Algunas reflexiones (políticas) sobre la naturaleza del matrimonio y la familia

AutorMiguel Ayuso
Páginas151-168
ALGUNAS REFLEXIONES (POLÍTICAS)
SOBRE LA NATURALEZA DEL MATRIMONIO
Y LA FAMILIA
Miguel AYUSO
Universidad Pontificia Comillas de Madrid
Presidente de la Unión Internacional de Juristas Católicos
1. INTRODUCCIÓN
Si admitimos que la doctrina social de la Iglesia, en sentido estricto,
esto es, en su significación moderna, no es sino la «contestación cristiana
del mundo moderno», se comprende que el propio magisterio eclesiásti-
co en la Edad contemporánea haya tenido el carácter diferencial de ocu-
parse, de un modo inusitado en siglos anteriores, de cuestiones de orden
político, cultural, económico-social, etc., ofreciéndonos todo un cuerpo
de doctrina centrado en la proclamación del Reinado de Cristo sobre las
sociedades humanas como condición única de su ordenación justa y de su
vida progresiva y pacífica 1. Es cierto también, sin embargo, que el moder-
nismo, combatido en los primeros decenios del siglo XX y en rigor nunca
vencido, campante en los años del II Concilio Vaticano y en los poste-
riores, extendió una ola de conformismo con el mundo que iba a poner
en la penumbra la realeza social de Jesucristo como centro de aquella
1 F. CANALS, «La doctrina social de la Iglesia», Verbo (Madrid), nn. 255-256 (1987),
pp. 639 ss.
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predicación. Que llega hasta nuestros días 2. El corazón de la resistencia
se desplazó, pues, abandonada la comunidad política, a la familia y a la
persona, sobre las que se concentran las agresiones de la modernidad.
En LEÓN XIII encontramos una exposición canónica del papel e im-
portancia de la familia: «He aquí, pues, la familia o sociedad doméstica,
bien pequeña, es cierto, pero verdadera sociedad y más antigua que cual-
quiera otra, la cual es de absoluta necesidad que tenga unos derechos y
unos deberes propios, totalmente independientes de la potestad civil. Por
tanto, es necesario que ese derecho de dominio atribuido por la natura-
leza a cada persona, según hemos demostrado, sea transferido al hombre
en cuanto cabeza de la familia; más aún, ese derecho es tanto más firme
cuanto la persona abarca más en la sociedad doméstica [...]. Al igual que
el Estado, según hemos dicho, la familia es una verdadera sociedad, que
se rige por una potestad propia, esto es, la paterna. Por lo cual, guardados
efectivamente los límites que su causa próxima ha determinado, tiene
ciertamente la familia derechos por lo menos iguales que la sociedad civil
para elegir y aplicar los medios necesarios en orden a su incolumidad y
2 Cfr. M. AYUSO, La constitución cristiana de los Estados, Barcelona, Scire, 2008,
pp. 28 ss. Para una evaluación crítica del problema, véase B. DUMONT, M. AYUSO y
D. CASTELLANO (eds.), Iglesia y política. Cambiar de paradigma, Madrid, Itinerarios, 2013.
Ese conformismo de base no ha excluido en ocasiones reacciones radicales contra el «or-
den» imperante, taradas en el fondo por la progenie de sus premisas. En este sentido, si
la doctrina social de la Iglesia es la «contestación» cristiana del mundo moderno, se han
alzado frente a éste otras «contestaciones», como la marxista, dependientes en todo caso
del universo contra el que reaccionaban, que han inficionado a veces la «cultura católica».
Cfr. la explicación de J. MADIRAN, L’hérésie du XX siècle, Paris, NEL, 1968: «En el mundo
moderno, la contestación cristiana y la marxista tienen más o menos la misma edad. El
Syllabus es el resumen de encíclicas y alocuciones de PÍO IX, que son contemporáneas a las
obras de MARX. Y los comunistas, en sus seminarios, estudian esta historia que vosotros
[se dirige a los obispos] ocultáis a los seminaristas cristianos y a los estudiantes católicos.
PÍO IX se convirtió en papa dos años antes del Manifiesto, promulgó el Syllabus tres años
antes de la aparición del Capital. Las dos contestaciones han comenzado a formularse
explícitamente más o menos en los mismos años. Y han seguido luego paralela su marcha,
de un lado las encíclicas sociales, del otro los escritos y la acción de LENIN. Los militantes
comunistas son instruidos cuidadosamente en su historia, se les enseña a ser orgullosos de
ella. Los militantes cristianos son privados de la suya: se les enseña a despreciarla global-
mente y a creer que el futuro empieza hoy. La contestación marxista es una falsificación
diabólica de la contestación cristiana. Por contenido y finalidad son rigurosamente opues-
tas. La contestación cristiana se eleva contra las injusticias y los contrasentidos del mundo
moderno y busca restablecer el orden natural. La contestación marxista usa como pretexto
estos contrasentidos e injusticias pero para alzarse contra el orden natural y destruir lo que
de él queda aún. Por lo que estas injusticias y contrasentidos serán finalmente conducidos
a un punto horrible de perfección por el comunismo» (p. 300).
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