Aspectos psicológicos del enriquecimiento ilícito

AutorUsoa Almeida Pequeño - Gonzalo Barahona Pellicer - Martina Cabana Carames - Gema Cotán León - Susana Carolina de Rojas Vázquez - Nuga Santana Naranjo
Cargo del AutorPsicólogos. Centro Penitenciario de Palma de Mallorca
Páginas71-97

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Introducción

Desde nuestra experiencia, como psicólogos penitenciarios, responsables y directamente implicados en el tratamiento de todo tipo de personas enfrentadas al derecho penal, queremos aportar la visión general que, desde nuestro campo de trabajo, tenemos sobre las personas que cumplen condena por delitos, que podríamos considerar, de enriquecimiento ilícito. Consideramos que trabajar desde un enfoque interdisciplinar enriquece el conocimiento de las personas, los hechos y las hipótesis, y así nos acercamos a esta tipología delictiva intentando ofrecer un posible peril, algunas teorías explicativas y el posible tratamiento.

No se trata de una investigación cientíica exhaustiva en tan extenso cam-po, ni de recoger datos estadísticos, ni de encontrar la fórmula magistral para el tratamiento de estos internos, sino de ofrecer la relexión que desde nuestra ciencia hacemos sobre el tema que este libro recoge. No cabe duda, de que con el incremento que han experimentado estos delitos, hablamos y conocemos a diario a personas que cumplen por estos u otros delitos. De aquí, la oportunidad de intentar buscar diferencias o características que nos ayuden a deinirlos y esbozar posibles vías de abordaje.

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Pero, ¿qué entendemos por delitos de enriquecimiento ilícito? Recogemos bajo esta denominación a toda forma de obtener un lucro económico de forma ilegal. Esto es, desde el que cumple por un delito de los conocidos como "de cuello blanco", que más adelante comentaremos, así como aquellos condenados por estafas, malversación de caudales públicos, delitos contra la Hacienda Pública, etc, hasta aquel que, con sus necesidades básicas cubiertas, y sin estar bajo el dominio de una adicción, incrementa notoriamente su capital, realizando actividades ilegales. Queremos decir que el tráico de droga a gran escala, la explotación sexual de mujeres u otros similares, pueden englobarse como delitos de enriquecimiento ilícito, cuando lo que les sustenta es la avaricia. De eso estamos hablando cuando comentamos: "lo hizo a pesar de que no lo necesitaba".

¿Por qué motivo una persona de alta posición económica y social, con un nivel de vida elevado, que reside en un lujoso chalet, y tiene a su disposición coches deportivos de alta gama, que se mueve en los exclusivos círculos a los que solo acceden los privilegiados, necesita lucrarse de manera ilegal? ¿Por qué cada vez quiere más y más? ¿Qué características de personalidad tiene una persona que comete un delito de este tipo a pesar de no necesitarlo? A lo largo de este capítulo intentaremos dar respuesta a estas preguntas.

Mucho se ha escrito sobre los delitos de cuello blanco, sin embargo, no encontramos tantos estudios acerca del peril psicológico de las personas que se enriquecen ilícitamente, así como del posible tratamiento que realizar con ellos para evitar la reincidencia, o simplemente para conseguir una modiicación de actitudes respecto a los hechos cometidos. Encontramos bibliografía sobre los delitos de cuello blanco, sobretodo a raíz de los estudios realizados por Sutherland1. Nosotros, en este capítulo, queremos relejar nuestro punto de vista acerca de cómo son, cómo se perciben a sí mismos, cómo los ve la sociedad y, claro está, en el medio en el que nos desenvolvemos, cómo viven en prisión.

Edwin Sutherland deinió el delito de cuello blanco como el realizado por una persona de respetabilidad y alto estatus socioeconómico. En la reunión anual de la American Sociological Society, que tuvo lugar en Filadelia en el año 1939, Sutherland presentó el concepto de "delito de cuello blanco" como aquel ilícito penal cometido por sujetos de elevada condición social en el curso o en su relación con su actividad profesional. Este autor concentró sus esfuerzos teóricos en encontrar una explicación al fenómeno de la

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criminalidad de las clases superiores, y en modiicar la creencia de que la delincuencia era solo perteneciente a la clase baja. En su libro señala que los sujetos activos de estos delitos son personas de clase socioeconómica alta, con poder económico y político e inluencias en los órganos encargados de la administración de justicia. Esto les convierte en personas menos vulnerables, ya sea porque escapan de la detención, o bien porque pueden contratar abogados más hábiles para su defensa. Según el autor, los ámbitos en que puede darse son muy diversos, se cometen en la política, en la medicina, en la industria, en el comercio, etc.

