Prólogo

AutorJaime Cabeza Pereiro
Páginas9-12

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El trabajo marítimo siempre ha sido un espacio esquivo para los laboralistas. Poblado de tantas reglas propias y características, y desprovisto de una doctrina académica que las aquilatase, ha ido construyéndose lejos de los patrones comunes que ordenan la prestación de servicios por cuenta ajena y dependiente. El carácter relativo de las fronteras nacionales, los problemas sobre la definición de qué ley haya de aplicarse o sobre qué órgano judicial deba conocer de las controversias, la yuxtaposición de normas consuetudinarias que las personas incorporan a partir de sus propias tradiciones regionales, el necesario sometimiento de las relaciones de empleo a una constelación de reglas de Derecho Público, interno e internacional, relativas al dominio marítimo, su conservación y su explotación, o la incidencia de la globalización y de las reglas de la competencia y la libre prestación de servicios, han sido, todos ellos y entre otros, factores que condicionan el establecimiento y desarrollo de un ordenamiento completo, coherente y claro.

Además, pesan mucho otras circunstancias lamentables. La más conocida y documentada, la huida de las normas nacionales más exigentes y protectoras en favor de unas reglas de conveniencia basadas en unos ordenamientos laborales estatales nada protectores del trabajador asalariado. Huida que, además, ha propiciado el surgimiento de sistemas jurídicos secundarios en los más protectores, bajo la premisa de que solo así cabe afrontar la competencia de estos agujeros negros que succionan cualquier atisbo de norma protectora de los trabajadores. Pero también hay que aludir a otros asuntos. Por ejemplo, a la violación de derechos humanos elementales, que se produce en muchos casos en estos sectores marítimos, muy en particular en las embarcaciones que operan al margen de la ley, y de manera muy sobresaliente en el ámbito de la piratería. Es necesario referirse a problemas de migraciones internacionales y de trabajo forzoso en unas condiciones contrarias a la dignidad humana, a salarios por debajo de cualquier mínimo garantizado, a unas condiciones habitacionales, de jornada de trabajo y de seguridad y salud paupérrimas y, en términos generales, a unas prácticas informales y a un trabajo no declarado que alcanzan una dimensión muy alarmante.

El Derecho Internacional ha tratado de dar respuesta a estos retos en los últimos años a través de un gran activismo en el seno de OIT. Muy en particular, debe aludirse a...

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