Prólogo

AutorJosé Luis Meilán Gil
Cargo del AutorRector de la Universidad de A Coruña
Páginas15-21

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El libro para el que amistosamente se me ha solicitado un prólogo versa sobre la Administración española, a la que he servido directamente en algunas etapas de actividad pública y ha sido también objeto de mi dedicación académica como profesor1.

El autor es un funcionario. Así se autorrevela con legítima satisfacción. Le conocí hace ya unas décadas y la colaboración que me prestó en mi etapa de Secretario General Técnico de la Presidencia del Gobierno (1969-1973) dio origen a una amistad que ha permanecido pese a largas incomunicaciones en nuestras respectivas peripecias vitales.

Aquel joven funcionario, técnico de Administración Civil -TAC en la jerga de los «mitos» administrativos-, conserva la pasión de entonces por lo que es su trabajo; nada menos que el servicio al interés general que define constitucionalmente a la Administración Pública. Pasión acompañada por un cierto détachement que se explica como independencia y no exento de humor e ironía o relativismo característicos de quien ha observado desde cerca decisiones y proyectos sobre la Administración española en escenarios políticos tan variados como los que conlleva la divisoria de la Constitución de 1978 y la correspondiente transición, así como la alternancia de gobiernos propia del pluralismo democrático.

La aproximación del autor a lo que es el contenido del libro se refleja en su título -«Mitos y ritos»- que incluye administración y defensa de lo que significan y, al tiempo, crítica de su magnificado uso. Esa dualidad se proyecta sobre la naturaleza del libro. No es una mera crónica de lo fundamentalmente acaecido desde 1939 en la Administración española, ni tampoco un estudio estrictamente académico. Una y otra característica pueden detectarse, como lógica consecuencia de la condición del autor, que a su formación universitaria une el conocimiento y, en ocasiones la vivencia, ambas directas de la Administración.

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No es la obra de un historiador profesional, pero suministra interesantes elementos para ese periodo de nuestra historia contemporánea. En ese sentido, resulta loable la declarada pretensión de «recuperar la memoria sobre determinados trances administrativos no tan lejanos pero casi olvidados».

Además de su contribución a la justicia, tal revival tiene, en el propósito del autor, la finalidad saludable de advertir sobre la inutilidad de descubrir antiguos mediterráneos, la conveniencia de aproximarse, en definitiva, a la actualización de la Administración Pública con la prudencia que supone la convicción de que, en ese ámbito, no se parte de cero. Advertencia que, realizada al comienzo del libro, se corrobora en el análisis de sucesivos programas de reforma o modernización o actualización de la Administración Pública. Informes incoloros, libros blancos o azules contienen brillantes análisis teóricos de la situación, ofrecen soluciones y, con frecuencia, quedan en la primera parte por mor de la circunstancia política.

El libro constituye una aportación sumamente interesante para el conocimiento de la «intrahistoria» de nuestra Administración, en la que el narrador -como admirablemente intuyeron los nietos del autor- cuenta con el contrapunto de una formación académica que evidencia la sistemática de la exposición.

* * *

El período que se analiza en el libro permite comprobar hasta qué punto pueden coexistir los postulados ya clásicos de Otto Mayer y de Fritz Werner. La realidad enseña que el marco constitucional influye necesariamente en la Administración, y también que la Administración preconstitucional pervive después en buena parte, así como que en un mismo marco divergen las orientaciones. En todo caso, resulta fácilmente comprobable la relación entre Administración y Política, que opera en los dos sentidos. No es infrecuente -y la experiencia española en distintos momentos lo confirma- el uso de lo administrativo como instrumento político. El libro nos ofrece muestras ilustrativas y, en ocasiones, sorprendentes de todo ello.

Un ejemplo lo proporciona la idea de la «reforma administrativa» lanzada al ruedo de la vida pública a finales de los años cincuenta y en los sesenta por Laureano López Rodó, que el autor analiza con amplitud. Constituyó un objetivo dinamizador en un escenario público con innegables limitaciones y con palmarias carencias democráticas. Aprobada la Constitución perderá...

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