La seguridad en las ciudades y los entornos urbanos

AutorSalvador Iglesias Machado
Cargo del AutorDoctor en Derecho. Letrado del Consejo Consultivo de Canarias
Páginas43-69

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I Las ciudades espacios de riesgo y de libertad

La ciudad es donde se aglomera la población y, por tanto, el espacio donde se debe analizar el impacto de las transformaciones sociales en la seguridad. Y, en este sentido, convenimos en que la ciudad es un espacio de riesgo. La masificación representa un atractivo para la actividad delictiva, así como la concentración de bienes, las mayores posibilidades de impunidad, la impersonalidad, el anonimato y la insolidaridad.

Siguiendo a Jordi Borja1, la ciudad es un espacio abierto y protegido, lugar de intercambio y convivencia, concentración de puntos de encuentro, diversidad y heterogeneidad, relaciones entre personas y colectivos, espacio público donde el poder se hace visible, la sociedad se fotografía y los símbolos colectivos se materializan.

La ciudad es, por una parte, estructura arquitectónica y urbanística y, por otra, estructura social y cultural de su población. Ambas están ligadas íntimamente pues, si se interviene en la primera se influye en las condiciones de convivencia y si lo es en la segunda, se altera el uso que se hace de la ciudad. La investigación sobre la seguridad se basará en el comportamiento de la población y en las condiciones físicas de la ciudad.

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Hoy las ciudades han de responder a los retos de una nueva base económica, infra-estructuras urbanas, calidad de vida, integración social, seguridad y gobernabilidad. Las políticas de seguridad influyen en cuatro de los seis nuevos retos.

El Manifiesto de Nápoles, de diciembre de 2000, en el seno del Foro de la Seguridad de la Unión Europea, abogaba por una ciudad acogedora, solidaria, segura y aceptadora de las diferencias, que genere espacios de libertad, hospitalidad, justicia y seguridad. Igualmente, las políticas de seguridad han de jugar un gran papel para lograr el propuesto objetivo. El discurso sobre la seguridad urbana ha ido evolucionando desde entonces, haciendo intervenir otros factores como el del urbanismo y espacio urbano, la inclusión social, la convivencia, los valores y actitudes cívicas, pactos de convivencia, gobernanza democrática urbana, etc.

La agorafobia se hace enfermedad de clase, no la padecen los que viven la ciudad como oportunidad de supervivencia, sus principales víctimas no pueden prescindir del espacio público. La agorafobia se produce por la degradación, desaparición de los espacios públicos integradores, protectores y abiertos a todos. Este tipo de espacio público difuso es fuente de violencia, una violencia que es más producto de la anomia que de la conflictividad social.

Pese a que la ciudad es parte de nuestras vidas no nos resulta nada fácil definirla, no existe acuerdo. Se usan diferentes definiciones, en las distintas partes del mundo, en unas, se integra el área metropolitana, en otras las pequeñas ciudades que gravitan sobre la más grande. Las ciudades han ido evolucionando hasta convertirse en altas formas de estructura social en las que se organiza la vida compleja de millones de personas, se distribuyen los alimentos, se establece el sistema educativo, el transporte, los suministros de energía, de agua, los medios de comunicación, la Administración.

La ciudad es donde se aglomera la población y, en este sentido, la ciudad es un espacio de riesgo. La masificación representa un atractivo para la actividad delictiva, así como la concentración de bienes, las mayores posibilidades de impunidad, la impersonalidad, el anonimato y la insolidaridad.

Las ciudades, atestadas de gente y de tráfico, envueltas en un aire contaminado y acechadas por la violencia y la delincuencia son percibidas más como aglomeraciones caóticas, sucias y peligrosas, que espacios donde se dé la organización. Sin embargo la mayoría de las personas viven mejor que en el campo, se benefician de las infraestructuras y de los servicios públicos. El acceso directo al agua, a la luz, al gas, los servicios de enseñanza y salud, el transporte público, alcantarillado, etc. y los vitales servicios de seguridad y justicia son ventajas de extraordinario valor para la vida de las gentes.

El Centro de las Naciones Unidas para los Asentamientos Urbanos emitió el Informe Mundial sobre Asentamientos Humanos en 2002, en el cual se señalaba que era preciso "una revolución en las formas de resolver los problemas urbanos" para enfrentarse a las dificultades que causan el crecimiento urbano y la descomposición humana y remarcaba que el problema no era de las ciudades, sino de su administración y desarrollo.

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II Los conflictos y tensiones urbanos

Los antecedentes endógenos de la violencia humana: codicia, ambición, resentimiento, odio, envidia, fanatismo, celos... se movilizan con más facilidad en la vida compleja y difícil de hoy. Los problemas de la gente no cesan de incrementarse y de hacerse más complejos.

