La regulación climática en el medio natural: absorción y compensación co2 en el sector utcuts y el singular potencial de los montes

AutorBlanca Rodríguez Chaves Mimbrero
Páginas621-646

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1. La regulación climática está intrínsecamente ligada al sector utcuts

La regulación climática está intrínsecamente ligada a los bosques, siendo estos un eslabón vital en el ciclo del carbono. A través de la fotosíntesis, durante su crecimiento los árboles incorporan dióxido de carbono de la atmósfera en forma de materia viva, actuando así como sumideros de carbono. Esto confiere a los bosques, así como al sector del Uso de la Tierra, Cambios en el Uso de la

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Tierra y la Selvicultura (UTCUTS, y LULUCF, por sus siglas en inglés, Land Use, Land Use Change and Forestry) en el que se integran, un singular potencial para contribuir en la mitigación del cambio climático. Dos datos que ponen de manifiesto esta importancia: se estima que en 2009, en la Unión Europea este sector secuestró de la atmósfera un equivalente al 9% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, y la cifra de absorción entre 2005 y 2010 por los bosques alcanzó un total de 430 millones de toneladas de CO? equivalente (European Environment Agency, 2016). En el caso de España, que, después de Suecia, es el segundo Estado miembro de la Unión Europea en cuanto a superficie forestal (ocupan el 54% de la superficie de España) y en la tercera en lo que a superficie forestal arbolada se refiere (además, casi la mitad de los matorrales y pastizales europeos se sitúan en nuestro país, cubriendo el 18,9% de la superficie nacional), en el avance de la tercera edición del Informe de «La Situación de los Bosques y el Sector Forestal en España - ISFE», correspondiente a octubre de 2017, se indica que España almacena en su biomasa forestal (parte aérea y parte radical) 609,5 millones de toneladas de carbono.

Cuando además estos sistemas se gestionan con criterios de sostenibilidad, no solo se garantiza el mantenimiento de numerosos servicios y funciones ecosistémicas igual de importantes como son la protección del suelo, la regulación del ciclo hidrológico o la conservación de biodiversidad; también se puede potenciar el secuestro de carbono, así como la permanencia del stock a largo plazo en los diversos almacenes forestales y en los productos y materiales resultantes (Pardos, 2010). En efecto, se ha comprobado científicamente que las prácticas asociadas a la gestión forestal pueden contribuir de manera significativa a la fijación de carbono tanto en la vegetación como en el suelo. De los estudios recientes se desprende que en la gestión forestal lo más importante es la elección de la masa forestal principal: masa regular versus masa irregular. Se ha comprobado por los científicos que el efecto sumidero es mayor cuando la masa forestal es irregular o mixta pues es suelo siempre está cubierto por una cobertura vegetal. La composición de la masa forestal es fundamental. Dicho con otras palabras: cuando aumenta la riqueza de especies aumenta la función como sumidero de carbono. En efecto, aparte del aumento de la superficie forestal mediante plantación y cambios de uso del suelo, es posible aumentar la capacidad de acumulación de biomasa de los sistemas forestales ya establecidos mediante la aplicación de distintas propuestas de gestión (De la Cruz, S., et al., 2016;. 4 y ss.; Bravo, F., et al., 2007; Bravo, F., et al., 2008; 225-234; Cañellas, I., et al., 2008; COSE, 2008; Montero, G., et al., 2005; y Ruiz-Peinado, R., 2013). Pero a pesar de esta evidencia científica de que la gestión forestal mantiene o incrementa el stock de carbono, hoy por hoy «trabaja gratis» pues queda fuera del cómputo como sumidero de carbono.

Por todo lo dicho en la mitigación y la adaptación del cambio climático, que es uno de los retos a los que nos enfrentamos en el siglo xxi, ha adquirido una notoria importancia el rol de los sistemas forestales. Pero, su potencial, hoy por

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hoy, a pesar de los recientes avances normativos propuestos desde la Unión Europea, se encuentra todavía mermado, principalmente por dos condicionantes:

- El sector UTCUTS no se tiene en cuenta en los objetivos climáticos de reducción de emisiones en un 40% de la UE para el año 2030 (26% para España), dejando fuera de la lucha a un sector con potencial de mitigación como es la gestión forestal, de especial interés por su contribución a la conservación de los bosques y sus numerosos servicios ecosistémicos.

- Además, los sectores difusos, no regulados por el Régimen de Comercio de Derechos de emisión (EU ETS), entre los que se encuentran sectores como el transporte o la agricultura, suponen un 60% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y su implicación en la lucha contra el cambio climático es voluntaria. Este porcentaje aumenta hasta un 61% en el caso de España, que representan un total de 201,4 Mt de CO? equi-valente (MAGRAMA, 2016).

