Evaluación del rendimiento físico del árbitro de fútbol

AutorCarlos Martínez García
Páginas57-78

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Introducción

El fútbol es sin duda el deporte que despierta mayor expectación en nuestro país. Bajo un punto de vista físico, el futbolista, es un atleta que requiere una serie de condiciones físicas concretas. Diversos estudios han caracterizado el perfil morfofiincional del futbolista de élite. Se conoce que a diferencia de otros deportes no existe una tipología característica del jugador de fútbol, y que los biotipos pueden ser muy variados excluyendo los que tienen un claro predominio endomórfico lo que ha sido utilizado para resaltar la importancia del fútbol como un deporte para todos (Marín, 1978).

Así por ejemplo los tipos de esfuerzos realizados por los jugadores de fútbol en función de las distancias recorridas varían bastante según los años en los que se han realizado las tomas.

En 1974, Brooke y Snoweles tomaron tres formas de esfuerzo, carrera lenta 55%; andando 33%y en "sprints" 12%. En 1993 Gorostiaga tomó los datos siguientes: Caminando 60%, velocidad moderada 30% y a velocidad submáxima el 3% y únicamente el 2% se realizaba a velocidad máxima. Los metros recorridos en función de los puestos específicos en el equipo fueron los siguientes: los defensas recorrieron 7.200 m., los me-diocampistas 8.000 m. y los delanteros 6.500 m.

El tiempo de participación en el juego medido en segundos fue de 0-20 s. el 51% del tiempo; de 21 a 40 s. el 30%; de 41 a 60 s. el 9% y más de 60 s. un 10%.

Según Bosco (1990) el recorrido cubierto por los jugadores varió según la posición. Los defensas cubrieron 8.245 m. + 816 m., los defensas centrales 7.759 m. + 521 m., los centrocampistas 9.805 m. + 787 m., y los delanteros 8.397 m. + 710 m.

Posteriormente Bosco (1992) en una revisión de diversos estudios sobre la participación de los jugadores señala la tendencia ascendente en el número de metros recorridos durante los partidos:

— Winterbottom (1959), señala 3.362 m. de los cuales 2.347 m. se realizaron caminando o a un trote ligero y 1.015 m. a carrera rápida.

— Wade (1977), registró recorridos entre 1.600 m. y 5.486 m. de los cuales de 1.372 m. a 3.657 m. se cubrieron andando o trotando despacio y entre 229 m. y 1.829 m. a carrera rápida.

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— Brooke y Knoeles (1974), registraron 4.833 m. de los cuales 1.611 m. lo hicieron caminando, 2.685 m. trotando y "esprintando" 537 m.

Los valores registrados por Reilly y Thomas (1976) para 40 jugadores profesionales ingleses fueron 8.680 m., de ellos 2.150 m. caminando, 3.187 m. trotando, 1810 m. en marcha sostenida, 974 m. "esprintando ", y 559 m. hacia atrás.

Los valores registrados por Whithers y col. (1982) para profesionales australianos fueron de 11.527 m., similares a los de cuatro defensas y centrocampistas ingleses en Whitehead (1975).

Los valores del consumo de máximo de oxígeno han mostrado también una tendencia a aumentar. Así Nowacki y de Castro (1984) señalan la mejora experimentada por los jugadores de la selección alemana de fútbol que registraron valores de 53,8 + 5,7 ml/kg/ min en 1974 y aumentaron sus valores hasta 59,5 + 5,4 ml/kg/min en 1981/1982. dichos autores recogen las diferencias observadas según los diferentes puestos. Así por ejemplo, los porteros registraron valores de 53,6 ml/kg/min, los defensas 61,0 ml/kg/min, medio-campistas 60,0 ml/kg/min, y los delanteros 60,0 ml/kg/min. La frecuencia cardíaca media máxima fue 176 + 8 l.p.m. y resultaba similar a las 174 + 8 l.p.m. del año 1974. las frecuencias cardíacas máximas registradas fueron respectivamente 185 l.p.m. en los 2 porteros; 173 l.p.m. en los defensas, 172 l.p.m. en los centrocampistas, y 180 l.p.m. en los delanteros.

Durante los partidos, la mayor parte de los jugadores alcanzan frecuencias cardíacas máximas o cercanas a ellas durante bastante tiempo y se calcula que 2/3 del partido lo realizan a una frecuencia cardíaca en torno al 85% de su frecuencia cardíaca máxima. (Smodlaka, 1978, Ekblom y Col. 1981). En base a tales resultados puede estimarse que el consumo de oxígeno osciló alrededor del 70-80 % del máximo (Smodlaka, 1978) o del 60-80% del máximo (Bosco, 1990).

