Prólogo

AutorJuan Antonio Sagardoy Bengoechea
Páginas13-16

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Juan Antonio Sagardoy ha querido festejar sus primeros ochenta años ofreciéndonos este luminoso haz de reflexiones sobre la disciplina –el Derecho del Trabajo– a la que ambos nos venimos dedicando desde hace más de medio siglo.

No estamos, ni el autor se lo ha propuesto, ante un estudio de pura técnica jurídica, ni ante una obra de historia de las instituciones laborales, ni ante un compendio de experiencias profesionales; aunque todo ello –técnica, historia, experiencias– luzca vivamente en esta breve y sugestiva obra.

Es ésta consecuencia y muestra de las varias capacidades que enriquecen al autor: su cualidad de profundo conocedor de la materia, cuya enseñanza profesó desde prestigiosas cátedras universitarias; su condición de abogado, ejercida desde el gran des-pacho que fundó y del que hoy es Presidente de honor; y en fin, y no menos importante, su perfil de ciudadano preocupado por los problemas de su país y dispuesto siempre a cooperar con realismo y buen sentido en la solución de esos problemas.

Hondo conocimiento y amplia experiencia laten, en efecto, en las páginas que siguen, en las que su autor exhibe la lucidez de su jovial, potente y envidiable senectud.

En esas páginas hay penetrantes observaciones sobre la razón de ser y la evolución de nuestro Derecho del Trabajo, con particular detenimiento en los hitos de su historia más contemporánea: el Estatuto de los Trabajadores, cuya elaboración tanto debe al propio Sagardoy, y las sucesivas leyes reformadoras que han culminado con la de 2012. Hay también en esas páginas ponderadas reflexiones sobre algunas instituciones básicas de la disciplina jurídico-laboral: el contrato de trabajo y sus sujetos, los sindicatos y la huelga, así como sobre el importantísimo fenómeno de la inmigración.

El método expositivo de nuestro autor rehúye la unilateralidad, y combina sabia-mente –de nuevo, el profesor y académico, el abogado y el ciudadano apasionado por su patria– los argumentos jurídicos y las ilustraciones económicas, sociológicas, políticas y estadísticas. Resulta de todo ello un panorama poliédrico, tanto más vivo cuanto que se acerca lo más posible a la realidad. Porque a Juan Antonio no le interesa sólo lo que las leyes dicen, sino el por qué y la efectividad de esas leyes. Leyendo las páginas objeto de este prólogo, el lector no permanece en la fría posición de quien consulta un repertorio de normas, sino que llega mucho más lejos, tomando conocimiento de

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