¿Sirve la formación para el empleo?

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¿SIRVE LA FORMACION PARA EL EMPLEO?

El Grup d’Etudis Sociòlogics sobre la Vida Quotidiana i el Treball (QUIT), de la Universidad Autónoma de Barcelona, analiza las diversas teorías que han explicado la relación entre formación y empleo. Inicialmente se centran en las transformaciones en el trabajo y en los requerimientos formativos para el acceso al empleo; los criterios de selección y reclutamiento; la formación en el empleo; y en la formación en un mercado de trabajo segmentado.

En el estudio priman tres cuestiones vinculadas: el concepto de formación; la función del sistema educativo como mecanismo formativo privilegiado; y la relación entre ambos elementos – formación y educación – con el acceso al empleo.

El concepto de formación lleva al grupo QUIT a plantearse algunos problemas teóricos cuya solución aborda a lo largo de su investigación. El primero, responder a la pregunta sobre el papel que juega la formación reglada en el acceso al empleo, así como el papel que tienen las relaciones sociales, denominadas capital relacional, en la intermediación entre oferta y demanda en el mercado de trabajo. Segundo, explicar los usos y significados del concepto de formación para las empresas y para los trabajadores. Tercero, dar cuenta del abismo existente entre la situación académica, la formación exigida en el momento de la contratación, y los requerimientos reales de los puestos de trabajo. Cuarto, la definición del concepto de formación, sus límites y sus implicaciones teóricas y prácticas. Quinto y último, debatir el discurso dominante sobre el papel de la formación respecto a las teorías que abordan su relación con el empleo. En cuanto a orientaciones metodológicas, se trata de una investigación con exigencias teóricas y contenidos amplios y diversificados,

Conscientes de la importancia de los discursos en la práctica social, los autores analizan las concepciones de la formación y de su relación con el empleo en las posiciones de tres agentes sociales: Administraciones Públicas, sindicatos y organizaciones empresariales.

Las Administraciones Públicas se refieren a la formación como variable estructurada del sistema económico, condicionando en alto grado cualquier estrategia de crecimiento y como factor clave en la reducción del paro

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En las empresas nos encontramos con una concepción de la formación global identificable con los razonamientos de la teoría del Capital Humano. Aquí, los autores, insisten en el «valor de la formación permanente, el reciclaje y la capacidad de aprender». Lo que más valoran los empresarios de los trabajadores es «la responsabilidad, la buena formación básica y el interés por el trabajo».

Los sindicatos abordan el concepto de formación de manera genérica y su contenido se da por descontado. La formación se define como «un instrumento para conseguir la adaptación de los trabajadores a las demandas de cualificación exigidas por la innovación tecnológica». La formación se entiende como garantía para conseguir y mantener el puesto de trabajo y la mejora de sus condiciones laborales. Desde el punto de vista instrumental, los sindicatos comparten con la Administración y las organizaciones empresariales, la premisa de la formación como un instrumento de mejoría económica.

Para QUIT «los discursos de los agentes sociales son coincidentes al considerar exclusivamente la formación adquirida en las instituciones de carácter formal; no se habla del factor experiencia como adquisición formativa, ni de trayectorias formativas en otros ámbitos de la vida cotidiana». De todos los agentes sociales, las Administraciones Públicas son las que más insisten en la idea de formación como elemento estratégico para el crecimiento económico, el incremento de la competitividad y la reducción del paro.

Otra de las conclusiones de la investigación de QUIT es que «la formación reglada tiene formalmente un papel cada vez más importante en nuestra sociedad». Su importancia procede de dos factores. De un lado, por la creciente presión de una abundante mano de obra potencial, con titulaciones y certificaciones académicas, derivada de la expansión del sistema educativo. De otro, por la creciente importancia de la formación reglada, como demanda formalizada, derivada de la presión institucional, de los grupos de interés y de las asociaciones profesionales. En definitiva, la formación reglada, es un «mecanismo de preselección» de la fuerza de trabajo. Pocas veces, según los autores, es una exigencia real del puesto de trabajo.

De la investigación se deduce que, a menu- do, las empresas utilizan los niveles educativos como criterio para ordenar la lista de candidatos al empleo. También, como indicador de supuestas capacidades, tales como conocimientos mínimos, disciplina, capacidad de abstracción y de sistematización Para los autores, el acceso al empleo no está determinado por el papel de la formación reglada. Por el contrario, la cualificación efectiva se realiza en la empresa, mediante los aprendizajes técnico y de organización. La intermediación y el acceso al empleo dependen más de las relaciones sociales que se tengan, denominadas capital relacional, y de las influencias de parientes y amigos. Las experiencias de búsqueda de trabajo transmitidas por las familias, insisten en la importancia del capital relacional, que sitúan en un primer plano, entre los elementos movilizados para acceder al empleo.