Los bosques de la UE ocupan 159 millones de hectáreas, 37% del área total, esto incluye un incremento del 7% desde 1990. Son bosques en su mayoría (85%) gestionados y disponibles para la producción de madera como principal producto. Se corta aproximadamente el 75% de la posibilidad anual. Aportan un incremento anual de almacenamiento de carbono de 435 Mt CO?/ año (Promedio entre 1990 y 2012). Esto supone casi el 10% de las emisiones totales de la UE en el año 2012. Si se tiene en cuenta el secuestro proporcio-nado por los productos de madera de uso duradero se añaden otros 44 MtCO?/ año (1% de las emisiones o 10% del secuestro anual por los bosques). El efecto de mejora del balance de carbono debido a la sustitución de otros ma-teriales por productos forestales se estima en 90 MtCO?/año, es decir un 2% de las emisiones de gases efecto invernadero. La biomasa, que es principalmente forestal, supone un 6% del consumo energético de la UE (2013). Naturalmente se trata de un programa a medio plazo (periodo de implementación 2021-2030) y cuya magnitud podría tener un impacto importante en el sector forestal europeo (Rojo Serrano, et al., 2017).

A partir de este potencial en los últimos años, el sector forestal ha aumentado su importancia en la esfera política internacional al quedar incluidos como parte de la solución en la lucha contra el Cambio Climático tanto en la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y como en el Acuerdo de Paris 2015. Estas y otras iniciativas están impulsando una nueva gestión forestal para dar respuesta a estos complejos desafíos emergentes y urgentes. Ya se habla de Climate Smart Forestry (Nabuurs et al., 2015), Gestión Forestal Adaptativa y, en un ámbito más amplio, de Descarbonización de la EconomíaBioeconomía, considerado un sector clave dentro del Desarrollo Sostenible.

En estos momentos se está negociando el borrador del nuevo reglamento UTCUTS, donde se determinará de que forma el sector forestal contribuirá a

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alcanzar las metas de limitación de emisiones de los Estados Miembros (EEMM) dentro del compromiso conjunto de la Unión Europea (UE). En la propuesta base, hay elementos favorables para el sector forestal, como la consideración de la biomasa forestal como neutral en emisiones de carbono, la incentivación de la reforestación al permitirse que esta descuente las emisiones de otros sectores, y la contabilización del carbono almacenado en los productos forestales (tableros, madera de sierra…). Sin embargo, la manera en la que se considera la Gestión Forestal dentro de la contabilidad de las emisiones, que estaría seriamente limitada por el llamado «nivel forestal de referencia», ha desatado muchas críticas por parte de los estados miembros con sectores forestales más potentes (CEPF, 2017). Sus temores son que no haya incentivos para una gestión forestal activa que proporcione, además de una función de almacenaje de carbono en pie, una importante fuente de materiales y combustibles que sustituya a otros de elevadas emisiones, y que al contrario, las políticas se orienten a impulsar el almacenaje de carbono reduciéndose las cortas. En opinión de los técnicos en la materia, para mantener y aumentar el potencial de los bosques europeos y dar cumplimiento al Acuerdo de Paris, la política de la UE debe promover la Gestión Forestal Sostenible (GFS) y reconocer los beneficios climáticos a largo plazo del uso de productos derivados de la madera, impulsando una Europa libre de combustibles fósiles. En ese sentido ellos señalan que la política de clima de la UE debe ir unida al desarrollo de la bioeconomía. En cualquier caso, el texto está abierto a discusión y son muchos los EEMM que están intentando favorecer que la GFS se vea reconocida e impulsada en el nuevo Reglamento UTCUTS.

Dos hitos de enorme potencial de incidencia en la política forestal internacional: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París (COP 21).

En septiembre de 2015, los países adoptaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Un nuevo marco global de acción que incluye un conjunto de 17 ambiciosos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODM). Este acuerdo es un verdadero hito debido a que los ODM son inclusivos, no dejan a nadie atrás, y ofrecen una visión de un mundo más justo, más próspero, pacífico y sostenible. Están integrados, vinculados entre sí y se equilibran las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo sostenible. El objetivo 15, y en particular la 15.2 y 15.3 son de gran relevancia para el sector forestal.

Objetivo 15.2: De aquí a 2020, promover la puesta en práctica de la gestión sostenible de todos los tipos de bosques, detener la deforestación, recuperar los bosques degradados y...

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