Sociología de la religión. Algunas aportaciones fundamentales

AutorManuel Antonio De Cárdenas González
Cargo del AutorDoctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid
Páginas193-213

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1. Introducción

Las características de este trabajo -comentarios a la obra de diversos autores en torno a un tema concreto- pueden dar lugar al planteamiento de dos cuestiones previas.

En primer lugar, cabe preguntarse sobre los criterios que hayamos seguido para elegir a estos autores determinados (Comte - Marx Durkheim - Weber - Berger y Luckmann).

En este sentido, se puede afirmar que la enorme relevancia que han adquirido las aportaciones de todos y cada uno de ellos para el desarrollo teórico de las ciencias sociales nos exime de mayor explicación; no obstante, debemos señalar que hemos estimado también el valor comparativo de sus conclusiones respectivas en cuanto a la religión como teoría para el conocimiento.

En segundo término, habría que referirse al orden que hemos establecido entre los autores citados para desarrollar nuestros comentarios sobre sus obras con arreglo a una secuencia lógica.

Queremos subrayar al respecto que la obra de P. Berger y T. Luckmann1 La construcción social de la realidad, representa, en nuestra interpretación, el resultado de un esfuerzo por elaborar una síntesis entre los clásicos que les preceden en nuestro análisis; por eso, consideramos esta obra el objeto central de nuestro artículo y, en consecuencia, la tratamos en quinto y último lugar.

En cuanto a los cuatro pensadores anteriores, hasta llegar a la síntesis de Berger y Luckmann, dan lugar, a nuestro parecer, a un juego de tesis y antítesis que impone también sus exigencias al guión. No sabemos si un orden distinto al que hemos adoptado hubiera o no modificado substancialmente el producto final, pero sí que estamos seguros de que habría dificultado la comprensión de su lectura.

2. Etimología y definiciones

Religión proviene etimológicamente del latín religio, voz derivada de religare, que se traduce por religar; Martín Alonso, en su Diccionario del español moderno. Aguilar, Madrid, 1975, define religar, en segunda acepción, como ceñir más estrechamente.

En sentido científico, el Diccionario de ciencias sociales (Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1976, p. 742) acepta la definición dada por Zubiri en el curso 1935-1936: "expresión socialmente válida de la conciencia de religación".

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3. Auguste Comte (1798-1857)

Si iniciamos estos apuntes de teoría sociológica de la religión considerando la obra del filósofo francés Auguste Comte, no es por razones estrictamente cronológicas, aunque su Curso de filosofía positiva ya se había terminado de publicar en 1842. Sucede además que a Comte se atribuye generalmente la fundación de la Sociología y, por dudosas que sean siempre estas cuestiones de paternidad científica, parece claro que al menos le corresponde un doble mérito: la creación del término y la inscripción de los principales conceptos de esta nueva ciencia en el seno de la Enciclopedia.

3.1. La ley de los tres estadios

Como afirma Raymond Aron2, Comte es, ante todo, el sociólogo de la unidad humana y social, dado que considera que, en lo esencial, todas las sociedades evolucionan históricamente de la misma manera. En este sentido, el eje central del pensamiento sociológico de Comte lo constituye la ley de los tres estadios, que para Comte es una ley "natural" y que encierra en sí misma una teoría de la religión en el seno de la sociología del conocimiento. De acuerdo con esta ley, según se explica en las lecciones 1 y 52, 53, 54, 55 y 56 del Curso, el espíritu humano, en su evolución ineluctable, pasa por tres sucesivos estadios:

  1. Estadio teológico-militar

    En esta fase, el espíritu humano, en su primer grado de evolución, se explica los fenómenos naturales basándose en prenociones de índole sobrenatural, como atribuir el origen de los mismos a la voluntad de las divinidades, que son fuerzas o seres superiores al hombre, pero con el cual, en ciertos sentidos, se las puede comparar. En este estadio, la sociedad es administrada, de forma incontestable, por castas religiosas y militares. Se subdivide en: edad del fetichismo, edad del politeísmo y edad del monoteísmo. La Antigüedad y el Medioevo (en el sentido más amplio, comprendida también la era política conocida como Antiguo Régimen) quedarían, por lo tanto, comprendidas en este primer estadio de la Humanidad.

  2. Estadio metafísico

    Este es el estadio de la transición revolucionaria. A él corresponde la fase que, según Comte, tienen que abandonar definitivamente sus contemporáneos (mediados del s. XIX en Francia). Este estadio es crítico, pues se vive en una desorganización creciente del régimen anterior teológico-militar, sin que todavía esté consolidada la alternativa positiva. El hombre, en sus invocaciones en búsqueda de explicaciones ante los fenómenos naturales, sustituye a las divinidades por entidades abstractas, como la propia Naturaleza. Este estadio metafísico viene a ser una simple variante del anterior estadio teológico-militar, a la espera de la madurez social capaz de alcanzar el tercer y definitivo estadio, cuyas características esenciales se explican a continuación.