Centrándonos en el medio que nos ocupa, el medio carcelario, consideramos interesante ofrecer una visión de la vida de las personas cuando son descubiertas, procesadas e ingresadas en la cárcel. El ingreso en prisión de estas personas, por lo general, supone un impacto psicológico inicial, ya que su vida nunca ha estado relacionada con el mundo penitenciario. Con esto queremos decir que viven alejados de una cultura típicamente marginal, con asunción de valores delincuenciales. La mayoría nunca llegó a pensar que podría entrar en la cárcel. Sin embargo, este impacto inicial disminuye con cierta facilidad gracias a la capacidad de adaptación del ser humano, y sobre todo al apoyo familiar que reciben. No es muy común tener que incluirlos en el protocolo de prevención de suicidios2que se lleva a cabo en todos los centros penitenciarios. El soporte familiar supone un factor de protección frente a las ideas de suicidio3.

En la mayoría de las ocasiones, la persona que entra en prisión no es la única que se ha beneiciado del dinero obtenido ilegalmente. A su alrededor, les apoyan, acompañan e incluso facilitan la comisión de los hechos delictivos, ya que estas personas también se lucran y disfrutan de lo conseguido. Hablamos, pues, del protagonista y los beneiciados secundarios, que desplazan la responsabilidad en la igura del personaje principal y no dudan en obtener,

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sin escrúpulo alguno, todo lo que tengan al alcance de sus manos. Muchas de estas personas suelen apoyar, en algunas ocasiones, incondicionalmente, al familiar o amigo que ha entrado en prisión por un delito del que ya eran conocedores. Es este apoyo, el que ayuda al interno a adaptarse a su nueva vida.

En las prisiones españolas, en contra de la opinión popular, no existen módulos o celdas "vip". Desde que la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias impulsa la creación en todos los centros de los llamados módulos de respeto4, este tipo de internos, aparentemente normalizados, que podrían pasar desapercibidos entre nosotros en la calle, suelen residir en ellos. Estos módulos son espacios de convivencia ordenada, con autogestión por parte de los internos, y colaboración de los residentes en todas las actividades. Los internos no reciben mayores beneicios por vivir en estos módulos, salvo la satisfacción personal de vivir en un ambiente menos conlictivo y más participativo. Convivirán en estos módulos siempre que su comportamiento sea el correcto, ateniéndose a las normas de funcionamiento de los mismos. Esto suele ser lo habitual, ya que son personas, en su mayoría, muy respetuosas en el trato con los demás, colaboradores con el centro, y no tienden a generar conlictos. En el desarrollo del capítulo profundizaremos en el peril psicológico de estas personas.

No cabe duda de que en la calle se habla de cuestiones como las que estamos recogiendo en este libro. Es una preocupación, y más en los tiempos de crisis que estamos viviendo, el uso que se hace del dinero público y cómo se gestiona, alcanzando una gran relevancia y alarma social todos y cada uno de los casos que conocemos día a día de corrupción, malversación de fondos públicos, etc., en algunos ámbitos de la Administración Pública (alcaldías, gobiernos de comunidades autónomas...) o en empresas privadas que gestionan dinero de ciudadanos (Forum, Gescartera...).

No es tan difícil, en algunas ocasiones, identiicarse con personas que cometen este tipo de delitos. Por un lado, se suele despersonalizar a las

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víctimas al tratarse de un banco, una administración, etc. y, por otro lado, no son delitos en los que se utiliza la violencia, como en los delitos "de sangre", por ejemplo. Todos podemos llegar a cometer pequeñas infracciones al intentar evadir determinados impuestos, o simplemente al tratar de colarnos en el autobús. Pero estos individuos guiados por su avaricia, van más allá.

La opinión pública se escandaliza con las ostentaciones que estas personas que cometen delitos de enriquecimiento ilícito hacen con el dinero robado al ciudadano. La prensa ha recogido los sumarios de juicios en los que se relata cómo gastan, con total impunidad, fortunas inimaginables en cenas, viajes, obras de arte, zapatos, chalés... Aquellos lujos soñados por todos, los hacen realidad con un dinero que han obtenido de forma ilegal. El ciudadano de a pie está siendo estafado y empieza a tomar conciencia de ello, generando movimientos como el 15M5.

La prensa, conocedora del interés que suscitan este tipo de delitos, y motivada por el aumento real de casos que se están dando6, hace un seguimiento voraz de todos los casos relacionados, llegando a alcanzar, en algunas ocasiones, hasta la prensa del corazón. Todos los casos que se producen de este tipo de delito tienen un importante seguimiento en los medios, por supuesto, si se trata de políticos están garantizadas las portadas desde que se descubre el posible delito, hasta que inaliza el cumplimiento de su condena. A...

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