John Searle: ¿Una ontología política del consumidor? A propósito de la Ontología Política de John Searle. Un análisis desde la teoría de los hechos institucionales

AutorRodríguez Prieto, Rafael
CargoUniversidad Pablo de Olavide de Sevilla
Páginas321-336

Ver nota 1

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I Introducción

Hace unos meses se publicaba el libro de isabel V. Lucena cid, La Ontología Política de John Searle. Un análisis desde la teoría de los hechos institucionales. el estudio se nutre de la investigación realizada por la autora durante el periodo de realización de la tesis doctoral.

Mi aproximación al trabajo de searle será crítica. La amplitud y densidad de los planteamientos de searle requerirían un muy ambicioso programa de investigación que está fuera de la pretensión de este artículo. De forma modesta, me ocuparé de algunas de las ideas de searle que considero más insatisfactorias.

Este estudio está dividido en varias partes. La primera está dedicada a exponer las ideas principales de john searle tal y como vienen recogidas por isabel Lucena en el libro. La segunda parte del artículo la dedico a exponer una serie de críticas al pensamiento de searle, con el fin de sustentar la tesis central de este trabajo que se resume en lo siguiente: La ontología política de searle es una ontología del consumidor y no del ciudadano. El consumidor como un individuo pasivo, conformista y adaptado a los dictados de las relaciones de dominación sociales preestablecidas. Finalizaré con una serie de conclusiones.

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II La ontología política de John Searle

En este epígrafe resumiré brevemente algunos de los principios fundamentales del pensamiento de searle que aparecen en el libro de isabel Lucena2. El primer objetivo de esta parte de mi estudio es realizar una introducción que permita conocer tanto el núcleo del libro de Lucena, como introducir los elementos básicos de su pensamiento a lectores menos familiarizados con la filosofía del autor de Berkeley. El segundo de los objetivos es mostrar algunas de las ideas que posteriormente criticaré en el siguiente epígrafe del trabajo.

Según la filosofía de john searle, el hecho institucional es el fenómeno social más relevante para la comprensión de las relaciones humanas. La división entre una concepción natural e institucional de la realidad aparece como elemento central del pensamiento de este pensador. La estructura de los hechos institucionales es una estructura de relaciones de poder. Un hecho institucional es creado cuando se le confiere poder mediante una asignación de la función de estatus. Cuando se impone una función no sólo se asigna una función a un agente, objeto o acontecimiento, sino que además se le atribuye un estatus con propiedades deónticas.

Las propiedades deónticas son derechos y deberes, considerados por searle como poderes gracias a la aceptación de la comunidad. Se supone que, por tanto, son poderes colectivamente impuestos.

Searle estima que tanto su teoría de la realidad institucional como su teoría de la racionalidad comportan una concepción implícita de lo político y del poder político. Según searle, la aceptación colectiva es esencial para la creación del poder, ya que los poderes resultantes de la atribución de función de estatus son aceptados de forma colectiva.

La tesis central de la ontología política de searle es que todo poder político es una cuestión de funciones de estatus y todo poder político, aunque se ejerza desde arriba, procede de abajo. Searle sitúa la aceptación colectiva con el elemento central para la creación del poder. Todo poder político es una cuestión de funciones de estatus y por ello todo poder político es deóntico.

El individuo es la fuente de todo poder político, a través de su capacidad para comprometerse en una intencionalidad colectiva. Los individuos se sienten en general impotentes.

Los sistemas de funciones de estatus funcionan, en buena parte, gracias a que el reconocimiento de los poderes deónticos, dan razones para actuar independientes del deseo. Así establece una distinción entre poder político y autoridad política. Los poderes políticos están constituidos lingüísticamente, en gran medida.

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El rasgo característico del estado es para searle, el monopolio de la violencia armada.

Para searle la tesis principal de su libro La construcción de la realidad social comporta una ontología política implícitamente. ¿cómo puede existir una realidad política en un mundo compuesto de partículas físicas?

Para searle ciertos elementos son independientes del observador (fotosíntesis, masa, enlace químico) otros elementos dependen del observador y su existencia depende de actitudes, pensamientos e intencionalidad de los observadores (por ejemplo, propiedad, dinero, lenguaje).

La otra gran distinción de searle consiste en la objetividad o subjetividad epistémica de aserciones. Una aserción puede determinarse independientemente de sentimientos o preferencias. Por ejemplo «Zapatero es el actual Presidente de españa» es epistémicamente objetiva. Subjetiva sería Zapatero es mejor presidente que aznar. Otra distinción: Los dolores y el hambre son ontológicamente subjetivos porque depende de la experiencia del ser humano o animal; sin embargo las montañas o los ríos son objetivos ya que su existencia no depende de experiencias subjetivas.

