Situaciones de conflictos familiares que requieren una atención especial. Repercusiones psicológicas
Autor | Eulalia Marí Puget |
Cargo del Autor | Abogada y Mediadora |
Páginas | 74-85 |
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Es necesario desarrollar un conjunto de estrategias que cuestionen las relaciones de poder que se establecen entre los hombres y las mujeres y en las relaciones sociales.
Hay que estar actualizados respecto a los recursos específicos de atención a la mujer que se nos proporcionan para poder derivar o facilitar el contacto así como la información cuando sea preciso. La mayor vulnerabilidad de la mujer frente a determinadas circunstancias que pueden estar presentes o surgir en un conflicto familiar derivadas por una relación desigual y de dependencia respecto a sus parejas, una mayor tasa de trastornos emocionales o el carecer de empleo por estar al cuidado de la familia, son añadidos que pueden pesar aún más en momentos de vulnerabilidad y durante el proceso de negociación del problema. Por ello hay que proporcionar un apoyo más continuado, específico y exhaustivo a la cuestión de género.
No hay que cometer el error de estratificar esta lacra social. Afortunadamente la evolución que en este sentido ha tenido la sociedad, y la forma en que en las últimas décadas se analiza y regula este tipo de violencia ha dado un gran salto, aun así y como suele decirse queda mucho por hacer.
La violencia contra menores puede ejercerse de múltiples formas, no sólo con el mal trato físico, no hay que olvidar el maltrato emocional, la negligencia y el abuso sexual. Además también pueden ser víctimas de explotación laboral (uso para la mendicidad...).
En la mayoría de los casos esa violencia viene del entorno más cercano al niño, y con más frecuencia de la que la razón puede en-tender por parte de un familiar o allegado. Es obvio que el deterioro, inestabilidad y desconfianza en la que se ve inmerso un niño
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que sufre estas agresiones hace que cualquier acción encaminada en encauzar y resolver los conflictos generados tenga que ser cuidadosamente expuesta, analizada y seguida por los profesionales adecuados.
El mal trato contra los ancianos es menos conocido socialmente, pero también se trata de otro perfil de la sociedad que junto a la infancia está tremendamente desprotegido y además es muy dependiente y controlable.
Es la violencia contra las mujeres la que recibe una mayor atención de los medios y más ayuda y acciones por parte de las instituciones que disponen de casas de acogida, medidas provisionales de urgencia, que aunque día a día se muestran insuficientes para el problema real que vivimos, hemos de reconocer que ha tenido un giro de 180º respecto a las situaciones y perspectiva que se contemplaba en la sociedad de no hace tantos años.
Según refieja un estudio de la ONG Proyecto Hombre realizado en el año 2012, el 80% de las personas con problemas de adicción a las drogas tiene conflictos familiares por este motivo.
El 49,3% tenía conflictos con su madre y el 50,7% con su padre. Del mismo modo, un 56,4% de los encuestados reconoció tener problemas con su pareja, el 24,6% con sus amigos y el 21,4% en el trabajo.
Un 18% de los encuestados presentaba diversas alteraciones psiquiátricas relacionadas con aspectos emocionales directamente derivados del consumo de drogas: alteraciones del ánimo, manías y paranoias, autolesiones, brotes psicóticos, intentos de suicidio, trastornos de alimentación, etc. En muchos de los casos estas adicciones esconden algún tipo de malestar anterior que les ha conducido a esa vía.
La participación de todo el entorno familiar y el apoyo directo a la persona adicta es fundamental para lograr superar el problema presentado y encontrar la solución y la vía de salida a un conflicto tan grave y que deteriora el núcleo de convivencia.
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La existencia de algún miembro discapacitado en una familia, supone un añadido a la complejidad de su evolución vital.
El hecho en sí de que haya un discapacitado no tiene por qué suponer un conflicto, y no son pocas las familias que incluso hacen de esa circunstancia un hecho que lejos de perjudicar su desarrollo vital, supone un enriquecimiento para ellos, en todo un alarde de valentía y entereza.
Pero es perfectamente comprensible que ante un hecho así, surjan incógnitas y dudas que como va a resolverse la situación planteada.
Cuando el enfermo es un hijo, hay que analizar distintos entornos:
Hay que analizar la forma en que los padres pueden enfrentarse a la discapacidad, son muchas las ocasiones en que la pareja sale reforzada, aunque también se dan múltiples casos en que no son capaces afrontar juntos la dificultad.
Es curioso cómo se puede dar tanto un exceso de protección sobre el hijo para evitarle más dolor, como un exceso de disciplina con el objeto de que se acostumbre con dureza a su especial situación. Actualmente se coincide en que en aquellos casos que sea posible, se produzca una total integración del discapacitado en su entorno (colegio, actividades que pueda desarrollar, circulo afectivo y de amigos...).
Las personas dependientes necesitan algún tipo de apoyo y cuidado. En muchos casos se requiere una intervención multidisciplinar.
Los conflictos que...
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