Lo que todos debemos saber sobre Internet

AutorFundación de Estudios de Regulación
Páginas177-200

S U M A R I O

  1. INTERNET ES «CONECTIVIDAD», QUE ES «PRODUCTIVIDAD».

  2. LAS CIFRAS DE LA PRODUCTIVIDAD.

  3. LA LÓGICA DE LA PRODUCTIVIDAD.

  4. INTERNET ES GLOBAL Y PLURAL.

  5. INTERNET TRASCIENDE A LA POLÍTICA DE TELECOMUNICACIONES.

  6. DEBEMOS ADMITIR LOS PROTAGONISTAS QUE GENERE EL MERCADO.

  7. INTERNET SE SOSTIENE SOBRE SUS PROPIAS INSTITUCIONES.

  8. EL COMERCIO ELECTRÓNICO Y DEMÁS DESARROLLOS DE INTERNET TAMBIÉN LO HARÁN.

  9. EL DESARROLLO DE INTERNET NO REQUIERE TRANSFERENCIA DE RECURSOS

  10. HAY QUE COMBATIR LA TENTACIÓN DE SOBRE-REGULAR INTERNET.

  11. LA LLEGADA DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN PUEDE SER ESTIMULADA POR MEDIOS NO COMPULSIVOS.

  12. EN INTERNET Y LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN DEBE APLICARSE EL DERECHO GENERAL, IGUAL QUE EN CUALQUIER OTRO ÁMBITO SOCIAL.

    * El presente texto refleja los resultados a que ha llegado un grupo de trabajo «ad hoc» constituido en la Fundación de Estudios de Regulación para examinar las políticas públicas aplicables a Internet. Está fechado en julio de 2000. La F.E.R. agradecería recibir comentarios en la siguiente dirección de correo electrónico: «apolicastro@f-estudiosregulación.com».

  13. INTERNET ES «CONECTIVIDAD»,

    QUE ES «PRODUCTIVIDAD»

    No cabe duda de que Internet es conectiva. Esta palabra se define en el diccionario como «aquello que une, ligando partes de un mismo aparato o sistema», cosa que Internet hace magníficamente. Sólo con entrar en Internet, nos conectamos con todo un mundo de conocimiento, información y contenidos multimedia, sin esfuerzo ni apenas gastos. Naturalmente, no podemos interactuar con todas las personas y sitios presentes en la red, pero lo hacemos con quienes nos interesa; eso es suficiente para incrementar enormemente la productividad de cada uno de nosotros.

    El hecho de que la conectividad genera productividad se conoce desde antiguo. Los contactos comerciales, los intercambios físicos, la estimulación intelectual y, en suma, la expansión del conocimiento, han recorrido siempre rutas de ida y vuelta entre personas y comunidades. A lo largo de la historia han adaptado diversas formas, pero es un hecho que siempre que en un determinado lugar se ha aumentado la conectividad, allí se ha producido una mejora inmediata de la productividad.

    La conectividad marítima ha estado siempre en la base de la expansión de la civilización. Los griegos tuvieron el Mar Egeo y su Odisea; los romanos, el «Mare Nostrum» y sus ánforas; españoles y portugueses, el Océano Atlántico y su Flota de Indias; y los británicos, todos los mares del mundo, dominados por su «Home Fleet». Las ciudades, reinos e imperios que dominaron las rutas marítimas, resultaron más productivas que sus competidores.

    Lo mismo cabe decir de la conectividad terrestre. La «ruta de las especias» o el «camino de Santiago» desempeñaron en el medievo el mismo papel transmisor de productos e información, que la expansión de los ferrocarriles en el siglo XIX o las grandes autopistas del siglo XX. En todos esos casos, la productividad aumentó, reflejándose en

    productos exóticos, catedrales, nuevas ciudades o grandes centros fabriles.

    Antes de Internet, las entidades financieras, las Bolsas y sus agentes, las compañías de transporte aéreo, las cadenas hoteleras o las empresas periodísticas ya sabían que la conectividad les daba grandes ganancias de productividad. Su principal problema era entonces conseguir los medios para conectarse; desde los humildes aparatos de telex o fax, hasta las más sofisticadas terminales informáticas unidas por líneas punto a punto, cualquier mejora de la conectividad redundaba inmediatamente en mayores rendimientos: menores tiempos de espera, mayor capacidad de decisión, menos recursos desocupados...

    Internet lo que hace es poner la conectividad y, con ella, la productividad, al alcance de todos. De todos, hacia todos, y a un mínimo coste. Desde el humilde correo electrónico, hasta los más sofisticados programas de gestión de comunidades virtuales, su implantación y utilización nos hace más productivos. A todos, individuos y empresas, grandes o pequeñas, Administraciones, ONGs, sociedades o particulares. Gracias a las TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones), Internet es una espléndida realidad que permite un mundo más conectado y mas productivo.

    Este aumento de productividad, que viene manifestándose desde hace una década en Estados Unidos y se está extendiendo con la globalización a todo el mundo, es lo que hemos dado en llamar «Nueva Economía». En ella no hay ningún milagro ni ningún engaño: las TIC incrementan realmente la productividad de las empresas y de los mercados. Lo que están haciendo los inversores en la Bolsa es descontar los incrementos de productividad futuros; naturalmente, pueden equivocarse en el «quantum» y sobreinvertir o hacerlo a un ritmo desacompasado con el aumento de productividad; pero esto es inherente a la economía libre, y no es esencialmente perjudicial (a pesar de las espectaculares caídas bursátiles) en tanto los organismos reguladores de los mercados financieros sepan cumplir su papel.