Conclusión: Prácticamente toda la realidad política es relativa al observador. La subjetividad ontológica no implica la subjetividad epistémica. Puede existir un ámbito como la política o la economía dentro del cual las entidades sean ontológicamente subjetivas, aunque puedan hacerse aserciones epistémicamente objetivas. La presidencia de EEUU es un fenómeno relativo a un observador es ontológicamente subjetivo, pero que obama sea el actual presidente de EEUU es epistémicamente objetivo.

Searle retoma a aristóteles para recuperar la afirmación de que el hombre es un ser social y político. Al contrario que los animales el ser humano es además de social, político. ¿Qué hay que añadir a los hechos sociales para que se conviertan en políticos?

La capacidad humana para crear hechos sociales tiene base biológica compartida con otras especies. Searle denomina esta capacidad como intencionalidad colectiva. La intencionalidad colectiva es definida como un fenómeno consistente en compartir formas de intencionalidad en el marco de la cooperación humana o animal. La intencionalidad colectiva se encuentra presente en todo comportamiento cooperativo, en todo deseo o creencia compartida.

¿cómo se pasa de los hechos brutos a los hechos sociales o institucionales? searle entiende que el hecho social es cualquier hecho que entrañe la intencionalidad colectiva de dos o más agentes humanos o animales. Pero la simple intencionalidad colectiva está muy lejos de fenómenos sociales como el dinero, el gobierno o la propiedad. ¿Qué hay que añadir para alcanzar la realidad política humana? searle acude a dos elementos suplementarios: la atribución de funciones y las reglas

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constitutivas. La combinación de estos tres elementos fundamenta la sociedad específicamente humana.

No es la estructura física lo que permite a los billetes cumplir su función, sino la atribución de una función de estatus. Le reconocemos un determinado estatus. Para complementar esta idea searle introduce el elemento de las reglas constitutivas. Las reglas regulativas se distinguen de las constitutivas. Las regulativas rigen formas de comportamiento existentes (por ejemplo circular por la derecha), mientras que las reglas constitutivas no sólo regulan, sino que además crean la posibilidad de nuevas formas de conducta o las definen. El elemento clave del paso de los hechos brutos (funciones físicas) a los hechos institucionales (función de estatus) reside en cómo al concederle un estatus a algo le atribuye una función basada en dicho estatus. Para searle la propiedad humana de que permite atribuir un estatus a cosas que de por sí no tienen y a continuación conferirles asociados a ese estatus, un conjunto de funciones que sólo pueden ejercerse en virtud de la aceptación colectiva del estatus y de su función correspondiente, es la que hace posible los hechos institucionales. Merece la pena subrayar la importancia que esta parte del argumento de searle posee en su teoría.

Las funciones de estatus van unidas a poderes positivos y negativos. Los poderes que constituyen los hechos institucionales, a diferencia de los poderes físicos, están siempre relacionados con derechos y deberes. Searle denomina estos tipos de poder como deónticos. Esta variedad de poder está sujeta al reconocimiento y la acción colectiva. Los poderes brutos son la fuerza que uno ejerce sobre otro o la alimentación eléctrica.

Para searle el lenguaje tiene un papel fundamental. Es la institución social básica. No sólo porque es necesario para la existencia del resto de las instituciones, sino porque también los elementos lingüísticos se autoidentifican como lingüísticos. Searle estima que para que una cosa sea dinero o propiedad, matrimonio o gobierno, la gente debe tener los pensamientos que corresponden, pero para tener esos pensamientos adecuados es preciso tener los medios para pensar esos pensamientos que son de origen simbólico o lingüístico.

Según searle la realidad política y todo poder político es fruto del reconocimiento y aceptación colectiva de las funciones de estatus, cuyos poderes deónticos constituidos simbólica o lingüísticamente representan razones para actuar independientemente del deseo. Según isabel Lucena, es muy difícil deducir una teoría política de searle, aunque el autor anglosajón afirme que su ontología social e institucional conlleva una ontología política. Su concepción de la realidad política tiene lazos con el pensamiento político clásico, ya que entre los temas recurrentes se encuentra el poder. Su preocupación es que la filosofía política no se ha ocupado de describir el mundo real. Su tesis central es que todo poder político es cuestión de función de estatus e identifica al político y la política con la maquinaria del...

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