La protección de los ecosistemas polares como reservas climáticas y de biodiversidad global

AutorJuan-Cruz Alli Turrillas
Cargo del AutorDoctor en Derecho
Páginas273-324

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1. Introducción: Los polos como ecosistemas

Los polos son el lugar terráqueo en el que se sitúan, aunque no coincidan exactamente con su punto geográfico, los respectivos polos magnéticos. Asociados a esta posición geográfica planetaria con respecto a los rayos solares y a su consecuente climatología, los polos contienen una singular riqueza ecológica, por varias razones.

En primer lugar por la especialidad de sus vegetales y animales endémicos, muy poco –o prácticamente nada, en el caso del polo sur– explotados por el ser humano, dado lo inhóspito de sus condiciones. En segundo lugar, porque son un importante hábitat que se extiende a sus regiones circundantes, incluidas bajo el respectivo concepto “círculo polar” o zona boreal. En tercero, porque los polos favorecen el crecimiento de numerosas especies de importancia global: fitoplancton en todas sus formas y krill (la especie viva de más volumen del planeta), focas, pingüinos, ballenas y cientos de especies de peces y de aves migratorias, que encuentran en estas zonas sus hábitats naturales, o sus lugares de cría y desove.

Además, en cuarto y principalísimo lugar, porque ambos espacios constituyen –dentro del complejo juego de interacciones climatológicas y de mareas o corrientes que existe en el planeta– uno de sus focos esenciales: extienden por el resto de océanos corrientes frías, con sus especies asociadas, y crean las estaciones invernales de gran parte del planeta, enfriando corrientes profundas y vientos que, luego, favorecerán las precipitaciones nivosas y enfriarán el ambiente global565.

Todo lo expuesto pero, en especial la última característica produce una serie de consecuencias, también causas que, según las más recientes investigaciones, manifiestan la imprescindible importancia de estos lugares en todo el sistema

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climático mundial. Veámoslas resumidamente; más centrado en el Polo norte, pues el sur presenta otras peculiaridades):

- Su manto helado (permafrost) re?eja la luz del sol (efecto albedo), factor esencial en el mecanismo climatológico global;

- Esa super?cie helada junto con sus mares y vegetales asociados es uno de los cuatro mayores ?jadores (o sumideros) localizados de gases de efecto invernadero –los otros dos son la Amazonia y las selvas de Borneo e islas adyacentes– (aunque tal proceso se está revirtiendo).

- Sus aguas livianas en sales pero riquísimas en minerales aligeran, enfrían y enriquecen con sus corrientes otros mares a los que llegan, generando, a su vez, circuitos de corrientes;

- Además los polos contienen enormes reservas de agua dulce helada, cuya progresiva desaparición está creando y puede crear efectos enormes sobre las mareas y la líneas de costa (especialmente lo hace el Polo sur, al ser hielo sobre una base terráquea, y no tanto el Polo norte, que es sobre todo hielo puro)566;

- La gran antigüedad de su agua y hielo continental, los convierten en verdaderos laboratorios cientí?cos naturales en los que indagar sobre el pasado de la biodiversidad y la climatología;

- Finalmente tal espacio contienen altas concentraciones minerales, gases y fósiles de muy diversos tipo sin explorar y, en gran medida, sin explotar (situación que podría cambiar en el futuro inmediato en el Ártico).

Todo ello es fundamental y hace de ambos espacios los lugares naturales más poderosos en cuanto a sus más efectos climáticos y ambientales globales, junto con la Amazonia y el Macizo Hindú Kush-Himalaya567(y dejando de lado el resto de aguas marinas tomadas como un conjunto completo y localizado)568.

Como efecto contrario, en la medida en que se deshiele el permafrost, esto hará –lo está haciendo ya– que el terreno absorba los ríos y aguas superficiales que hoy no permean, creando un “suelo” sobre el que prospere más masa vegetal boscosa o semi-boscosa, no túndrica, y en consecuencia liberando gases por ac-

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tividad de fermentación de bacterias vegetales, así como dejando salir los gases hoy retenidos bajo la capa helada.

A todos estos factores hay que añadir que su poca población e invasión humana lo resguarda, todavía, como espacio casi totalmente natural en el caso del Ártico y prácticamente inédito en el caso del Antártico569. Son, finalmente, reservas de biodiversidad planetaria o global que, además, son factores clave en el mantenimiento de otros ecosistemas pese a su aparente diferencia e desconexión con ellos570.

