Prólogo motivado: El estado de la cuestión. La responsabilidad en el acto medico

AutorFrancisco Lledó Yagüe
Cargo del AutorCatedrático de Derecho Civil de la Universidad de Deusto
Páginas17-20

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Este país, es un país extraño, ciclotímico, contradictorio y entusiastamente ignorante de las grandes cuestiones nacionales, que impactan pero que no importan, ya que al ciudadano le interesa el uso trasgresor de los usos y costumbres típicas de la vida cotidiana. El "todo gratis", se ha impuesto en los usos y convenciones sociales. Impera este criterio tanto en la utilización a veces "abu-siva y además ilegal de los servicios públicos, como de las reclamaciones a veces intemperantes y desajustadas de la realidad como ocurre en el caso de la reclamación por el daño producido a un paciente y/o "usuario" en el acto quirúrgico al que se le somete. Naturalmente, toda generalización es injusta, y por ello, a veces la reclamación es pertinente, porque se ha probado la relación de causalidad daño-perjuicio entre la actuación del facultativo y el daño producido al paciente.

En el caso que nos ocupa, responsabilidad civil y penal por el acto médico, cada vez son más ingentes y repetitivas las reclamaciones judiciales, que tienen su base en daños sufridos, con ocasión de la prestación de un servicio médico. Así las cosas, esto ocurre tanto en los casos en que se demanda a una administración competente en materia de asistencia sanitaria pública, o bien, en aquellos supuestos en los que se dilucida la responsabilidad extracontractual del médico.

El profesional de la salud, se encuentra con la "espada de Damocles", cuando tiene que convivir en su quehacer profesional diario, por una parte imbuido en una atención sobresaturada, y por otra parte desarrollando su labor en una cada vez más sofisticada utilización de los servicios sanitarios cada vez mas avanzados, y teniendo que dilucidar y ejecutar actos médicos constantes, conjugándolos con diagnósticos y tratamientos de última generación, altamente cualificados, y todo ello en concurso y concurrencia con otros especialistas médicos. Es así, que hoy en día, esta profusa conjunción de elementos técnico profesionales, y de atención prioritaria al paciente, con la redacción de un exigente consentimiento informado, provoca que su actividad pase a calificarse como una "profesión de riesgo", peor que un detonador de explosivos, o un corredor de fórmula I...

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Si a todo ello unimos este "buenísimo" imperante, esta sociedad que se escandaliza de las desprotecciones sociales, (aunque no haya dinero para pagarlas); sin embargo somete al profesional de la medicina, más en concreto al ejerciente de...

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