Los servicios de inteligencia en los países post-soviéticos

AutorRafael José de Espona
CargoReal Academia de Jurisprudencia y Legislación. Instituto de España
Páginas73-90

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1. Introducción

La perspectiva temporal, una vez transcurridos 20 años tras la disolución de la Unión Soviética, permite el estudio sobre el ámbito institucional de los servicios de inteligencia en un entorno transformado cual es el espacio post-soviético, que ha variado de forma desigual. El enfoque de este análisis es amplio, sobre una región internacional que abarca 15 países, centrado en los servicios de inteligencia civiles y dejando al margen los militares, tanto aquellos constituidos como centros autónomos (por ejemplo, el GRU ruso), como los que son divisiones de inteligencia de los Estados Mayores de las Fuerzas Armadas. En un único caso -Rusia, como sucesora formal de la

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URSS en el plano jurídico-internacional- se ha producido una transformación de la comunidad de inteligencia; en los otros 14 -Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Kazajstán, Kirguistán, Estonia, Letonia, Lituania, Moldavia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán- el proceso ha sido la construcción institucional de sus propios servicios de inteligencia, parejo a su reintegración a la comunidad internacional.

Básicamente puede afirmarse que, en el espacio abarcado en su momento por la URSS, se ha pasado de un modelo de servicio de inteligencia único hipertrófico, totalitario y supra-institucional (el Comité de Seguridad del Estado - KGB), en el cual primaba la conceptuación como servicio de seguridad en una dimensión netamente represiva, a una concepción más o menos moderna de servicio de inteligencia -dependiendo de los casos- propio de un Estado de Derecho. En el ámbito soviético, durante más de medio siglo, la doctrina de seguridad que iluminó los principios institucionales de la comunidad de inteligencia -propia de un aparato represor totalitario carente de control externo- impregnó todas las capas sociales de una opacidad temerosa. La fuerza inercial de este elemento no ha sido fácil de eliminar y, en general, ha evidenciado resultados parejos al grado de efectividad de la implantación del Estado de Derecho y la garantía de las libertades. En este sentido, se ha afirmado que «The transition from foreign oppression to independence and democracy is a process by which a nation is reconciled with a conception of itself which had theretofore been suppressed or forcefully accommodated to the vision of the conquering power. The gulf between the indigenous and alien visions is all the more pronounced when, as in the case of Soviet expansionism, subjugation is premised on nothing less than the transformation of international society -and so too of the captive nation-» (Kello, 2009: 7). Conviene además precisar que, en el plano terminológico, la denominación de «servicio de seguridad» ha prevalecido en el espectro de servicios de inteligencia de los países post-soviéticos -donde se utiliza genéricamente la expresión «servicios especiales»-, si bien el término «seguridad» ahora tiene connotaciones vinculadas con la protección de los ciudadanos y los intereses nacionales, en beneficio de los mismos y respetando sus derechos.

El propósito del presente trabajo es aportar un somero análisis de los servicios de inteligencia de los países ex-soviéticos, desde una perspectiva institucional, y del modo en que se configuran e incardinan en la estructura po-

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lítico-administrativa del Estado, con el prisma empleado en el modelo occi-dental de servicio de inteligencia en el marco del Estado Social y Democrático de Derecho.

Las múltiples transformaciones socio-políticas y económicas acaecidas en los países post-soviéticos han influido en el modelo institucional de servicio de inteligencia adoptado, en un marco político caracterizado por el grado de realización práctica de lo que inicialmente fueron meros cambios formales en la búsqueda del Estado de Derecho: establecimiento de la democracia, proclamación de derechos y libertades, economía de mercado, transparencia administrativa y seguridad jurídica. Junto a ello, los procesos de integración en organizaciones internacionales y supra-nacionales también han influido decisivamente en cuestiones de inteligencia y seguridad. Todos estos factores han afectado directamente a la configuración y funcionamiento de la comunidad de inteligencia, como núcleo sensible del aparato institucional del Estado. Como bien se ha apuntado, «Aunque la necesidad de que el Estado democrático tenga medios para defenderse es un argumento más que suficiente para sostener la necesidad de los servicios de inteligencia, las condiciones en las que se han integrado a las democracias han condicionado su regulación» (Aranda Álvarez, 2004: 105). Esta afirmación constituye una importante premisa analítica para dilucidar la situación real en el espacio post-soviético, que es formalmente democrático pero con subsistentes notorias deficiencias en su materialización.

