Mi relación personal con Aurelio

AutorGonzalo Rodríguez Mourullo
CargoCatedrático Emérito de Derecho Penal en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.
Páginas67-70

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Gonzalo Rodríguez Mourullo*

Cuando Ángel Rojo me dijo telefónicamente que Aurelio había fallecido me emocioné, se quebró mi voz y fui incapaz de articular palabra. Tuve en aquellos momentos una sensación como no había vuelto a tener desde el fallecimiento de mis padres. Comprendí entonces una vez más que Aurelio fue para mí mucho más que el amigo entrañable y el admirado compañero de Facultad.

Fue la persona que en un momento determinado cambió el rumbo de mi vida personal, familiar y profesional. Y no hablo en términos metafóricos, sino reales.

Fue la de Santiago la primera Cátedra de Universidad de Aurelio, que había impartido docencia ya a otros niveles, pero yo no tuve la suerte de ser su alumno, porque cuando él se incorporó, yo estaba ya recién licenciado y ampliando estudios como becario en la Universidad de Roma. Si lo fue Matusa, mi mujer, que estudiaba en la misma Facultad, pero en cursos posteriores.

Mi relación con Aurelio y su esposa, la inolvidable Mercedes, una mujer que irradiaba bondad y ternura, comenzó en Oviedo siendo yo ya Catedrático.

El matrimonio Aurelio-Mercedes nos prestó una impagable ayuda para adaptarnos a la sociedad ovetense, de la que fue especial beneficiaria mi mujer, madre de dos bebés que se llevaban once meses de diferencia.

En el curso 1970-71 quedó vacante la Cátedra de Derecho Penal de Santiago, que obtuve por concurso de traslado, de la que tomé posesión ante el Rectorado de Oviedo, solicitando en el mismo acto quedarme en comisión de servicios hasta el 30 de septiembre, para no interrumpir el curso.

* Catedrático Emérito de Derecho Penal en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.

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Con ello estaba convencido de que se colmaban todas mis aspiraciones. Retornaba a la Universidad de la que procedía, que me esperaba con los brazos abiertos hasta el punto de que nos habían asignado una de las viviendas existentes en el Campus para Catedráticos y volvíamos al seno de nuestras respectivas familias, con la ayuda que esto representaba para mi mujer.

Fue a principios de junio de 1970, cuando yo estaba pendiente de hacer los exámenes correspondientes y marcharme inmediatamente después a Santiago, cuando Aurelio se cruzó en mi camino.

Me llamó a su despacho para decirme que el Ministerio de Educación le había encargado la implantación de una nueva Facultad de Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid y que quería que yo le acompañase en esa aventura.

Le agradecí mucho...

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