Una reflexión crítica del etnocentrismo dominante en la interpretaci ón de las relaciones internacionales y el Derecho internacional

AutorCelestino del Arenal
Páginas63-69

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  1. Sin lugar a dudas, una de las características más significativas de la obra de Antonio Remiro, desde sus primeros escritos hasta el presente, es el análisis y la reflexión crítica sobre las relaciones internacionales y el Derecho Internacional, tanto en relación a su proceso de creación normativa como en su aplicación práctica, especialmente en aquellos escenarios en los que las grandes potencias lo han utilizado directamente en función de sus propios intereses.

  2. No en balde, en toda su obra están presentes como principios inspiradores, como él mismo destaca, "el realismo crítico, la reivindicación del cosmopolitismo y la contextualización política y sociológica de los análisis en la medida -variable- requerida por los diferentes temas abordados, El riesgo de errar o de ir contra corriente no ha impedido la toma de posición, las respuestas. Si hay algo extraño al conjunto de mis escritos... es la ambigüedad" 1.

  3. En esta posición crítica y contextualizadora, que compartimos plenamente 2, subyace una clara denuncia del etnocentrismo, en concreto eurocentrismo o americanocentrismo, según los momentos históricos, que ha marcado la evolución de la interpretación de las relaciones internacionales y el desarrollo del Derecho Internacional desde el siglo XVI y, en gran medida, hasta el presente, como consecuencia del papel protagonista y hegemónico, que, primero, Europa y, después, los Estados unidos han desempeñado en el proceso de conformación de la actual sociedad internacional y, consiguientemente, de creación y aplicación del Derecho Internacional que trata de regirla.

  4. A lo largo de toda la obra de Antonio Remiro, el relato en el que descansa su interpretación de las relaciones internacionales y, por lo tanto, su interpretación crítica del Derecho Internacional, se podría sumarizar,

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    sin pretender con ello seguir al pie de la letra su relato, en los siguientes términos.

  5. Si con anterioridad al inicio del proceso de expansión, conquista y colonización del mundo por Europa a partir del siglo XV, e, incluso, en las primeras etapas de esa expansión, hubo diferentes actores de lo universal, en ámbitos espaciales, culturales y de civilización diferentes al del mundo greco-romano y, posteriormente, al de la Cristiandad Occidental, que competían política, militar, económica y culturalmente con éxito con la misma, como fueron, por poner dos ejemplos especialmente significativos en los inicios del proceso de expansión y colonización europeas, el Imperio Chino, con la dinastía Ming (1368-1644), y el Islam, sin embargo, a lo largo de los cinco siglos posteriores, hasta mediados del siglo XX, que fue lo que duró el proceso de mundialización de la sociedad internacional, durante el cual protagonismo principal y hegemónico correspondió al mundo occidental, el único actor efectivo de lo universal, en lo político, lo militar, lo económico, lo científico-técnico, lo cultural, lo jurídico y en el ámbito del pensamiento, fue Europa, primero, y Occidente, después, despreciándose o negando todo lo que no fuese occidental y considerándolo como simple objeto de dominación o, como mucho, en ciertos círculos intelectuales, de exploración de lo diferente, de lo exótico, pero siempre en términos de subordinación. un protagonismo y una visión e interpretación occidentales y, más tarde, en concreto, especialmente estadounidenses, de las relaciones internacionales, que en el contexto de la globalización, continuará marcando decisivamente la sociedad internacional en la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI.

  6. En ese nuevo escenario que se abre en el siglo XV y que llega hasta nuestros días, marcado por el progresivo dominio de Occidente sobre el mundo, las teorías dominantes primero, y prácticamente únicas después, en la interpretación de esa nueva sociedad internacional en pleno proceso de formación, se van a desarrollar en el mundo occidental, desde una perspectiva occidental y, sobre todo, en función de los intereses y valores de Occidente, proporcionando a las mismas un marcado etnocentrismo, que prácticamente perdura hasta nuestros días, desapareciendo, perdiendo visibilidad y relevancia, desdibujándose, ignorándose o despreciándose las interpretaciones no occidentales.

  7. La dominación de Occidente sobre el mundo, que deriva de la mundialización y, más tarde, de la globalización, descansará, en consecuencia, en una historia universal construida desde y para Occidente y, consecuentemente, en unas interpretaciones de las relaciones internacionales hechas igualmente desde y para Occidente, en función de las realidades históricas, internas e internacionales, problemas, valores e...

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