Refinadas arquitecturas del imaginario maurófilo. Homenaje a una hispanista europea

AutorA. Stoll
Páginas183-187

Page 183

Distinguida colega y querida amiga Soledad,

Siendo un joven estudiante alemán de lenguas y literaturas románicas, me topé por primera vez, al comienzo de los años sesenta, en una de esas ediciones Austral sin introducción ni notas -al contrario de las excelentes ediciones de bolsillo de las que disponemos hoy-, con ese pasaje en el capítulo V del Quijote de 1605 en el que el protagonista se identifica con el moro Abindarráez, y no pude sino atribuir ese extraño impulso del hidalgo, tal y como lo sugiere insidiosamente el texto, a uno más de sus arranques de locura. ¿Cómo es posible -me pregunté irritado- que la flor y nata de la caballería cristiana y humanista tome como modelo al enemigo por excelencia en la lucha pluri-secular de la Reconquista en lugar de identificarse con el alcaide de la frontera, don Rodrigo de Narváez, sobre todo un instante después de que su afán de heroísmo le haya empujado a verse a sí mismo como una reencarnación de los nueve más preciados varones de la Fama, entre los cuales hay que contar al famoso jefe de los cruzados Godofredo de Bouillon?

Me quedé con esa idea, la de un disparate quijotesco más, hasta el momento en el que, años después, descubrí en la biblioteca de la Sorbona un ejemplar de la edición original publicada por la Revista de Occidente en 1956 de tu espléndido libro El Moro de Granada en la literatura (Del siglo XV al XX ), que me abrió los ojos repentinamente a una realidad literaria inopinada profundamente arraigada en el imaginario colectivo de la época: el idealismo maurófilo, que disfrutó de grandes favores entre los escritores, intelectuales y el público culto femenino durante toda la segunda mitad del siglo XVI y comienzos del siguiente. Así descubrí, en las líneas de tu tan ameno como erudito estudio, que antes de tener esa identificación «herética» como capricho de un loco, debía por contra comprenderla a tenor de la admiración de aquel amplio público maurófilo por la insigne nobleza, cortesía y virtud de la caballería granadina del pasado, cuyo himno la preciosa novelita del Abencerraje había cantado desde los primeros años de gobierno del joven rey Felipe II. Frente a la equivalencia perfecta de los códigos cristiano y musulmán de honor, virtud y amistad celebrados por ese bello cuento con fines de un auténtico «espejo de príncipes» renacentista, Don Quijote se me reveló así, paradójicamente, a través de su propia identificación con el moro Abindarráez y la de su Dulcinea con Jarifa, la amada de este valeroso abencerraje, como el

Page 184

último heredero de la magnanimidad transgresora de fronteras que el caballero caste-llano don Rodrigo de Narváez había aplicado en su trato a la noble pareja de cautivos, y en la que aquellos intelectuales se inspiraban para su defensa de los moriscos sus contemporaénos.

Como versión española ampliada de la tesis doctoral que presentaste en 1954 en la Columbia University de Nueva York bajo el título The Moor of Granada in Spanish Literature of the Eighteenth and Nineteenth Centuries, tu Moro de Granada nos enseñó las migraciones transterritoriales por los imaginarios colectivos de esa atractiva materia literaria enfocada en la excelencia de la caballería mora de Granada, que se convertiría en uno de los paradigmas más universales del Oriente como modelo de civilización para las generaciones futuras de poetas y artistas, en particular las románticas. Resultaron a ser un verdadero archivo de los conceptos concernidos por ese orientalismo del interior europeo esas propuestas de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR