La sociología del derecho de Niklas Luhmann

AutorJavier Torres Nafarrate
Páginas301-312

Page 301

En el libro Introducción a la Ciencia de Asimov se lee: «La introducción del microscopio situó a los biólogos en un nivel más básico de la organización de los seres vivos: un nivel en el que todas las estructuras ordinarias podían ser reducidas a un denominador común [...] La teoría celular es, respecto a la biología, lo que la teoría atómica es respecto a la química y a la física. Su importancia en la dinámica de la vida fue establecida cuando, alrededor de 1860, el patólogo alemán Rudolf Vinchow afirmó, en una sucinta frase latina, que todas las células provienen de células» (Asimov, 1985: 540-541).

Esta breve referencia nos pone en camino de la reflexión sobre el modo de operar de la ciencia moderna. La operación esencial de la ciencia es llegar a los niveles más básicos de la organización de los elementos. Para llegar a eso la ciencia echa mano de instrumentos de mayor resolución: en el caso de la biología, el microscopio; en el caso de la física, teorías de mayor disolución de las partículas ultraelementales que conforman la materia; en la sociología, distinciones con mucha mayor capacidad para describir la estructura básica que conforma lo social. La ciencia, pues, para decirlo en forma compacta, ha avanzado en dirección de una mayor fragmentación de las unidades elementales que analiza.

En el camino hacia esa fragmentación, la ciencia introduce (¡construye!) presupuestos que no se encuentran, al menos de manera manifiesta, emplazados en la realidad: por ejemplo, el vacío en la teoría de la caída de los cuerpos. En la ciencia —como en todo fenómeno social— hay un momento decisivo de cons-

Page 302

trucción de realidad. La ciencia es eminentemente constructivista. Su nivel específico de operación se alza sobre el piso conformado por la realidad aceptada, para introducir, desde un segundo nivel de observación, perspectivas incongruentes que dislocan la percepción práctica que tenemos sobre la realidad: no es el sol el que da vuelta alrededor de la tierra, sino al revés... Luhmann lo expresa de la siguiente manera: «La teoría se formula para observadores de segundo grado, para observadores de observadores. Ella sólo puede formular la pretensión de ser ciencia en este sentido» (Luhmann, 1993: 58). La ciencia al operar «como si» (als/ob) no hubiera unidades estables, permanentes, fijas —al átomo le han seguido los protones, los electrones—, muestra un mayor desapego e indiferencia con respecto a la realidad.

Este orden construido por la ciencia, va dando por resultado tratamientos emergentes de la realidad. Que las células procedan de las células, no quiere decir que las células prescindan de la realidad atómica para su reproducción; quiere decir tan sólo que desde el punto de vista de la observación, una vez que se emplean determinados instrumentos teóricos, un campo (en este caso el celular) se resalta a sí mismo; se encapsula como proceso sobre sí mismo para diferenciarse frente a todo lo demás.

La emergencia señala precisamente la irrupción de un nuevo orden, cuyas características sólo pueden ser inducidas una vez que el nuevo orden está ya constituido. Por consiguiente la observación de la emergencia es un correlato del instrumental teórico (aparatos de mayor resolución, teorías, distinciones) del que se dispone. Por eso, la observación de la emergencia es también una construcción (y esto independientemente de que exista un isomorfismo con el orden óntico que se designa como emergente). Humberto Maturana lo explica en forma decisiva en la anécdota que él titula «el poder del farmacólogo»:

Sin embargo nos puede servir de ayuda el recordar el poder descriptivo de la farmacología en su período de oro, cuando diferentes substancias eran descritas con bioensayos, como, por ejemplo, cuando los estrógenos eran caracterizados por los cambios de estado de los ovarios y del útero de una coneja. En aquellos días uno podía distinguir y describir (es decir, percibir) estrógenos en la orina de una hembra preñada con los cambios de estado de los ovarios de una coneja, y uno podía caracterizar las

Page 303

propiedades de los ovarios de una coneja (es decir, conocerlos) con la orina de una hembra preñada.

Desgraciadamente olvidamos que el objeto que surge de esta manera es una coordinación de coordinaciones de acciones consensuales, y engañados por la efectividad de nuestra experiencia en coordinar nuestras conductas en lenguaje, damos al objeto una preeminencia externa y lo validamos en nuestras descripciones como si tuviese una existencia independiente de nosotros como observadores [Maturana, 1992: 179].

El derecho

Hay una dificultad central que vuelve problemático el entendimiento de la sociología del derecho de Luhmann. Éste trata de aislar aquel factor que, bajo condiciones metodológicas particulares, pueda denominarse, en el campo de la sociología, ostensiblemente como «derecho». En ese sentido, el esfuerzo de Luhmann se sitúa en el campo de la emergencia social del «derecho». Al realizar este experimento, Luhmann cae en la cuenta de que lo que piensan en sus conciencias los individuos sobre el «derecho» y el ámbito de comunicación denominado «derecho» son dos lugares de descarga operativamente distintos. En este mismo sentido, puede decirse que el medio de comunicación «derecho» no es ni una ley ínsita en la naturaleza, ni un sentimiento original subjetivo (Granfield), sino un código de comunicación de acuerdo con cuyas reglas se expresan, se forman o se simula todo el orden normativo de la sociedad.

Toda la obra de Luhmann es un esfuerzo descomunal de abstracción encaminado a mantener el fenómeno comunicativo aislado de todo resquicio psíquico. Esto lo tiene perfectamente localizado Habermas, incluyendo la crítica correspondiente: «Sobre el trasfondo de esta evolución teorética se ve claro qué cargas echa sobre sí la teoría de sistemas al distribuir estas estructuras lingüísticas, que abarcan lo psíquico y lo social, en dos sistemas distintos. Ahora que están más claras las líneas generales de la teoría de Luhmann, se ve cuántas energías han tenido que gastarse para hacer frente a los problemas derivados de esta sola decisión básica» (Habermas, 1989: 446).

La...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR