El estado social en la encrucijada. El problema de su sostenibilidad

AutorJosé Esteve Pardo
Páginas13-19

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El Estado social, uno de los grandes logros de la civilización occidental, se encuentra en una encrucijada, en el centro de unas tensiones que la crisis ha hecho muy visibles y en las que se juega su propia existencia. Para plantear el problema y las posibles vías de solución en sus justos términos vamos a presentar primero los logros y razones del Estado social, para identiicar luego las que son las principales amenazas que sobre él se ciernen.

1.1. Las razones y justificaciones del Estado social
1.1.1. Un logro histórico de la cultura occidental

El Estado social se presenta como una de las realizaciones culminantes de la historia y la cultura occidentales. Son varios los logros que con este modelo de Estado se alcanzan.

Primero, con el Estado social se consiguió la generalización de toda una serie de prestaciones y coberturas básicas para las personas en materias tan relevantes como educación, asistencia sanitaria, servicios sociales, acceso a la cultura, atención a la tercera edad, vivienda, etc. Se garantiza así lo que se considera un mínimo existencial (existenz mínimum) y se apunta a la realización efectiva de dos valores fundamentales: el de la dignidad de la persona, al asegurar un nivel mínimo en sus condiciones de vida, y el de la igualdad, en la medida en que pretende garantizar unas condiciones básicas para todas las personas que les permitan acceder a los bienes esenciales (educación, salud, cobertura social) que faciliten su desarrollo, realización personal y promoción. Es, pues, la igualdad de acceso a esos bienes a la que aspira el Estado social y no a un uniformismo igualitario que nunca se ha dado, ni se ha pretendido por este modelo.

Segundo, el Estado social es el resultado de la evolución del Estado de Derecho, superando sus contradicciones internas. El Estado de Derecho logró, ciertamente, la igualdad formal de los ciudadanos, a los que se reconocía por igual toda una serie de derechos fundamentales y libertades públicas que podían hacer valer ante las posibles injerencias del Estado. Pero tras esa igualdad formal se abrían grandes desigualdades materiales. La libertad de expresión, por poner un ejemplo, tiene posibilidades y contenidos muy pobres para quien no tiene acceso a la educación. El

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Estado social supone así una evolución inequívoca, un avance considerable en la igualdad de los individuos y el aseguramiento de unas condiciones básicas de vida.

Otro mérito muy destacado fue la superación y neutralización de las tensiones sociales que se habían generado desde inales del xix con el desarrollo de la industrialización; sobre todo la tensión entre las fuerzas capitalistas y el movimiento obrero, que originó conlictos violentos y presagiaba otros de mayor alcance. Resulta al respecto muy signiicativo que las primeras expresiones constitucionales del Estado social se produjeran en Alemania, país muy industrializado y cuna del movimiento obrero. En tiempos muy convulsos, poco después de la revolución bolchevique en Rusia, se aprobó en 1919 la Constitución de Weimar, que contiene las primeras formulaciones de derechos sociales y pasa por ser el primer proyecto constitucional del Estado social. Con ella se pretendía aminorar las tensiones sociales incorporando a la Constitución y a los objetivos del Estado las aspiraciones más atendibles del movimiento obrero. El advenimiento del régimen nacionalsocialista y la Segunda Guerra Mundial frustraron estas expectativas, pero al inalizar la contienda aquel proyecto renace en la Ley Fundamental de Bonn y otras Constituciones de la Europa continental, y es propiamente a partir de entonces cuando se implanta y se hace efectivo el modelo del Estado social: primero en Alemania, Reino Unido y los países del centro y del norte de Europa a mediados del siglo xx, y ya en los años setenta y ochenta en los Estados de la periferia y del sur del viejo continente.

Estas circunstancias históricas, sociales y geopolíticas dejan su deinitiva impronta en el origen y coniguración del Estado social que, en su sentido más genuino, queda de ese modo adscrito a la órbita europea. Otro entorno es el que envuelve al modelo del wellfare state (cuya denominación tiene su origen en Inglaterra) que se instala en los Estados Unidos como resultado de las políticas del New Deal emprendidas por el presidente Franklin D. Roosvelt para hacer frente a la grave crisis que se desencadenó a partir del crash de 1929. No se encaró allí una tensión política e ideológica tan enconada como la que se afronta en Europa, con partidos y grupos sociales muy arraigados y radicalizados. La misma gravedad del enfrentamiento está en el origen de un diseño de Estado social muy comprometido con las reivindicaciones de las fuerzas sociales y la mode-ración del capitalismo, hasta el punto de hablarse de un capitalismo domado. En cambio, en los Estados Unidos, donde no se daba esa tensión ideológica y partidista, el wellfare state que allí se implanta responde a la constatación de los límites e insuiciencias del sistema de libre mercado, que no solo puede dejar...

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