Las ciudades están inmersas en conflictos y tensiones entre viejos sistemas ya caducos y nuevos modelos todavía poco definidos, germen de una nueva sociedad basada en el equilibrio capaz de sustentarse en la diversidad, cohesión y solidaridad. Octavio Paz afirma que, dentro de las lógicas limitaciones, el siglo XIX fue el de la Libertad, el siglo XX, el de la Igualdad y el siglo XXI aventura a decir que será el de la Solidaridad.

La nueva forma de crecimiento de las ciudades, cada vez más escindidas entre barrios ricos y pobres, favorece la exclusión social y, en consecuencia, las nuevas ciudades precipitan a relaciones cada vez más difíciles y agresivas, crecientemente egoístas, insolidarias, injustas y potencialmente violentas, jungla donde cada uno pena y lucha. Pero a la vez son escenarios de los grandes proyectos, de las mayores realizaciones y utopías. Son, como señala J Borja2, cielo e infierno, aire que nos hace libres y peligro que nos acecha, medio natural del miedo y del vicio.

El tipo ideal de urbanita es el socializado y responsable que comparte valores y actúa según las normas. Pero la ciudad siempre ha tenido la otra ciudad, siempre ha generado mecanismos de exclusión. Esto es una amenaza para la ciudad y así lo señala la Fundación Encuentro, en su informe España 2001, que denuncia que los ciudadanos empiezan a tener la sensación de que aumenta la fragilidad de las condiciones sobre las que se asienta la integración social. Al peligro de quedarse fuera como consecuencia de la inestabilidad laboral, las rupturas familiares, y los cambios tecnológicos, hay que añadir la segmentación social del espacio urbano y la consiguiente proliferación de los barrios en crisis. Afirma el trabajo que las urbes se fragmentan por zonas separadas por el nivel económico de sus habitantes. La ciudad se articula en áreas protegidas y especializadas y áreas excluidas y desconectadas, con lo que se garantiza la seguridad de unos frente a la violencia de otros.

De esta manera la ciudad pierde fuerza, se debilita su capacidad integradora, como sistema de espacios públicos, tiende a privatizarse. Los centros comerciales atraen a los urbanitas que abandonan calles y plazas, las áreas residenciales se convierten en cotos cerrados protegidos por seguridad privada, Los flujos predominan sobre los lugares, la seguridad privada sobre la pública, el espacio público se desvaloriza, por peligroso, se produce desafección al sistema público de seguridad. Lo que implica pérdida de la diversidad social, desprestigio de los poderes públicos y un debilitamiento de las relaciones humanas.

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Con la privatización de los espacios públicos, la ciudad crea áreas protegidas y deja a otras excluidas y desconectadas, con lo que se fragmenta. De esta manera se garantiza la seguridad de unos frente a la violencia de otros. Por ejemplo los centros comerciales de grandes superficie, concentran buena parte de las actividades de ocio, comercio y cultura, que anteriormente se realizaban en el espacio público. Esta circunstancia produce en la Administración, si no el abandono, sí la reducción de las inversiones en calles y plazas. Se convierte así la ciudad en un conjunto de áreas residenciales concebidas como fortalezas con su correspondiente seguridad privada, vías para los flujos circulatorios, burbujas de seguridad como las grandes superficies, zonas universitarias, áreas industriales, centros abandonados, se fragmenta, se disuelve, tiende a privatizarse. Saramago3describe las grandes superficies como gigantescas catedrales horizontales, basílicas de culto al consumo de esplendor insolente, las marcas comerciales ocupan las capillas de culto de compra. Son como naves espaciales o portaviones fondeados en la periferia de las ciudades, pronto convertidos en centros genuinos, enjambres de coches que se adhieren como limaduras de imán, poderoso remolino que succiona el tráfico, arracima los coches, deglute a pasajeros en su vientre luminoso. Nueva posición central de las nuevas galaxias urbanas.

Aben Alí Zar, en el siglo XIII, haciendo elogios de Fez señaló que las ciudades necesitan cinco requisitos: agua corriente abundante, tierras fértiles y bosques cercanos, murallas sólidas, autoridades que mantengan el orden y seguridad en los caminos. Como vemos, tres de ellas tienen relación con la seguridad.

Hoy, los nodos urbanos de gestión avanzados que son muchas ciudades, necesitan aeropuerto internacional, sistema de comunicaciones por satélite, hoteles de lujo, empresas financieras, oficinas de la Administración con capacidad de decisión política, consultorías, mercado de trabajo cualificado, equipamientos...

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