En cuanto a modelos comparados útiles para el análisis de la cuestión, el caso español no es extrapolable pues su transición fue netamente nacional y no varió la integridad del Estado sino el régimen político, aunque contaba con un destacado componente represor anti-subversivo en el SECED (De Peñaranda y Algar, 2005: 108). Tampoco es adecuada una analogía con el caso germano en el proceso de unificación alemana, pues no se produjo una fusión de servicios de inteligencia, ya que la STASI desapareció, prevaleciendo los servicios federales BND y BfV.

2. La construción de una comunidad de inteligencia propia

Como punto de partida de nuestro análisis, cabe afirmar que los servicios de inteligencia de los países ex-soviéticos, en cuanto que organismos estatales,

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son creados ex novo (excepto los rusos) junto con todo el edificio administrativo y político de Estados que se erigen nuevamente como independientes, tras haber permanecido largo tiempo como partes integrantes de un imperio (el soviético, antes el zarista), sin apenas experiencia gubernamental moderna autónoma, exceptuando el período entre guerras mundiales. Se trata, así, de la construcción novedosa de una comunidad de inteligencia propia.

En un único supuesto, un servicio de inteligencia -el KGB ruso- permanece, si bien experimenta un doble fenómeno de contracción -perdiendo la mayor parte de su organización periférica al desgajarse las repúblicas soviéticas- y desdoblamiento con la creación del SVR. No obstante este doble fenómeno, los materiales y recursos del centro permanecen (tales como el acopio informativo, bases de datos y documentación), de modo tal que es un servicio que conoce de los demás países ex-soviéticos sin que estos cuenten con capacidades recíprocas. Por ello, en el caso de Rusia, en cuanto que continuadora del aparato institucional estatal de la URSS, ésta retiene los activos de la comunidad de inteligencia soviética, con el único reto de la transformación, mientras que los demás países afrontan su construcción partiendo de bases muy limitadas.

Los países post-soviéticos, en la medida que adoptan el Estado de Derecho, crean unos servicios de inteligencia que suponen una quiebra con el pasado y que en teoría nada tienen que ver en su concepción, misiones y objetivos con el precedente soviético, totalitario comunista. Sin embargo, al mismo tiempo (aunque sólo sea como perspectiva reactiva) no puede olvidarse que se parte de una concepción de corte totalitario según el modelo conocido (KGB) -que es represivo, carente de control externo y omnipotente- en el que fueron formados sus integrantes. Por otra parte, el grado de rechazo histórico al modelo KGB no es igual en aquellas sociedades que lo padecieron como parte del aparato estatal invasor, que en aquélla sobre la que se cimentó su imperium. Por todo ello, subsiste el riesgo de involución y que la función del servicio sea la de proteger al régimen frente a la sociedad (Forster: 2007), lo cual será más probable en los países más alejados de las auténticas reformas que consoliden las libertades y la división de poderes.

Los Estados post-soviéticos hubieron de afrontar un triple reto para la construcción de su comunidad de inteligencia. En primer lugar, de carácter doctrinal, con el cambio de mentalidad de las élites de la comunidad de in-

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teligencia, seguridad y defensa, asumiendo su misión de servicio público, y de la población en la auto-concienciación de su derecho a estar protegido en libertad. En segundo, normativo, englobando el establecimiento de un marco jurídico que asegurase el efectivo respeto de las leyes, evitando la ingerencia o interferencia recíproca con el ámbito político. Por último, institucional, que incluye organizar adecuadamente la comunidad de inteligencia según las dimensiones del país y sus particularidades, disponer de cuadros de mando y personal especializado, y operar con seguridad e independencia.

Cabe tener en cuenta también aspectos que influyen en la independencia de los servicios de inteligencia y los típicos riesgos que derivan de la disgregación de Estados (como la continuidad de antiguas lealtades o la pervivencia de redes de colaboradores superpuestas), los cuales crean un ambiente que afecta a la estabilidad interna de estos organismos y al entorno que les rodea (Trifonov, 2003). Ello ha motivado que los Estados post-soviéticos hayan tenido que establecer mecanismos de contención, tales como leyes de lustración, y sus servicios de inteligencia dedicar importantes recursos para afrontar amenazas endógenas en el campo de la contra-inteligencia...

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