    La mayor productividad de las sociedades avanzadas contemporáneas no la genera exclusivamente Internet. Los avances de la informática y la proliferación de los «chips» en todo tipo de dispositivos tienen tanto o más peso, como también lo tienen los avances en las técnicas de gestión empresarial o la liberalización de la economía. Pero Internet es, sin duda alguna, parte de las fuerzas que la impulsan y es, además, la fuerza con mayor capacidad de desarrollo futuro: la Sociedad del Conocimiento se construirá de una forma u otra sobre Internet.

    El valor de Internet deriva de que es capaz de difundir la productividad por toda la sociedad, y así lo está haciendo. Internet tiene una elevada capilaridad de partida, conseguida a partir de su adaptación a unas redes telefónicas ampliamente desarrolladas. A ella se dirigen espontáneamente las PYMES más activas y las personas más inquietas de todos los sectores sociales. La sociedad civil es su principal beneficiaria. En suma, en el aumento generalizado de la productividad observable en la sociedad común, Internet tiene un papel sobresaliente.

  14. LAS CIFRAS DE LA PRODUCTIVIDAD

    Internet es una red en un proceso de crecimiento autosostenido. Como todos los procesos de este tipo, el de Internet no resulta nada fácil de visualizar, pero merece la pena intentarlo. Tomemos una pequeña parte de Internet, por ejemplo un millón de internautas, que es una fracción de los que tenemos en España (4,6 millones con acceso, y 3,9 habituales, en marzo del 2.000 según el Estudio General de Medios de dicha fecha). Entre ellos se generará un flujo de correo electrónico, que podemos estimar de forma conservadora en un mensaje diario por persona. Son 365 millones de mensajes al año, cuyo coste es muy bajo.

    Pensemos en las alternativas: el mismo tráfico, por correo ordinario costaría unas 35 ptas. por mensaje (5 ptas. de papel y sobre, otras 5 de gestión y 25 de franqueo) y por teléfono unas 50 (coste promedio de una conversación de 3-5 minutos, en horario comercial, computado sobre un «mix» de tarifas locales y de larga distancia). Este grupo de usuarios, sólo en correo electrónico, utiliza servicios de un valor estimable entre los 12.000 y los 18.000 millones de pesetas anuales. Estos servicios son, además, más rápidos y cómodos que los que vienen a sustituir, por lo que se genera automáticamente un mayor uso de los mismos.

    Añadamos ahora el acceso a fuentes de información remotas (Boletines Oficiales, concursos, ofertas etc), las múltiples posibilidades de colaboración «on line» (información compartida, teletrabajo, teleenseñanza) o de gestión (formalización de pedidos, actualización de inventarios), y tendremos otras fuentes de productividad de valor inestimable. Pongamos que duplican el valor aportado por la aplicación de correo electrónico. Según esto, el grupo de un millón de internautas genera actividad por importe de 45.000 millones de pesetas anuales, es decir, 45.000 ptas. por cabeza. ¿Cuanto les cuesta? Obviamente, mucho menos. Aunque fueran las famosas «100 pesetas diarias» ¿que no lo son¿ la cifra sería de 36.500 al año, lo cual significa un 20 % de productividad, que no está nada mal.

    Demos ahora el paso siguiente. Nuestros internautas iniciales estaban sin cualificar, y entre ellos habría un buen porcentaje de usuarios domésticos, estudiantes, curiosos etc. Si separamos el componente empresarial, que busca en Internet una utilidad económica, es claro que la productividad sube mucho con relación a la media (factor multiplicador: 3-5). Y, si a ello le añadimos que ahora mismo están conectados a la red en todo el mundo, no uno, sino trescientos millones de usuarios (factor multiplicador: 300), y que una buena parte de lo que se obtiene en la red es información y conocimiento útil, que, a su vez, genera más conocimiento (factor multiplicador: «x»), comprenderemos fácilmente la enormes cifras que se manejan. Internet es, en conclusión, realmente productiva. No se trata de ninguna ilusión, o de algo que sucederá en el futuro: la productividad de Internet la tenemos ya a nuestro alrededor; gracias a ellas hacemos mas cosas, sabemos más y nos organizamos mejor, a menor precio.

    Si de conectividad y conocimiento se trata, nada mejor que la consabida analogía con el cerebro humano. En éste, ya es bastante impresionante que tengan cien mil millones de neuronas, pero lo es mucho más aún saber que cada una de ellas pueda establecer 1.000 conexiones sinápticas con sus vecinas. Gracias a esta conectividad, nuestra neuronas, que trabajan a unas 200 operaciones por segundo, plantan cara ventajosamente al desarrollo de los chips de silicio, muchos más rápidos, pero infinitamente menos interconectados. La conectividad manda.

    Es sabido que la economía global ha venido incrementando lentamente su tamaño y capacidad a lo largo de la Historia. Y es también sabido que la «aceleración de la Historia» ha tenido lugar en los tres últimos...

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