Estrategias de revitalización regional y local en Gales: la nueva ola [1]

AutorPhil Cooke
CargoProfesor de la Universidad de Cardiff Traducido por Luis Belaustegi
Páginas08

Introducción

La década de los ochenta fue testigo de cambios radicales en la política regional y urbanística que sufrió el Reino Unido en general y, especialmente, Gales. En el ámbito urbanístico, existía un importante debilitamiento en la autonomía del gobierno local para gestionar el proceso de este tipo de desarrollo, ya que el gobierno central intentaba reducir costes, en parte poniendo freno a los poderes locales. Por eso, como afirmaba el analista de política urbanística Lawless (1991), había un movimiento encaminado a liberalizar y desregular la política urbanística. La liberalización incluía abrirse a las formulaciónes de esta política y, especialmente, a sus fases de implantación para el sector privado (Stockbridge Village, cerca de Liverpool y Birmingham Heartlands son ejemplos, a diferentes niveles urbanísticos, de formulación e implantación de una política que va más allá del ámbito del gobierno local directo). La desregulación ha ido incluso más lejos y ha tenido como consecuencia reducir o retirar los poderes de control a las autoridades de planificación del gobierno local en el uso de la tierra a través de Zonas de Uso Empresarial, Zonas de Planificación Simplificada y en áreas asignadas a las Corporaciones de Desarrollo Urbanístico.

El informe de la Oficina Nacional de Auditoría (1989) —Regenerating the cities [Regenerando las ciudades]— mostró, tal vez no de una forma tan sorprendente pero ciertamente drástica, cómo la dotación presupuestaria del Programa Urbanístico cambiaba de 1984 a 1993. Al principio, sólo el 25 por ciento de los 500 millones de libras gastados se asignó a la Corporaciones y Concesiones de Desarrollo Urbanístico, mientras que el otro 75 por ciento restante se gastó en el Programa Urbanístico, gran parte del cual obtuvo directamente ganancias sociales (no sólo privadas). Para 1993 (finalización del periodo) el Programa Urbanístico se había reducido a un 40 por ciento. Las Corporaciones y Concesiones de Desarrollo Urbanístico estaban ahora dando cuenta del 60 por ciento del gasto total. Presupuestos de 1989 fueron algo superiores (530 millones de libras), aunque supondrían cerca de 800 millones de libras para 1991. Aquel año, el Programa Urbanístico cayó hasta menos de un tercio del gasto. Por eso, está claro que ha habido un redireccionamiento masivo de los recursos hacia aquellas iniciativas políticas que funcionan ofreciendo, en primer lugar, ventajas para el promotor privado, a costa de las iniciativas que benefician más directamente a los residentes urbanos menos acomodados.

No existen disputas con respecto a este estado de cosas y el Gobierno, no sólo no desearía modificarlo, sino que aplaudiría estas políticas activamente como signo de que, a pesar de todo, habrían tenido el efecto de actuar contra las reyertas urbanas, reduciendo los índices de criminalidad y las reacciones racistas violentas. Se había hecho una inversión pública de más de 2000 millones de libras en las Corporaciones de Desarrollo Urbanístico Británico (UDC), desde que se crearon en 1981. La mayor parte del dinero se había gastado en los Docklands de Londres. Por ejemplo, el informe del Centro para las Economías Estratégicas Locales (CLES1990) mostraba que la Corporación de Desarrollo de los Docklands de Londres recibió 813 millones de libras, mientras que las otras diez UDC recibían 600 millones en asignaciones gubernamentales entre 1989 y 1992. Mientras tanto, el Programa Urbanístico recibía, en términos reales y para todo el país, unos 620 millones de libras.

La conclusión clara que debe extraerse de estos modelos de gasto es la siguiente: mientras que el gasto de la política urbanística en Gran Bretaña se ha trasladado al apoyo directo del sector privado, también se ha ido alejando geográficamente desde las regiones y hacia Londres.

Una pregunta interesante que surge en relación con esta deducción preliminar, que a buen seguro quedará sin respuesta, es si ¿se trata de una coincidencia o es parte de un modelo de política urbanística que también afecta al otro elemento principal del gasto gubernamental, es decir, al gasto territorial y especialmente al regional?

Lo primero es observar que, como se muestra en Hansard (18/12/91: Informe Oficial del Parlamento del Reino Unido), el gasto total del gobierno en Ayuda Regional cayó de 1.236 millones de libras en 1981 a 461 millones en 1991 (y a 102 millones de libras en 1995). Si estas cifras se deflactan para su comparabilidad del mismo modo que se hizo para el Programa Urbanístico, la reducción presupuestaria real va de los 2.163 millones de libras para 1982 a los 369 millones para 1991 (a precios constantes de 1989). No puede plantearse el hecho de que se trate de una reducción escalonada de la ayuda financiera real para las regiones económicamente deprimidas del Reino Unido. Ello compensa fácilmente el gasto extra ocasionado por el surgimiento de las Corporaciones de Desarrollo Urbanístico y aun permite auténticos reembolsos al Tesoro. Por tanto, en términos financieros, vemos que la política del gobierno británico para las ciudades y regiones desde aproximadamente 1979 ha sido impulsar la ayuda financiera a Londres y reducirla relativamente y, en muchos casos, absolutamente, a la mayoría de otras zonas que previamente estaban consideradas como necesitadas.

A tal punto ha llegado la preferencia política hacia Londres y el Sudeste de Inglaterra que, en el nuevo mapa de Ayuda Regional de 1993, extensas áreas que tradicionalmente habían sido receptoras de ayudas fueron degradadas a favor de otras localidades del Sudeste de Inglaterra. El fundamento para ello fue lo rápido del crecimiento del desempleo en estas últimas, mientras que en las antiguas zonas industriales como Gales era alto pero estable. De hecho, el nivel de desempleo en Gales se colocó por debajo de la media del Reino Unido en marzo de 1992 por primera vez desde 1924 (un signo de la longevidad del proceso de reestructuración de la economía galesa).

A pesar de todo, no se podría sostener con honestidad que los problemas económicos que han acosado a Gales durante tanto tiempo se hayan solucionado basándonos simplemente en su posición en el ranking de desempleo del Reino Unido. Así, por primera vez en el siglo veinte, todo el Reino Unido sufría una severa recesión, especialmente el Sudeste. A finales de 1993 las cifras de desempleo mostraban al Sudeste cayendo una vez más por debajo de la media del Reino Unido, mientras que Gales, por ejemplo, de nuevo en la media, se mantenía en o cerca de ella en 1995. Mientras que el Reino Unido se alejaba de la recesión a la velocidad de un glaciar, ya se podía anticipar que el Sudeste —normalmente la región más rica y menos proclive al desempleo del Reino Unido— podría regresar a una tasa de desempleo por debajo de la media. Entretanto, las regiones industriales más maduras habían perdido gran parte de las ayudas justificadas en virtud de los procesos de cambio industrial en los que estaban inmersas.

Distribuyendo la reducción presupuestaria regional

Gales está mejor dotado para tratar el tipo de reducción financiera descrito que, por ejemplo, las regiones de Inglaterra. El único otro lugar del Reino Unido igualmente preparado, si no mejor, es Escocia. Cada uno de ellos cuenta con un ministerio regional en el Gobierno del Reino...

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