El rol de las mujeres en la historia o la crónica de un sometimiento cuasi permanente al varón

AutorIgnacio Ruiz Rodríguez
Cargo del AutorLicenciado y doctor en derecho por la Universidad de Alcalá de Henares
Páginas47-92
CAPÍTULO II:
EL ROL DE LAS MUJERES EN LA HISTORIA
O LA CRÓNICA DE UN SOMETIMIENTO
CUASI PERMANENTE AL VARÓN
Introducción
Aunque no son muchas las obras dedicadas al papel desempeñado
por la mujer en la historia de la Monarquía Hispánica, en general, o
de la Corona de Castilla, en particular, en el momento en el cual Fran-
cisca de Pedraza desarrolló su etapa vital, nos parece ciertamente in-
teresante el poder analizar el contenido de los trabajos publicados por
Clara Janés46, Manuel Aranda Mendíaz47, Mercedes Roig Castellanos48,
Julio Vélez-Sainz49, Alonso Manuel Macías Domínguez50, José Malparti-
da Morano51, Manuel Fernández Álvarez52, Rosa Moreno Hernández53,
46 Janés, C., Guardar la casa y cerrar la boca: en torno a la mujer y la literatura, 2014.
47 Aranda Mendíaz, M., La mujer en la España del Antiguo Régimen: historia de gé-
nero y fuentes jurídicas, 2008.
48 Roig Castellanos, M., La mujer en la historia a través de la prensa. S. XVIII-XX,
1986.
49 Vélez-Sainz, J., La defensa de la mujer en la literatura hispánica, siglos XV-XVII,
2015.
50 Macías Domínguez, A.M., En los umbrales de la vida conyugal: la formación del
matrimonio en una ciudad andaluza: Moguer (siglo XVIII), 2012.
51 Malpartida Moraro, J., Concepto de la Mujer en la Historia, 2011.
52 Fernández Álvarez, M., Casadas, monjas, rameras y brujas: la olvidada historia de
la mujer española en el Renacimiento, 2010.
53 Moreno Hernández, R., La transición en clave de mujer: las mujeres carecen del
registro civil de la historia, 2009.
48 Ignacio Ruiz Rodríguez
María Luisa Redondo Redondo54, María Consuelo Cerdá Marín55 o las
obras de María Bel Bravo y Encarnación Medina Arjona56 sin perjuicio
de que estemos ahora dejando en el tintero otras muchas e interesantes
publicaciones.
No menos sugerente nos parece la lectura de determinadas obras,
redactadas en épocas coetáneas a la esos años los cuales vivió Francisca
de Pedraza, como es el Libro titulado Vida política de todos los estados
de mujeres: en el cual se dan muy provechosos y christianos documentos y
avisos, para criarse y conservarse debidamente las mujeres en sus estados:
con un índice alphabético muy copioso de materias, que sirven de lugares
comunes/ compuesto por Fr. Juan de la Cerda, vicario del monasterio de
las monjas de S. Juan de la Penitencia de Toledo, de la Orden de S. Fran-
cisco y de la Provincia de Castilla, presumiblemente escrito a nales del
siglo XVI57, además de la siempre interesante lectura de las obras de
eodore de Beze sobre el divorcio y la poligamia58.
La lectura de esas obras de investigación viene a tener un análogo
denominador común, que incesantemente se repite una y mil veces a lo
largo de los siglos: la discriminación de la mujer es la nota dominante,
con raras excepciones, en la historia de la Humanidad, en general, y de
España, en particular. Y todo ello lo es a pesar de que en el seno de esta
discriminación puedan localizarse ciertos sesgos, que vinieran a permi-
54 Redondo Redondo, Mª. L., Mujer y mujeres: su esencia y su existencia en la histo-
ria, 2021.
55 Cerdá Marín, Mª. C., La mujer y su historia en la sociedad: la huella del talento,
2020.
56 Medina Arjona, E. (Dir.), Escritura y vida cotidiana de las mujeres de los siglos XVI
y XVII, 2015.