También se discute la importancia de obtener energía mediante la vía anaeróbica lactácida. Los valores de acumulación del lactato (8-12 mM/1) son acordes con el tipo de trabajo que el jugador debe realizar, un trabajo continuo moderado alternado con períodos de alta densidad y de breve duración. La acumulación de lactato es mayor y se hace más evidente según aumenta la categoría de la competición.

Igualmente conoce la necesidad de cierta relación entre las fuerzas extensoras y las flexoras de la rodilla y sobre la conveniencia de poseer un mínimo de flexibilidad. Esta serie de datos se considera importante para favorecer su rendimiento a corto y largo plazo.

Al margen de la amplia variabilidad de los datos señalados, resulta evidente que para poder seguir el desarrollo del juego, y a los jugadores que pueden variar la intensidad de sus esfuerzos y alternarse con otros compañeros en el desarrollo del partido, tiene que ser necesaria una buena condición física del arbitro para poder estar lo más cerca posible del desarrollo de las jugadas.

Curiosamente, cuando se consideran las características morfofuncionales de los deportistas que intervienen en un partido de fútbol, se olvida que el desarrollo del juego depende en gran medida del arbitraje. Sin duda, la amplia experiencia y conocimiento profundo del reglamento y del juego facilita en gran medida esta labor, no obstante es fácil

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deducir que para que pueda realizar su labor adecuadamente, el arbitro deberá ser capaz de seguir de cerca las múltiples situaciones del juego.

Su toma de decisiones deberá realizarla de manera instantánea y parece razonable que para poder realizarla tenga cierta claridad mental. La fatiga indebida, como consecuencia de una condición física no adecuada, producirá una incapacidad para poder seguir el juego con la celeridad requerida y afectará a la toma de sus decisiones.

En contra de lo que podría pensarse los estudios referidos a las condiciones físicas de los arbitros de fútbol son prácticamente inexistentes a pesar que las citas bibliográficas referidas al fútbol son muy abundantes. En las bases de datos consultadas (Sport Dis-cus y Heracles) se localizaron 7.366 artículos relacionados con el fútbol. Sólo 12 de ellos hacían referencia a la problemática de los arbitros. En ellos puede observarse que el contenido es mayormente autobiográfico, si bien existen algunos estudios pioneros en el análisis del rendimiento del arbitro de fútbol tales como los publicados en las revistas The Physician and Sport Medicine en 1978, y Medicina dello Sport Italie, 1992. Puede concluirse que la información objetiva relativa a los requerimientos físicos del arbitro de fútbol es escasa e inexistente en nuestro país.

Conscientes de la responsabilidad que tienen los arbitros sobre el terreno de juego y la enorme trascendencia de sus decisiones, la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) impuso la realización de una serie de pruebas físicas que valoran de una manera práctica la capacidad de los arbitros de fútbol. Se basan en diversas modalidades de la carrera y en las cualidades que se consideran más importantes para mantener el esfuerzo físico durante los partidos de Fútbol.

Las pruebas adoptadas en nuestro país siguiendo las directrices de la FIFA son las siguientes:

  1. La prueba de Cooper: consistente en correr la mayor distancia posible en un tiempo previamente establecido (12 minutos). Para considerar esta prueba como satisfactoria se deberá recorrer un mínimo de 2.700 metros.

  2. La segunda prueba es una prueba de velocidad que consiste en correr 50 metros realizando dos intentos. Cada uno de ellos deben realizarse en un tiempo menor de 7,5 segundos.

  3. La tercera prueba consiste en una carrera de 200 metros realizando dos intentos. Cada uno de ellos deberá realizarse en un tiempo menor de 35 segundos.

Estas pruebas se realizan dos veces al año y es requisito indispensable superarlas en su totalidad para poder seguir arbitrando.

La inclusión de la primera prueba podría justificarse basándose en la duración de los partidos, dos tiempos de 45 minutos que a pesar de requerir la participación del arbitro de forma intermitente, requerirá que se desplace continuamente por el campo durante el desarrollo del partido. De hecho y aún basándonos en apreciaciones de tipo subjetivo no sería exagerado suponer que la participación del arbitro pueda superar la duración y número de metros de muchos de los jugadores que están participando en el juego de forma activa.

La justificación de la segunda prueba, una prueba de velocidad, vendría dada por la necesidad de desplazamiento cortos a cierta velocidad, y condicionada por las característi-

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cas del juego en las que son abundantes este tipo de desplazamientos relativamente cortos. En un contexto funcional se podría considerar que esta prueba valora la potencia anaeróbi-ca aláctica, es decir, la forma de obtener energía por la vía anaeróbica alactácida. Cabe reseñar no obstante, que en un contexto práctico la condición necesaria para estos desplazamientos breves a cierta intensidad...

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