Prólogo

AutorPablo Chico de la Cámara
Páginas15-16

I

Anida en mí cada vez más una sensación. Estoy doblando una página, una más desde 1977 año en que tuve la dicha de convertirme en profesor ayudante del maestro Sáinz de Bujanda, del libro de mi carrera universitaria. Lo noto en los trabajos de carácter universitario para los que soy solicitado. Pasó el momento del libro doctoral, el de la monografía, el del manual, cuya huella permanece por la actualización obligatoria, y ahora, desde no hace mucho, me encuentro en el momento del prólogo. Es esto muestra de que ya es mucho el camino recorrido y que, decididamente, más que de recibir, ¡tanto he recibido yo de mis maestros!, es tiempo de dar. La solicitud de un prólogo, amable, medida, respetuosa, viene de aquel al que algo has dado directa o indirectamente, aunque a veces no sea consciente de ello. Malo es, sin embargo, que, llegados a la etapa prologista, los aspirantes a prologados crean, siguiendo la inercia del que mucho sabe de creer que sus mayores o examinantes siempre saben más que él, que al prologista, por encontrarse en adelantada etapa de su camino, se le puede pedir un prólogo sobre cualquier materia. He aquí la gran contradicción que prensa al prologista: su presumida casi omnisciencia y su poquedad, real, de conocimientos con respecto al objeto de sus letras proemiales.

Ante esta situación agacho la cabeza, reconozco que poner la guinda sobre la materia prologada es tarea inútil y pretenciosa y tiendo a contextualizar la obra prologada y el autor que le ha dado cima.

En el prólogo al que ahora me entrego este proceder, a parte del mayor o menor conocimiento que puedo yo tener del Impuesto de Sociedades, me resulta insoslayable. En efecto, el doctor Chico de la Cámara es profesor titular en el área de conocimiento que encabezo en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y el original para el cual me recaba prólogo nace en el seno de los programas de enseñanzas que desarrolla dicha área de conocimiento donde el profesor Chico de la Cámara ocupa papel principalísimo.

II

Procedo, pues, a contextualizar el libro el Impuesto sobre Sociedades.

Confieso que me invade la sensación de labor incumplida cuando, más a menudo de lo aceptable, en la vida profesional observo a los juristas alejados del asesoramiento en materia tributaria. La causa del mal viene de lejos y sus consecuencias son perniciosas. Hoy por hoy en más de una importante Facultad de Derecho los estudios jurídico-tributarios son deficientes y de espaldas a las...

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