Lo exclusivo, peculiar, sensible y necesario de su sistema ecológico hace de las regiones polares y sus ecosistemas asociados unos lugares especialmente necesitados de protección ambiental, tal y como ha destacado el PNUMA, en su informe GEO-5 (2012), recogiendo las voces de numerosos científicos. Ningún otro lugar del globo puede contribuir más que los polos –auténticos “congeladores planetarios”– a evitar el recalentamiento de la tierra; aunque, como terrible contrapartida, ningún sistema ecológico está sufriendo más, precisamente, ese calentamiento global de tan complejas causas, con datos que no recojo por no resultar tedioso pero que no parecen admiten duda científica sobre su realidad, aunque admitan diversas hipótesis sobre su causa y su transcurso futuro571.

2. El Ártico una aproximación
2.1. Idea general: El status geo-político del Ártico

Aunque desde el estudio de su regulación jurídica internacional el espacio ártico resulta mucho más simple al antártico, en realidad, en todo lo demás es mucho más complejo, si cabe, a su homónimo polo sur. Esta “complejidad” es debida a, al menos, cinco factores esenciales.

El primero es puramente geográfico: se trata de un centro formado por un casquete de hielos perpetuos y otros invernales –de octubre a mayo– que lo ro-dean, junto con islas de hielo adyacentes y algunas tierras continentales cercanas también cubiertas de nieve y hielo durante gran parte del año572. El segundo sería que no es un espacio “internacional” y, por lo tanto, sometido a tal régimen. En efecto, los terrenos que ocupa la línea polar ártica son territorios soberanos de diversos países –Rusia, Canadá, Groenlandia-Dinamarca, Alaska-EE.UU.,

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Finlandia, Noruega–, además se hallan poblados en muchos lugares, por lo que la actividad humana ha sido mucho más intensa a lo largo de la historia573. En tercer lugar, el interés geopolítico y estratégico, por la posibilidad tanto de ser atravesado, hasta hace poco en inmersión y ya en superficie574, además de poner en conexión más directa –línea recta– dos puntos del planeta que, si tuviesen que circundarse resultarían muy alejados. En cuarto lugar y muy unido al anterior, existe gran interés económico en mantener las explotaciones de hidrocarburos situadas en los mares adyacentes a las que ahora se une, indudablemente, la aparición de ricos yacimientos terráqueos accesibles en el deshielo575. Finalmente, en quinto lugar, la riqueza animal y vegetal es mayor por el continuo trasvase de especies entre las zonas continentales adyacentes y el polo norte, por lo que su explotación por los habitantes autóctonos y por empresas ha sido mucho mayor a la realizada en el polo sur.

Los científicos han considerado al ártico como el auténtico “sensor medioambiental global”, más aún si cabe que el propio antártico. Es decir, viendo su evolución podrían apreciarse qué cambios globales se están produciendo. Según noticias recientes, el Polo norte es uno de los lugares dónde más se está percibiendo el cambio climático, con un retraso de las estaciones frías y una elevación bastante notable de las temperaturas (entre 2,5 y 6º C; muy por encima de la media global576). Esta situación están modificando ya de hecho y de modo visible y palmario la vida de muchas especies básicas de la cadena trófica, por lo que sus efectos se están notando ya incluso en las especies más altas (osos polares, focas, ballenas). Hay, por todo ello, una pérdida de los hábitats, asociada a un cambio en la composición bioquímica de los suelos, un avance hacia el norte de nuevas especies naturales que antes no llegaban, con muchas especies –primero las bacterias, luego hongos y vegetales, después insectos y finalmente vendrán los animales– en avance y unos cambios profundos en todo el ecosistema polar. Todos estos cambios ya están ocurriendo, según se ha percibido ya a simple vista577.

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La historia del continente ártico no es menos interesante que la del Antártico. Si el segundo lo ha sido por su virginidad y cierto halo de misterio, el primero lo es por su mayor conexión con el hombre y por su evolución en tal sentido578.

Queda, en todo caso, muy mediatizada por esa misma intervención humana y por la explotación de sus recursos. Así las cosas, la protección del medio ambiente natural no está “internacionalizada” como en el Antártico, pues compete totalmente a los países nacionales que lo ocupan. No obstante, el océano ártico también es Alta mar –salvo en las zonas limítrofes a los continentes e islas soberanas–, por lo que rige para él todo el sistema de Derecho del mar. Otro tanto ocurre con el espacio aéreo, con libertad total de sobrevuelo. Asimismo rigen los Tratados internacionales sobre especies naturales protegidas internacionales y todos aquéllos que los Estados hayan firmado en sus respectivos territorios. Son ellos los que podrán establecer zonas especialmente protegidas, cotos de pesca o caza, especies naturales protegidas, EIA, etc.

Las zonas pertenecientes a los países arriba...

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