Prólogo

AutorManuel Villoria
Páginas19-21

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Es difícil no sentirse subyugado por la idea de novedad y cambio en una sociedad tan volcada a la transformación permanente como la actual. Es, por ello, normal ver cómo la idea de innovación tiene una connotación positiva y cómo la idea de permanencia está tan cargada de una imagen negativa que la hace, a menudo, aborrecible. Todos sabemos que el cambio puede ser a peor y que la permanencia podría ser positiva en ciertas ocasiones, pero hay una corriente de fondo desde hace más de cien años que nos arrastra a evitar la quietud y adorar el movimiento. Desde las corrientes estéticas mayoritarias a los relativismos éticos tan de moda, el cambio y la innovación parecen ser señal de acierto. ¿Es el signo de los tiempos? ¿O una moda pasajera? Analizando con serenidad el fenómeno parece lógico pensar que esta corriente de fondo no sea mera moda, sino una respuesta racional a los rasgos telúricos de la sociedad del siglo ??i, una sociedad dominada por la celeridad, la complejidad y la diversidad que no admite normativamente valores como la tradición por su incoherencia axiológica con la movida ciénaga en la que nos movemos. Precisamente ese rechazo sistémico a la tradición explica bien la contrarrevolución del fundamentalismo, esa opción ideológica con diversas ramas que tanto amenaza nuestra paz y nuestras libertades. Pero como ya nos indicó la teoría evolutiva, sobrevivir es cambiar, adaptarse a la transformación permanente que vivimos e, incluso, para los humanos, predecir cambios y prepararse anticipadamente a ellos.

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Con su aguda inteligencia, Max Weber nos expuso claramente cómo el modelo burocrático, ese tipo ideal que tanto ha dado que escribir a nuestros estudiosos del gobierno, era el paradigma organizativo propio de la sociedad moderna, una sociedad volcada a la racionalidad y la legalidad, a la técnica y al procedimiento. Aunque también nos recordó cómo esta sociedad moderna era, además, fruto de transformaciones tecnológicas con base cultural en el desencantamiento del mundo. Pero la radicalización de los rasgos de la modernidad, su irrefrenable pretensión de eficacia y tecnificación, su obsesión por la eficiencia en los medios ha generado una nueva realidad que dificultaba mantenerse meramente en el ámbito del control técnico y la legalidad. Precisamente, la radicalización técnica en los modelos de legitimación del poder parecían explicar bastante de la revolución del New Public Management, dado que las ideas de...

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