paredes del hogar. El otro el marco de la vida pública, luminosa, donde prima la palabra y por lo tanto las leyes de los hombres. La oposición nos resulta de interés porque, de una manera u otra se

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mantiene hasta la actualidad condicionando nuestra forma de comprender el funcionamiento de nuestras sociedades, por más modernas que sean. Así, todavía hoy oponemos la economía a la política entendiendo a la primera como un espacio sometido a leyes inexorables que escapan incluso a la voluntad de ciudadanos y gobernantes.

Por todo ello la política se presenta como una instancia con una cierta autonomía. Una autonomía relativa, es cierto, pero que, debido a la profunda formalización que ha alcanzado a lo largo de su historia, adquiere una mecánica propia, que la diferencia del resto de realidades sociales. Por eso nos resulta fundamental estudiar su contenido desde su propia historicidad, es decir, comprendiendo el proceso histórico que ha seguido hasta la actualidad.

2. Conceptos y problemas fundamentales de la sociología política

Dada la complejidad de esta sociología, tal y como comentábamos en el epígrafe anterior, lo primero que tenemos que hacer es comprender y analizar los conceptos básicos y los problemas a los que se enfrenta nuestra materia. Conceptos y problemas que pueden ser cambiantes, de ahí su carácter abierto y no sistemático, pero que nos ayudarán a comprender cual es el objeto de esta ciencia.

El concepto básico que responde a nuestra asignatura es el de Comunidad política. La sociología trata de las relaciones en el marco de una comunidad social. La política, en el sentido que aquí le otorgamos, se centra en una comunidad específica que, de entrada, denominamos “comunidad política”.

Para el objeto que aquí buscamos, la característica de una comunidad política es fundamentalmente su autonomía. La palabra autonomía también tiene ese origen griego y significa capacidad de dotarse y regirse por las propias leyes, es decir, es autónomo aquel que no recibe las leyes desde un orden superior o distinto. Desde esta sola nota el concepto puede ser muy diferente de una época a otra. La familia, en épocas históricas, mantenía esa autonomía, basta recordar los poderes del “Pater familias” y la estructura política de la “Gens” romana. Esa potencia “política” de la familia aún hoy se aprecia en realidades sociales que, aunque residuales, todavía se mantienen en la actualidad, las estructuras de “clan” en las sociedades tradicionales, o la misma idea de “familia” en el caso de la mafia, donde aparecen todas las competencias de la autonomía, incluido la capacidad sancionadora a los miembros díscolos a través de la “ejecución mafiosa”. Pero desde un punto de vista moderno, el concepto de “comunidad política” se restringe a la comunidad que convive en el estado. Por extensión podemos aplicarlo a otras realidades “sub” y “supra” estatales, pero cuando hacemos esto circunscribimos el concepto a la vida de estas comunidades

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en el marco de su actividad política predefinida, es decir, en lo referente a sus relaciones con el poder y su competencia normativa.

Una comunidad política será así una comunidad humana en su expresión política, es decir, en las relaciones sociales que se desarrollan alrededor del ejercicio del poder y de esa competencia normativa. De esta manera distinguimos la comunidad política del resto de estructuras comunitarias, diferenciándola tanto por sus dimensiones, en cuanto actúa en el marco de las grandes colectividades, como por su objeto, circunscrito a la idea de poder. El estado es la comunidad política por antonomasia, aunque, como veremos, el concepto estado resulta mucho más amplio debido a la polisemia en el que recrea su significado.

El Estado es, pues, el segundo concepto que nos interesa. La palabra estado resulta polisémica ya que alcanza una pluralidad de contenidos semánticos. Entendemos por estado la totalidad de un país en cuanto comunidad política dotada de soberanía, es decir, de competencia para dictar sus propias leyes, sin verse sometida jurídicamente a una norma superior. La palabra también hace referencia al aparato burocrático sobre el que se asienta el gobierno de un país. De esta manera la palabra estado se opone a la idea de sociedad civil, es decir, el conjunto de ciudadanos e instituciones regidas por derecho privado. Estos dos conceptos constituyen uno de los pares conceptuales más importantes de nuestra materia e una tradición que, arrancando en los grandes liberales escoceses del XVIII y continuando por filósofos como Hegel, llega hasta nuestros días. Sociedad civil y estado estructuran, así, los dos polos de la organización política. Sobre esta dualidad se asientan conceptos tan modernos como los de ONG, Cuarto sector o sector solidario, etc., y que tanta importancia alcanzan en la vida social y política moderna.

Por último, y ya en el marco de las comunidades políticas estructuradas en niveles territoriales, el concepto estado se opone al de territorio y esto tanto en su sentido general como burocrático.

Profundamente vinculado a los anteriores conceptos está el de “Orden político”. Antes hemos definido el concepto de comunidad política por su competencia normativa, es decir, por su vinculación al concepto de poder autónomo. Es en este sentido donde aparece el concepto orden político. El orden político es así el sistema de instituciones y poderes que articulan esa autonomía normativa. El orden político se presenta así como un orden institucional de ahí sus coincidencias y sus distancias con respecto a los otros dos órdenes con los que se articula: el orden económico, y el orden jurídico. Resulta sin embargo fundamental diferenciar este orden político respecto al orden jurídico. En una primera aproximación podríamos decir que el orden jurídico es la formalización máxima de ese orden político. La voluntad política se convierte, de esta manera, en una estructura normativa. Es importante la distinción

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porque si hemos dicho que la política mantiene una autonomía, aunque relativa, respecto a la dinámica social, el derecho alcanza esta autonomía respecto a la política. De esta manera podríamos dibujar un esquema en el que aparecen don espacios separados: el mundo de las normas, es decir, el conjunto ordenado de todo el sistema de leyes y reglamentos, formalizado en lo que el profesor Kelsen denominó la “pirámide normativa” y justo en la cúspide de esa pirámide, como expresión del fundamento mismo de ese orden jurídico, la manifestación de la voluntad política. Lo político se presenta de esta manera como el origen y fundamento de la legitimidad jurídica. Las leyes dicen lo que dicen por ser ésta la voluntad expresada por la comunidad política, en definitiva, el orden jurídico no es más que la expresión de la voluntad de esa comunidad política.

De ahí la urgencia, en el marco de una sociología...

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