57 El franciscano Juan de la Cerda era partidario de instruir a las mujeres en la lectu-
ra, pero no en la escritura, entendiendo que las consecuencias que pudiera tener este cono-
cimiento en la correspondencia amorosa. Se cree que escribió esta obra para que las mujeres,
que no disponían de tiempo a causa de sus múltiples quehaceres, puedan tener resumido “lo
que a cada estado conviene para vivir en el con policía, buenas costumbres y virtuosamente”.
La obra, que fue dedicada a la infanta Margarita de Austria, monja en el Monasterio de las
Descalzas de Madrid, se divide en cinco tratados, dedicados a cada uno de los estados de la
mujer: doncellas, monjas, casadas y viudas, y el último, a temas varios relativos a la mujer en
general.
58 Tractatio de repudiis et diuortiis: in qua pleraeque de causis matrimonialibus (quas
vocant) incidentes controuersiae ex Verbo Dei deciduntur : Additur Iuris Civilis Romanorum,
& veterum his de rebus canonum examen ..., 1569; Tratactio de poligamia: in qua et ochi-
ni apostatae pro poligamia, et Monistarum ac aliorum adversus repetitas nuptias argumenta
refutantur: addita veterum canonum et quarundam civilium legum ad normam verbi divini
examine, 1568.
La sociedad frente a la violencia machista. Francisca de Pedraza 49
tirnos un estudio diferenciado, dependiendo de factores diversos como
el medio urbano, rural, en el seno de la iglesia, señoríos jurisdiccionales,
clase social, jurisdicciones especiales o privativas, etc. Así, a pesar de esa
discriminación, no es análogo el estatus de que gozaban las mujeres en
el ámbito de la nobleza, al que afectaba a las clases más populares, o del
que impregnaba el ámbito de la ciudad frente al rural, etc.
En todo caso, el patrón básico no fue otro que el ya citado tradicio-
nal sometimiento de éstas al varón ya fuese su padre, hermano o, más
tarde el marido, que se subrogaba los derechos que antaño poseyera su
progenitor.
En la Edad Media, los autores masculinos, pertenecientes a una es-
tirpe, religiosos, tratadistas laicos y, sobre todo, predicadores, hablaron
de las condiciones y conductas que les exigen a las niñas, a las jóvenes
y a las mayores. En aquellos tiempos, la conducta femenina fue pau-
tada para cada momento y situación de la vida. Casi siempre la edad
corresponde a un estado civil y a una función de acuerdo con ella. Tal
es así que la mujer se representaba en la imagen de la novia, la prome-
tida, la casada, la viuda, es decir, siempre ligada inexorablemente a un
varón que debía responsabilizarse de ella y su conducta. El papel más
importante atribuido a la mujer era el de esposa y madre, en todo caso
dentro de un rol que de manera irremediable le enviaba al apartamien-
to, en el seno de la familia. El otro mundo que se les abría, no mucho
más atractivo que éste primero, era el convento. Todo lo demás, venía
a constituir la excepción de la norma, como por ejemplo fuese el mun-
do de la prostitución59, milicia o la soltería60. Ese infame hecho ha sido
el elemento coadyuvante para que, a lo largo de los siglos, al menos la
mitad de la inteligencia de nuestra historia haya sido excluida. A veces
nos hemos planteado, ¿cómo sería realmente nuestra civilización, si se
hubiese contado con las mujeres, desde el principio de los tiempos? Se
me antoja que muy distinta, muchísimo mejor, más solidaria y humana.
Con seguridad viviríamos en un planeta Tierra más desarrollado y justo.
59 En determinados momentos, el ejercicio de la prostitución podía acarrear impor-
tantes sanciones penales, incluida la condena a mujer, tal y como podemos ver en el pleito
desarrollado contra Isabel Rodríguez: “Incitativa al corregidor de Úbeda a petición de Antón
de Cazorla, vecino de dicha ciudad, contra Isabel Rodríguez, su mujer, condenada a pena de
muerte por el delito de adulterio, la cual fue traída desde Salamanca donde ejercía la prosti-
tución y ahora está presa, porque el alcalde no quiere ejecutar la sentencia ni hacerle pagar las
costas, en A.G.S., RGS, Leg.150108,137 (Granada, 23 de agosto de 1501).
60 Vid, Bel Bravo, Mª. A., La mujer en la historia, Madrid, 1998, 184, pp.

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