En cuanto a diferencias entre la demanda de formación y la cualificación efectiva, parece demostrarse la existencia de una sobreeducación de la fuerza de trabajo para desempeñar puestos de trabajos simples, que se aprenden con cursillos breves o por adiestramiento «a pie de máquina». Esto es evidente en las categorías laborales bajas. La afirmación es menos cierta en el caso de categorías que requieren unos conocimientos profesionales más específicos. De aquí que el aprendizaje, a través del trabajo y en el puesto de trabajo, sea fundamental.

El aprendizaje informal en la empresa es importante para adquirir pautas, hábitos y conocimientos de las normas de la organización. La exigencia y demanda de cualificaciones no está sólo en saberes y conocimientos, sino en cumplir unas normas que prescriben el trabajo y definen las tareas. La cuestión central es la disciplina y la obediencia, al menos para las categorías laborales inferiores. Las exigencias formativas para los mandos intermedios se refieren a capacidades de abstracción, sistematización, autodisciplina y autoridad, con objeto de coordinar determinadas fases del proceso de trabajo o dirigir a las personas que los desarrollan. En estos casos, los perfiles de las titulaciones superiores no coinciden con las exigencias de los puestos de trabajo, pero pueden ser útiles las capacidades que se les presupone. El problema de la sobreeducación de la mano de obra no está en el sistema educativo. El problema radica en la división y racionalización del trabajo en las empresas, a partir del cual se establecen los requerimientos de cualificación para los distintos puestos de trabajo.

Para los autores, el concepto de formación tiene distintos usos y adquiere distintos significados para las empresas. No se limita a la idea de formación reglada y meritocrática que proporciona el sistema educativo. El uso de la idea de formación tiene, entonces, entornos más amplios y difusos. La noción empresarial de formación se relaciona con la innovación tecnológica y organizativa de las empresas, con el incremento de la productividad, la calidad y la competitividad. Además, la certificación de cursos de formación ocupacional, o de formación continua, se convierte en el rito para el acceso al empleo o para la estabilidad en el mismo.

En la actualidad se va hacia una redefinición del concepto de formación. El nuevo concepto de formación efectiva es multifuncional. Las empresas usan el concepto de formación con distintos significados que aluden a capacidades, conocimientos básicos, actitudes, disponibilidad y disciplina.

QUIT mantiene que, desde la década de los ochenta, está en auge la teoría del Capital Humano, que subyace en el discurso dominante relativo a las estrategias para el desarrollo y la creación de empleo. La formación figura como elemento clave en las estrategias diferenciales de competitividad basadas en la investigación, la tecnología y la calidad. Asimismo, la formación se plantea como vía de la igualdad de oportunidades, del reciclaje, de la movilidad y de la promoción de mano de obra.

La práctica, a juicio de los autores, desmiente alguno de estos supuestos. Las políticas de formación de las empresas tienen carácter dualista y selectivo. Las inversiones en formación se dirigen preferentemente al núcleo de empleo que ya cuenta con altos niveles de formación reglada inicial. Es decir, tiene una clara orientación segregadora, diferenciadora y ahonda las desigualdades sociales iniciales.

La cuestión anterior ha quedado probada en la investigación de QUIT. Las políticas empresariales de formación no se dirigen al conjunto de los trabajadores, sino a los escasos beneficiados de los procesos de cambio en el ámbito empresarial. Los trabajadores con bajo nivel educativo inicial, se ven excluidos. Por otra parte, la formación, como impulsora de mejores condiciones de empleo en la empresa que la proporciona, también se ve limitada por las escasas oportunidades de promoción.

Por último, para los profesores que han participado en la presente investigación, la formación reglada puede jugar un papel en la movilidad de la fuerza de trabajo, en el reciclaje y en la recolocación de la mano de obra excedentaria desde sectores reestructurados a otros emergentes. Los integrantes de QUIT estiman erróneo empeñarse en la idea de la correspondencia entre formación y empleo. El reto no es sólo modificar el sistema educativo, sino transformar la organización del trabajo en el tejido productivo para aprovechar mejor las capacidades y los conocimientos generales en el ámbito educativo. La formación es un factor fundamental de perfeccionamiento y desarrollo de la persona que va más allá de las necesidades que se tienen en el trabajo. La verdadera «igualdad de oportunidades», concluyen, es que cada ciudadano pueda llegar a lo más alto en las posibilidades que ofrezca el sistema formativo, sea éste reglado o no reglado.

LUIS FERNÁNDEZ BRICEÑO

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