Editorial: La promesa del cambio para movilizar energías: el nivel macro.

AutorDimitris Kyriakou, IPTS

Para traducir al nivel macro nuestro análisis de los últimos editoriales sobre la movilización de energías humanas en las organizaciones (por ejemplo, para introducir nuevas tecnologías), vamos a ofrecer algunos ejemplos de movilización de energías en las naciones. Los programas de estabilización y ajuste presupuestario de los años noventa, que emprendieron varios estados miembros de la UE con el fin de cumplir las condiciones de acceso a la Unión Monetaria Europea, pueden servirnos de ejemplo general; pero vamos a examinar también otros ejemplos. En Estados Unidos, George Bush, padre, no fue reelegido en 1992, pero no, como sostienen algunos, a causa de su gestión económica: hizo más o menos lo que la mayoría de los economistas le aconsejaban y, de hecho, la recesión que cayó sobre Estados Unidos en 1991 estaba ya superada en 1992. Su fracaso consistió en no ser capaz de convencer a los americanos de que quería gobernar por otras razones que no fuesen simplemente porque le gustaba ser presidente (no supo, pues, mostrar lo que él solía llamar, quizás confusamente, la "visión objetiva").

En términos generales, el liderazgo no se debe confundir con la simple capacidad administrativa, con ser mejor gestor que otros. El liderazgo es especialmente importante cuando se percibe como la dirección hacia una meta. Si no se quiere caer de la bicicleta hay que mantenerse pedaleando, pero un líder ha de saber también adónde debe encaminarse la bicicleta. Como hemos dicho en anteriores editoriales sobre la movilización de energías humanas en las grandes organizaciones, la primera condición clave consiste en ofrecer una visión convincente, atractiva y unificadora. La visión administrativa y tecnocrática puede funcionar en tanto en cuanto no se necesite movilizar energías humanas; en tanto en cuanto el cambio no aparezca como un imperativo en las mentes de las personas. Precisamente fue el "cambio" el eslogan más utilizado (a veces en exceso, pero aun así con éxito) por Bill Clinton, el ganador de las elecciones norteamericanas de 1992, en su campaña hacia la victoria. El "cambio" fue también lo que los líderes de los partidos socialistas prometieron llevar al poder en ciertas zonas del sur de Europa en los años ochenta, después de décadas de gobierno de los partidos conservadores. Asimismo el "cambio", aunque ciertamente de otra magnitud, fue la perspectiva que movilizó a los pueblos de Europa Oriental en el otoño de 1989. El peligro del "cambio", utilizado como eslogan, ya sea en las empresas o en los estados, y que a menudo atribuye un papel mesiánico de panacea a la tecnología y al crecimiento que conlleva, es que fácilmente puede resultar un simple maquillaje. Para evitar este tipo de desilusiones, se precisa una acción decisiva durante los primeros meses en el poder, durante el periodo de "luna de miel", en el que prácticamente todo el mundo está dispuesto a conceder a los recién llegados el beneficio de la duda. Es imperativo establecer prioridades, a fin de que el capital político, ganado con tanto esfuerzo, no se dilapide en temas menores, donde las victorias pueden ser pírricas, acortando así esa "luna de miel" y dando lugar al cansancio antes de que se libren las batallas importantes.

Tales eslóganes galvanizadores tienen éxito sobre todo cuando reflejan sucintamente los deseos y frustaciones subyacentes de los pueblos, incluso aunque pocas veces consigan evitar los síntomas monolíticos típicos (como la caricatura o la sobresimplificación). Dos ejemplos, en cierto modo opuestos, son la caricatura del gobierno de Ronald Reagan en 1980, que captó el talante del público norteamericano de la época: "¿Cuáles son las palabras más amenazadoras que puede oir un americano? Hola! Somos el gobierno y estamos aquí para ayudarte"... Veinte años antes, la famosa frase de John Kennedy: "No te preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por tu país", encontró oídos muy receptivos en un país próspero y optimista y en una época próspera y optimista.

Idealmente, sin embargo, movilizar las energías humanas supone algo más que unas palabras sonoras que expresen las esperanzas y frustraciones en forma condensada. Como en el caso de las empresas y la introducción de tecnologías, el éxito supone sugerir una visión adecuada, trazar un camino factible para alcanzarla y construir un consenso social y político que mantenga al buque en su ruta. Pero, indirectamente, la importancia de lograr un consenso nos retrotrae al tema de la relación entre ciencia y gobierno, que ya hemos discutido anteriormente y del que nos ocuparemos de nuevo en nuestro próximo número.

The IPTS Report, is the refereed techno-economic journal of the IPTS,

edited by D. Kyriakou, published monthly in English, French, German and

Spanish.

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