La quiebra del principio de progresividad fiscal y posibles vías de revitalización del mismo

AutorRamón Soler Belda
Páginas293-295

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Todo trabajo de investigación debe estar encaminado a buscar una conclusión que mejore la situación actual que se describe. Todo lo dicho anteriormente ha enmarcado la visión de la progresividad en su evolución histórica, en su positivación legal y en las visiones legislativas que ha tenido tanto en Europa como en España. Y a esto es a lo que quiero dedicar la última parte de este trabajo, donde es importante entender que me estoy refiriendo a la situación concreta producto de la evolución de nuestra legislación y hacia donde entiendo que debe dirigirse en el futuro para incrementar la progresividad. Hemos conocido varias reformas fiscales, indudablemente existía la posibilidad de hacerlas de otro modo más acorde con nuestra constitución. Desde la promulgación de la misma y la redacción de las diferentes leyes que han ido levantando el entramado impositivo, debemos considerar que objetivamente nuestro sistema fiscal ha sido adecuadamente progresivo, aunque no se puede obviar que cada vez lo es menos. La presión fiscal no ha parado de subir en todo este tiempo, pese a ellos, los impuestos progresivos han visto reducida su aplicación y su tipo marginal, lo que supone un incremento de tipos en el resto del sistema impositivo y una reducción de la progresividad. El debate en torno a cómo deben tratarse los principios constitucionales es inexistente. La Constitución se ha convertido en intocable, pues no se aprecia la voluntad política necesaria para modificarla. No se trata de mantener la letra de una ley si no se ve acompañada por el espíritu que la creó. Para ellos podemos poner el ejemplo de la renta mundial601que unifica los ingresos a la hora de aplicar

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el tipo impositivo que corresponde a cada sujeto pasivo. Aprovechando las normas para evitar la doble imposición602, se ha llegado a un tipo modular que no tiene en cuenta los principios materiales tributarios de nuestro sistema603y en las que se basan la doctrina más reciente para acabar con la universalidad a la hora de tributar en un impuesto como es el IRPF. La presión directa se ha mantenido debido a la estabilidad del IRPF que hace que la aportación de los impuestos progresivos esté en torno al 30%, que no puede considerarse como un porcentaje excesivo, cuando además en torno al 10% del volumen del IRPF que suponen las rentas del ahorro, tributan con una progresividad limitada. Habría también que hacer un análisis sobre progresividad dentro del impuesto, la...

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