Los resultados electorales: un 14 de abril contrarrevolucionario

AutorRoberto Villa García
Páginas113-168

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1. La jornada electoral y las primeras reacciones

Al amanecer del día 19 comenzaron a formarse las primeras colas ante los colegios al amparo de unas buenas condiciones meteorológicas, aspecto éste en el que coincidió toda la prensa de la época aún teniendo en cuenta la variabilidad territorial213. Las autoridades se esforzaron por mantener el orden y siguieron, en líneas generales, las estrictas instrucciones de neutralidad emanadas desde el Ministerio de la Gobernación por de su titular, Manuel Rico - Avello García de Lañón. La excepción, al decir de los nacionalistas y de los monárquico - tradicionalistas, fue el gobernador civil de Vizcaya, el coruñés Gonzalo Acosta Pan, que estaba adscrito al radical socialismo independiente. Acosta Pan había permitido que numerosos municipios de la zona minera quedasen sin suficiente presencia de las fuerzas de orden público y, por tanto, a merced de la presión de los partidos obreristas que en esa comarca eran hegemónicos214. Con todo, no puede hablarse en propiedad de que existiese allí una conculcación de la voluntad de los electores, exceptuando dos mesas de Portugalete. Más bien, tuvieron lugar una serie de enfrentamientos entre los agentes electorales socialistas y los nacionalistas y, también, entre aquéllos y las fuerzas de orden público. En este sentido, pueden servir como paradigma las violencias ocurridas en Sestao, Baracaldo, Guecho, Bermeo o en el mismo Portugalete. Éstas motivaron, en ocasiones, el aplazamiento de las elecciones en algún colegio. Así, por destrozos de urnas, hubieron de suspenderse los comicios en una sección de Guecho y en otras dos en Portugalete. Por el contrario, en Bilbao la tranquilidad fue prácticamente absoluta, al margen de episodios de carácter puramente anecdótico215. Es más, los resultados mesa por mesa que aparecieron días después en el Boletín Oficial de la Provincia de Vizcaya reflejaban una gran normalidad habida cuenta de que, tres días después de las elecciones, tan sólo dejaron de recibirse los resultados de siete mesas en toda la circunscripción urbana: cuatro de la capital, pertenecientes a los distritos de Bilbao la Vieja y Casilla respectivamente; una de Basauri, la primera del distrito de Arizgoiti; la sección primera de Górliz; y otra mesa de Musques, la segunda del distrito de San Juan.

Ninguna incidencia importante molestó el desarrollo normal de la elección en Guipúzcoa donde el gobernador civil, el radical socialista AntonioPage 114 Cepas López, supo mantener el orden. Lo mismo puede decirse de Álava, aunque deslució un tanto la jornada electoral el candidato del PRRS, César Castresana Peciña. Éste telegrafió a varios pueblos de la provincia que el aspirante izquierdista Susaeta y el radical Amorós se habían retirado de la lucha quedando él como único candidato republicano216. Las postreras denuncias de las formaciones políticas afectadas ante el gobernador civil, Pedro García Dorado, surtieron efecto, aspecto que prueba la insignificante votación que obtuvo Castresana en toda la provincia: noventa y ocho sufragios. En Navarra se temía, por el contrario, una jornada difícil habida cuenta de las frecuentes violencias ocurridas durante la campaña y que habían desembocado en los luctuosos sucesos de Cadreita. Sorprendentemente, la enérgica, y al mismo tiempo neutral actuación del gobernador civil, José Quirós Fernández - Tello, hizo que los comicios se celebrasen con absoluta normalidad. Prueba de la honestidad del jefe político provincial fueron los elogios brindados por la prensa tradicionalista hacia Quirós pese a su ideología radicalmente antitética217.

Conforme avanzaba el recuento de los resultados en cada sección, socialistas y republicanos iban percibiendo la magnitud de su derrota. Los nacionalistas habían sacado triunfantes a todos sus candidatos a excepción de Navarra, donde las derechas españolistas se aseguraban el copo de la representación. Oriol lograba más de la mitad de los sufragios alaveses, mientras que el tradicionalista Oreja y el alfonsino Maeztu obtenían las minorías por Vizcaya provincia y Guipúzcoa respectivamente. Contra todo pronóstico, la desunión derechista tampoco afectaba las posibilidades de victoria del PNV en la Vizcaya urbana, pues sus candidatos iban por delante en el escrutinio. Se confirmaba ya el gran triunfo de los jelkides en la ciudad de Bilbao. Por otra parte, las diferencias de votos entre los cuatro candidatos de la conjunción republicano - socialista eran tan pequeñas que no era posible asegurar quién de ellos obtendrían los dos puestos por la minoría.

Las reacciones de la prensa fueron muy dispares. El 21 de noviembre los periódicos izquierdistas reconocían ya la derrota de sus candidatos sin ambages. El Liberal la aceptó con mucha moderación, con un titular que rezaba: "Sin desánimo: ¡Adelante por la República de izquierdas!" y en su editorial hacía una profesión de fe democrática y culpaba al voto femenino de la derrota, aún manifestando su esperanza en que su orientación cambiaría con el tiempo. Además avisaba al PNV que, con unas Cortes de predominio radical - derechistas, no podría sacarse adelante el Estatuto218. También se podía considerar moderado el postrero editorial de La Lucha de Clases, aunque aquí se culpaba de la derrota al caciquismo de las derechas, a suplantaciones en el voto femenino realizado por las emakumes y a la división del obrerismo político219. De estos tres factores, tan sólo el último pareció tener alguna virtualidad, puesPage 115 el semanario no citó caso concreto alguno de fraude o corrupción electoral. Más bien parecía una acusación lanzada por despecho, algo que siempre solía hacerse después de una derrota electoral. Mucho más extremista fue la reacción del semanario socialista navarro ¡¡Trabajadores!! Uno de los artículos, titulado "El Socialismo frente al Fascio", comenzaba así:

"Se han hecho las elecciones. La máquina clerical - fascista ha fabricado su mayoría según estaba previsto y los jesuitas, técnicos de esta elección, tendrán un motivo más para alabar al Dios de los caciques.

La Iglesia española, materialista, intransigente, rencorosa y llena de apetitos temporales demostró la perfecta organización de sus sacristías y la elección del día 19 sirvió para hacer el recuento del ejército incontable de curas, frailes, monjas, sacristanes, beatas y demás zánganos mantenidos por el pueblo español"220.

Tras exponer a sus lectores los entresijos de un complot de jesuitas y lerrouxistas para traer el nazismo a España e imponer como "Führer" a José María Albiñana, terminaba el artículo con la siguiente invocación:

"¿Consentirá la España trabajadora una traición semejante? ¿Dejaremos nosotros los socialistas que se consume la farsa preparada por el fascio monárquico republicano bajo la inspiración directa de la Compañía de Jesús? ¡No! ¡Antes mil veces la muerte en el campo o en la calle!

Y en eso estamos. Fascismo o Revolución Social. Tal es el dilema. Para nosotros, socialistas, la elección no es dudosa"221.

En otro artículo trató de demostrar que las elecciones en Navarra habían sido una farsa. Sin embargo, del enorme cúmulo de atropellos atribuidos a las derechas sólo citó el supuesto apaleamiento de un apoderado socialista en Caparroso, municipio donde, por otra parte, comunistas y socialistas obtuvieron una nutrida votación, y un intento frustrado de expulsar a otro en Navascués que, precisamente por frustrado, no se llevaría a cabo. También mencionó un asalto carlista a la escuela de San Martín de Unx, donde agentes tradicionalistas destrozaron un cuadro simbólico de la República y una bandera tricolor, y el hecho de que, de los doce presidentes de mesa en Tudela, cinco fuesen curas.

Los diarios republicanos reaccionaron con resignación y, también, con no poco de desorientación. En este sentido, La Voz de Guipúzcoa nos dió, sin duda, el mejor patrón. En lo que denominaba un "anticipo de balance", anunció que esperaba el triunfo nacionalista en Guipúzcoa, aunque se mostraba sorprendido por la rotundidad de una victoria que había rebasado todos los cálculos realizados. Sobre el hecho de que las derechas españolistas obtuviesen el sexto escaño, lo atribuyó a la actitud del republicanismo másPage 116 izquierdista que, por rechazo al radical Juan Usabiaga, prefirió apoyar la candidatura socialista. No aludió para nada, al contrario que El Liberal, al factor del voto femenino, algo que resultaba sorprendente en un medio republicano. Finalizaba el balance esperanzado en la republicanización de Guipúzcoa y agradeciendo el apoyo de los electores que habían votado a la Coalición Republicana. De su acatamiento al fallo de los votantes no cabía expresar duda alguna222. Sí que podemos hacerlo, por el contrario, de la propia objetividad de esta percepción.

Si poco acertado resultaba el propio análisis, pues los votos de las insignificantes organizaciones republicanas de izquierda en Guipúzcoa no hubieran cambiado el resultado por cuanto que los monárquico - tradicionalistas habían doblado en sufragios a la Coalición Republicana, absolutamente nada lo era el titular del mismo número. En él se...

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