La Reforma Agraria y el Crédito Hipotecario.

AutorManuel Villares Pico
Páginas611-622

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La Ley de la Reforma y Desarrollo Agrario de 12 de enero de 1973 crea el Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario, con los fines siguientes: a) La transformación económica y social de las grandes zonas y de las comarcas que así lo precisen, en beneficio de la comunidad nacional y la mejora del medio rural, en orden a la elevación de las condiciones de vida de la población campesina. b) La creación, mejora y conservación de explotaciones agrarias de caractersíticas socioeconómicas adecuadas. c) El mejor aprovechamiento y conservación de los recursos naturales en aguas y tierras.

Esta Ley mira principalmente a la transformación de las grandes zonas o comarcas, con planes de mejora para comarcas definidas y la concentración parcelaria; pero no aparecen en la Ley los medios prácticos y fáciles para que los labradores pequeños y medianos tengan a su alcance formas de crédito hipotecario para obtener dinero muy fácilmente para las explotaciones agrícolas corrientes y anuales.

No nos referimos a la hipoteca corriente, empleada para obtener un préstamo corriente, por razón de una deuda cualquiera, sino a otras hipotecas mucho más prácticas para el labrador pequeño y mediano, que son, a mi juicio, los productores más dignos, en estos tiempos, de la atención de todos, porque a su cargo está la principal y básica fuente de todas las riquezas, que es la agricultura, donde radica y se vive la sencillez del campo y la base de la nobleza, por ser gente sincera, con la faz del alma hacia la luz espléndida, nobleza que tanto escasea en otras partes.

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Medios de crédito para el labrador

La necesidad del crédito en la agricultura aumenta de día en día, porque el labrador precisa fondos no sólo para la compra de ganados en el tiempo más oportuno, sino para soportar las pérdidas ocasionadas por un pedrisco, de una sequía, de plagas agrícolas y para el cultivo, comprando abonos y aperos de labranza modernos, y también para poder vender en el tiempo más oportuno y conseguir los precios más remuneradores de sus cosechas. Y por el contrario, a medida que aumenta la necesidad del crédito en la agricultura, se observa una corriente en sentido contrario, que viene a complicar el problema; o sea, que el dinero de los pueblos y aldeas emigra a las ciudades. Vemos los labradores ricos en las ventanillas de los Bancos de las ciudades, cobrando sus cupones, ingresando su dinero en las Cajas de Ahorro, en las cuentas corriente de depósito; y luego, si van los pequeños o medianos labradores a pedirles dinero prestado a dichos acomodados productores, les dirán seguramente que no tiene dinero disponible, aunque reconozcan como suficiente su crédito personal y se verán obligados a solicitar créditos de los Bancos, que no se concederán fácilmente a los pequeños y medianos labradores, porque éstos son desconocidos en las ciudades donde no se cotiza su laboriosidad, su honradez y su crédito personal, y por tanto, como estos labradores no ofrezcan garantías muy aceptables, los Bancos les cierran las ventanillas. Es decir, que el dinero de los pueblos y de las aldeas viene a los Bancos de las ciudades, pero el dinero de éstos no vuelve a la agricultura.

Hay que orientar a dichos labradores y proporcionarles medios fáciles y aceptables de crédito, a fin de que tengan dinero prestado disponible cuando lo precisen y no se vean obligados a vender sus productos a precios inferiores.

Crédito es confianza en el pago; seguridad de que las obligaciones serán cumplidas. El crédito a los labradores conviene que reúna las condiciones siguientes: 1.° Que el crédito sea fácil de conseguir, por su garantía aceptable. 2.° Que el interés no resulte elevado. 3.° Que el crédito se otorgue con pocos y fáciles trámites. 4.° Que el plazo de devolución pueda ser largo, a fin de que el pago se pueda efectuar con holgura y no se vea el labrador apremiado a vender sus cosechas por precios bajos; y 5.° Que el préstamo pueda satisfacerse mediante pagos parciales.

El labrador es individualista; la tierra le imprime este carácter; el Page 613 labrador espera poco de los demás hombres, y así se resiste a la solidaridad de los demás productores. Sólo espera de la tierra y del cielo a que le mande lluvias y sol a su tiempo y le preserve de pedriscos y plagas agrícolas. Por esto el labrador es sociable con sus tierras y con Dios. Por esto el labrador es individualista y religioso.

Crédito inmobiliario o hipotecario

Este crédito se funda en el valor permanente de las fincas hipotecadas; valor desligado del deudor y capaz para responder de la obligación, a despecho de toda eventualidad; es decir, que el acreedor fija su confianza en el valor de las fincas afectadas a la garantía, sin que tenga que preocuparse de la situación económica del deudor. Es el crédito objetivo por excelencia. Al labrador le resulta más útil que ningún otro crédito la cooperación de la propiedad de sus fincas como garantía sólida en los préstamos; y esta garantía actúa en nuestro régimen inmobiliario, en forma de hipoteca, que es, como se sabe, un derecho real de garantía, constituido generalmente sobre bienes inmuebles determinados y que faculta al titular de este derecho a hacer efectiva la obligación asegurada con el valor de dichos inmuebles.

Hay varias modalidades de hipotecas voluntarias; pero en la práctica apenas se hace uso más que de la hipoteca clásica; esa hipoteca que se llama corriente, ordinaria, normal, de tráfico; esa hipoteca que se constituye para asegurar obligaciones predeterminadas; esa hipoteca que va siempre atada a la...

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