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  3. Estadio positivo de la Humanidad

    Este es el estadio definitivo al que hay que ayudar a emerger y a consolidarse, cerrando una transición que está durando demasiado. Se trata de un régimen racional y pacífico, en cuyo marco, el ser humano, dotado de un nuevo espíritu positivo, se limita a observar los hechos y a decantar las relaciones regulares que entre ellos puedan operar. Se renuncia a la interrogación sobre las causas primeras y abstractas, es decir, sobre la "esencia" de las cosas. En su lugar, el nuevo espíritu positivo intenta inducir las leyes inmediatas que rigen su funcionamiento. Queda adoptada una predisposición anímica a enfrentarse con el descubrimiento del conjunto de circunstancias concretas concurrentes en un fenómeno susceptible de repetirse (¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo?) y que lo determinan, haciendo que tenga que ser ése y no otro.

    Para ilustrar de la forma más sencilla posible la ley de los tres estadios, diremos que, por ejemplo, ante el fenómeno de la sequía, obtendríamos las siguientes explicaciones:

    - de un espíritu teológico-militar: los dioses, enojados, están castigando a los hombres.

    - de un espíritu metafísico: la Naturaleza sabe por qué tiene que distribuir de esta forma los períodos de sequedad y de lluvia.

    - de un espíritu positivo: no se dan las relaciones causa-efecto para que se cumplan necesariamente las leyes de la condensación.

    En palabras del propio Comte:

    Finalmente, en el estadio positivo, el espíritu humano, reconociendo la imposibilidad de obtener nociones abstractas, renuncia a buscar el origen y el destino del universo, ya conocer las causas íntimas de los fenómenos, para dedicarse exclusivamente a descubrir; mediante la utilización; combinada adecuadamente, del razonamiento y de la observación, sus leyes efectivas, es decir, sus relaciones invariables de sucesión y semejanza. La explicación de los hechos, reducida de esta forma a sus términos reales, en lo sucesivo no será otra cosa sino la relación establecida entre los distintos fenómenos particulares y algunos hechos generales que el progreso de la ciencia tiende cada vez más a disminuir3. (T. del A.).

    Comte, con la ley de los tres estadios, construye una teoría sobre la historia del conocimiento basada en la evolución de las creencias. Hasta situarse en el positivismo científico, el ser humano ha ido elaborando lo que constituye nuestra gran deuda con él: un gran número de hipótesis que el propio progreso invalida, sustituyéndolas por otras más adecuadas a la nueva situación del conocimiento, pero después de haber aprovechado su valor como tentativa. La historia del conocimiento es la historia de una progresión hacia el positivismo. De la magia a la religión politeísta; de ésta al monoteísmo; después a la metafísica; finalmente, a la ciencia positiva. Se consagra pues, en el pensamiento comtiano, el cosmos del conocimiento científico como

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    definitivo. A partir de aquí sólo falta diseñarlo. Para ello, tiene Comte que combinar la base que proporciona su ley de los tres estadios -que es una ley "natural"- como filosofía de la historia del conocimiento que consagra el positivismo científico, con la clasificación enciclopédica de las ciencias que él mismo establece.

3.2. La clasificación de las ciencias

En esta tarea, Comte se nos revela como un hombre de su tiempo, burgués consciente de que la sociedad francesa está en crisis entre la Restauración y la Revolución, es decir, entre un orden teológico-militar que se resiste a abandonar la escena, y un nuevo orden positivo emergente al que hay que ayudar a establecerse y consolidarse. Tiene que sentar, como sociólogo, es decir, como generalista, los principios científicos para una nueva división social del trabajo. Y esto es lo que representa la enciclopedia comtiana o Curso (compilado en dos grandes apartados: filosofía primera -ciencias naturales- y física social -ciencias sociales-: una formidable división social del trabajo, puesto que la clasificación se establece con arreglo a una jerarquía. Faltaba, para completar el saber, el advenimiento de una última física que tuviera precisamente como proyecto resumir, en la complejidad de su orden, todas las leyes y todo los métodos de las físicas anteriores. A esta última física, le asigna el nombre de física social, con objeto de subrayar la continuidad en el análisis que debe, según él, unir los fenómenos naturales y los fenómenos sociales en la escala de conocimientos. Además, esta última física y su arte correspondiente, la política, deben dar cuenta teóricamente...

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