Prueba pericial psicológica en víctimas de violencia de género con enfoque de justicia terapéutica

AutorRamón Arce Fernández/Francisca Fariña Rivera/Mercedes Novo Pérez/Dolores Seijo Martínez
Cargo del AutorCatedrático de Psicología Jurídica y Forense/Catedrática de Psicología Básica y Psicología Jurídica del Menor/Profesora Titular de Psicología Jurídica/Profesora Titular de Psicología Jurídica
Páginas225-249
225
CAPÍTULO VIII
LA PRUEBA PERICIAL PSICOLÓGICA EN VÍCTIMAS DE VIOLENCIA
DE GÉNERO CON ENFOQUE DE JUSTICIA TERAPÉUTICA
Ramón Arce Fernádez
Catedrático de Psicología jurídica y Forense
Universidad de Santiago de Compostela
Francisca Fariña Rivera
Catedrática de Psicología Básica y Psicología Jurídica del Menor
Universidad de Vigo
Mercedes Novo Pérez
Profesora Titular de Psicología Jurídica
Universidad de Santiago de Compostela
Dolores Seijo Martínez
Profesora Titular de Psicología Jurídica
Universidad de Santiago de Compostela
Sumario: 1. CONSECUENCIAS DE LA VICTIMIZACIÓN POR VIOLENCIA DE GÉ-
NERO. 2. LA PRUEBA PERICIAL PSICOLÓGICA. 2.1. Justicia Terapéutica. 2.2. El Siste-
ma de Evaluación Global (SEG). 3. CONSIDERACIONES FINALES. REFERENCIAS.
1. CONSECUENCIAS DE LA VICTIMIZACIÓN POR VIOLENCIA DE
GÉNERO
La violencia sobre la mujer conlleva graves consecuencias negativas a nivel
físico y psicoemocional, afectando a sus capacidades en todos los ámbitos de
su vida (Chiesa et al., 2018; Novo, Herbón, y Amado, 2016; Simmons, Knight
y Menard, 2018; Stylianou, 2018; Vilariño, Amado, Vázquez y Arce, 2018;
Wathen, MacGregor y MacQuarrie, 2016). A nivel físico, entre las consecuen-
cias físicas directas de la violencia, se encuentran diversas lesiones, destacando
especialmente las producidas en la zona de la cabeza, cara y cuello (Wu, Huff y
Bhandari, 2010), si bien también son frecuentes en otras partes del cuerpo (Ea-
ton et al., 2016). A largo plazo, cabe destacar diversos desórdenes relacionados
ESTHER PILLADO GONZÁLEZ (Dir:)
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con el sistema gastrointestinal (Black, 2011, Leserman y Drossman, 2007), pa-
decimiento de dolor crónico (Humphreys, Cooper y Miaskowski, 2011; Wuest
et al., 2008), problemas cardiovasculares (Vives-Cases et al., 2010) y proble-
mas genitourinarios (Bonomi et al., 2009; Eaton et al., 2016). Asimismo, se ha
comprobado también que este tipo de violencia afecta a la salud reproductiva,
dando lugar a diversos tipos de lesiones, así como a embarazos no deseados,
abortos espontáneos (Akyüz, Yavan, Sahiner y Kilic, 2012) y complicaciones
en el embarazo y parto (Hill, Pallitto, McCleary-Sills y García-Moreno, 2016).
Por otro lado, numerosas investigaciones evidencian las consecuencias de la
violencia de género a nivel psicoemocional. En las víctimas del maltrato suele
aparecer sintomatología depresiva (Labrador et al., 2010) y sentimientos de
culpabilidad; trastornos somatoformos tales como la somatización, la conver-
sión o la hipocondría (Osuna, 2009); trastornos disociativos como un mecanis-
mo de defensa para minimizar el daño o alejar la experiencia traumática, posi-
bilitando dividir la experiencia física de la agresión de la experiencia cognitiva
de estar siendo agredida, siendo los más frecuentes la amnesia disociativa y el
trastorno de identidad disociativo (Osuna, 2009); trastornos sexuales, desta-
cando los trastornos por disfunción sexual, del tipo de deseo sexual hipoactivo,
aversión al sexo, trastornos orgásmicos, trastornos sexuales por dolor, dispa-
reunia o vaginismo; trastornos alimenticios, siendo habituales las alteraciones
alimenticias, generalmente las de tipo bulímico (Osuna, 2009); trastornos del
consumo de sustancias; y trastornos de ansiedad, entre los que cabe destacar,
como trastorno de referencia, el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT)
(Coker, Weston, Creson, Justice y Blakeney, 2005; Labrador, Fernández-Ve-
lasco y Rincón, 2010; Vilariño, Arce y Quintero, 2011).
El TEPT es el principal daño derivado de este tipo de victimización (Bow-
nes, O’Forman y Sayers, 1991). La sintomatología que congura este trastor-
no es reactiva a un determinado evento estresante y, por consiguiente, fácil-
mente asociada al mismo, siendo considerado como trastorno primario en
las víctimas (p.e., Bryant y Harvey, 1995; Taylor y Koch, 1995), frente a otros
trastornos secundarios ya mencionados como la depresión, inadaptación so-
cial o disfunciones sexuales (v. gr., Echeburúa, Corral, Sarasua y Zubizarreta,
1998; Esbec, 2000). En la actual edición del DSM-V, el TEPT es denido de
acuerdo a los siguientes criterios diagnósticos (APA, 2013):
A) La persona ha estado expuesta a un acontecimiento caracterizado por
muertes, amenazas de muerte o violencia sexual en uno (o más) de los si-
guientes modos:

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