La religión como timo

AutorGabriel Albiac
Páginas183-184

Page 183

La religión, ¡vaya timo! es un escrito de combate. Eso diferencia su tono del más habitual en una obra, la de Gonzalo Puente Ojea, marcada por la grave austeridad del rigor académico. Integrado en una colección que busca entroncar con la tradición de los opúsculos que, primero con el libertinismo erudito en los inicios del siglo XVII, luego con la gran producción ilustrada del XVIII, busca hacer accesible al gran público principios teóricos de cuya aplicación pende buena parte de nuestra vida cotidiana. Y que busca, sobre todo, denunciar los mecanismos de embrutecimiento a través de los cuales le son arrebatados a los hombres los medios de hacer uso de su voluntad y más bien preferir la servidumbre que la independencia.

El género -que Paul-Louis Courier tipificará en su clásico Pamphlet des pamphlets a inicios del siglo XIX- exige una alta maestría. Porque se trata de hacer de la más firme erudición instrumento al alcance del lector menos técnico. Y de trocar la aspereza inevitable de la investigación en material luminoso y, en la hipótesis óptima, festivo.

Puente Ojea aborda eso en la culminación de su enorme obra teórica. En 2009, cuando el librito ve la luz, su autor es ya, sin lugar alguno a dudas, la figura mayor de las letras hispanas en lo que a la crítica de religión y creencia concierne. La extensión y hondura de sus obras asombra a cualquiera que se haya asomado seriamente a ellas. Y eso con absoluta independencia de acuerdos o disensiones. Desde aquellos dos volúmenes sobre estoicismo y cristianismo, que la editorial Siglo XXI editara mediados los años setenta y que nos abrieron a todos un campo de búsqueda poco frecuentado en España, hasta los indispensables Elogio del ateísmo y Ateísmo y religiosidad de los años noventa, y a los últimos El mito de Cristo y El mito del alma, Gonzalo Puente ha ido tejiendo una obra de coherencia blindada. Ahora, con el conjunto de su obra a la vista, puede permitirse el lujo de este ejercicio de estilo al alcance de muy pocos: hacer de la sabiduría artefacto para la demolición de los engaños.

Porque de los engaños habla este libro. De la indispensable fuerza conceptual que es preciso desplegar para que no arruinen por completo nuestras vidas. De la apuesta quizá más importante en la vida de los hombres: saber quién y cómo nos burla. Un timo. Pero de envergadura muy distinta a los engaños que generan perjuicios materiales más o menos incómodos. Porque lo que aquí se nos roba es la...

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