Prólogo

AutorJuan-Cruz Alli Turrillas
Cargo del AutorDoctor en Derecho
Páginas23-25

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La conservación de la naturaleza se ha enfocado de maneras diferentes a lo largo de una evolución normativa, que formalmente se inicia con la declaración del parque nacional de Yellowstone (1872) y llega hasta la aprobación del Convenio de la Biodiversidad y la puesta en marcha de la red europea Natura 2000 (1992). Más de ciento cuarenta años de intervención en la materia han dado de sí efectivamente para generar diversas perspectivas y técnicas de actuación, median-te las que se ha pretendido asegurar la conservación del medio ambiente natural.

Inicialmente, el objetivo consistió en conservar la belleza natural a través de la figura señera de los parques nacionales, cuya utilización hubo de oscilar entre su empleo como enseña del turismo nacionalista estadounidense y los planteamientos más estéticos del marqués de Villaviciosa de Asturias, que pretendía consagrar “santuarios para la madre naturaleza” (1916) con el apoyo, tanto de ilustres cultivadores de las ciencias naturales, como de esforzados miembros de las sociedades excursionistas. Estas posturas pioneras conllevaban un destacado elitismo en las declaraciones protectoras, que fueron más bien escasas en su número y normalmente referidas a paisajes agrestes de montaña, de manera que si la institución no hubiera avanzado hoy nos encontraríamos ante una suerte de museos de la naturaleza.

En distintas experiencias, el carácter predominantemente forestal de los espacios protegidos había de conducir, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, a la inclusión de los nacientes sistemas de tutela de la naturaleza dentro de las estructuras de gestión forestal. En ellas mismas habían ido surgiendo también las primeras técnicas de tutela de la fauna cinegética y piscícola (de las vedas a las reservas de caza y pesca), y de defensa de los montes mediante los instrumentos de la llamada hidrología forestal. Este planteamiento burocrático sirvió sin duda para mantener las declaraciones protectoras, aunque conllevó también el apartamiento de las líneas de colaboración social que cabía haber propiciado. Terminó dominando esa visión productiva de los bosques que –a través de roturaciones, talas abusivas, repoblaciones agresivas e incendios de origen antrópico– imposibilitó vincular la gestión de todos ellos a pautas de aprovechamiento racional. Finalmente, conviene considerar que esta visión de

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la conservación de la naturaleza, por su propia esencia burocrática, limitaba el ámbito...

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