Prólogo

AutorAlejandro Zornoza Somolinos
Páginas19-23
PRÓLOGO
Estimado lector, ya que has vencido la duda de si el ejemplar que tienes
en tus manos es merecedor de tu tiempo, siquiera sea para ojearlo, quédate
tranquilo pues no es un trabajo más al uso. Tú mismo me darás la razón si
sigues avanzando en su lectura.
Tampoco debe alarmarte, apreciado lector, el título del libro: “Vehícu-
los automatizados y seguro obligatorio de automóviles. Estudio de Derecho
comparado”. Contrariamente a lo que pudiera parecer no se refiere a un
posible “derecho de ciencia ficción”. Y es que su autor, Alejandro Zornoza
Somolinos, no se ha dejado llevar por los cantos de sirenas que suele suscitar
un tema tan de moda, reciente y llamativo como es la Inteligencia Artificial
o las Tecnologías Inteligentes. En consecuencia, el libro que ojeas no es un
simple trabajo de divulgación de una temática “trendy”, divulgación que,
aun teniendo su propia utilidad, suele carecer de la verticalidad y profundi-
dad exigibles a un auténtico estudio de investigación como en el presente
caso.
Muy posiblemente, las anteriores llamadas de atención resulten ya super-
fluas pues, a bien seguro, el lector habrá advertido todo ello por sí mismo al
ojear la monografía y curiosear ésta o aquella otra página, o bien al leer en
diagonal parte de alguno de los cinco capítulos en que se desglosa el libro.
Si así ha sido, el lector también habrá comprobado (y agradecido) la facili-
dad de su lectura. Me consta personalmente que Alejandro Zornoza puso un
arduo empeño en salvar y corregir los inevitables errores tipográficos (esos
“duendes” que anidan entre los renglones, pasando inadvertidos para el au-
tor, pero no, curiosamente, para el lector ante quien se manifiestan impúdi-
camente). Zornoza también ha sorteado con inteligencia y en la medida de
lo posible, las innecesarias redundancias y las oraciones complejas que, pre-
cisamente por ser ricas en estructuras subordinadas y coordinadas, agotan al
lector y empobrecen el propio significado del mensaje. En definitiva, el hoy
profesor Zornoza Somolinos siguió las enseñanzas de Azorín, sabio consejo
que en su día me inculcó mi maestro el profesor Antonio Gullón Balleste-
ros, y posteriormente, mi mentor, el profesor Carlos Lasarte Álvarez. Por mi
parte, he procurado ser fiel a las enseñanzas de mis mayores y en esa misma
fidelidad he aconsejado a Alejandro Zornoza.

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