El proceso de Prisciliano en Tréveris

AutorSergio Esteve Gutiérrez
Cargo del AutorLicenciado en Historia, Barcelona
Páginas255-269

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CUANDO Prisciliano1, durante el transcurso del concilio celebrado en Burdeos a finales del 383 o a inicios del 3842, decidió apelar al Emperador utilizando el ius prouocationis3 para evitar ser juzgado por los obispos allí reunidos4, era consciente de que tanto él como sus seguidores eran objeto de un verdadero proceso eclesiástico.

Sulpicio Severo nos informa que en Burdeos fue sancionado sólo el obispo Instancio mediante la excomunicación5, lo que suponía laPage 258 expulsión de su sede. Prisciliano, ante dicha condena, solicitó la prouocatio ad principem, eludiendo así el dictamen sacerdotal y paralizando el proceso.

Dentro del estamento episcopal reunido en Burdeos existían dos grupos o tendencias que se contraponían: por un lado, los partidarios de que el proceso contra Prisciliano y sus seguidores fuese resuelto por los tribunales imperiales, cuyos máximos defensores eran Itacio, obispo de Ossonoba6, e Idacio, obispo de Emerita Augusta, y por otro lado, los partidarios de que la causa priscilianista fuera resuelta en un juicio eclesiástico liderado por Martín de Tours. El hecho de que los obispos reunidos en el concilio apenas pusieran impedimentos7 para evitar que la causa priscilianista acabase resuelta ante el tribunal imperial, deja entrever la fortaleza de la factio encabezada por Itacio e Idacio, partidarios de acabar con Prisciliano y sus seguidores por la via civil8.

Sulpicio Severo lamentó esta situación y no sólo denunció la pasividad de la mayoría de los obispos allí reunidos sino que no escatima en detalles escabrosos y sombríos a la hora de describir a Itacio e Idacio9.

La base de las acusaciones contra Prisciliano y los suyos en Burdeos era, en principio, la defensa de creencias maniqueístas10, peroPage 259 como bien sostiene M.V. Escribano11, parece ser que la apelación al emperador hecha por Prisciliano se debió a que en Burdeos se habría formulado la acusación de prácticas maléficas (Maleficium12) relacionadas con la magia –castigado con la pena capital– y que su atribución ya dataría del Concilio de Caesaragusta del 380, aunque en aquel momento, Prisciliano, Instancio y Salviano evitaron la condena con su ausencia en el juicio. De ser cierta esta idea, se entendería mucho mejor la decisión tomada por Prisciliano, ya que si los imputados en Burdeos eran depuestos de sus sedes se abría la posibilidad de iniciar contra ellos un proceso civil que los podía conducir a una sentencia de muerte.

Así pues, los obispos remitieron la causa al emperador, incluso de los sentenciados, como era el caso de Instancio, y acusados y acusadores, fueron enviados a Tréveris.

1. El juicio de Prisciliano y sus seguidores en Tréveris

PRISCILIANO se había negado a ser juzgado en Burdeos alegando parcialidad de los obispos reunidos13 y había apelado a la Auctoritas Imperial14 con el deseo de solicitar la convocatoria de un concilio his-Page 260pano, de acuerdo con la legislación civil y canónica, cuyos miembros fueren más ecuánimes, y con la esperanza de obtener el favor del Emperador.

Si en sus tratos con el Magister Officiorum Macedonio, Prisciliano había conseguido transferir la Cognitio o instrucción de la causa priscilianista del Prefecto de las Galias a un Procónsul en primera instancia y posteriormente al Uicarius Hispaniarum, es plausible pensar que mediante el recurso de la Prouocatio ad principem podría ocurrir algo semejante.

El desconocimiento de Prisciliano de la legitimidad del régimen de Magno Máximo en Tréveris fue factor determinante, y significaba que la apelación a la corte de Milán suponía convertirse en reos de un delito político de rebeldía (Seditio), así como al tratarse de una iniciativa llevada a cabo por aristócratas próximos a los círculos filoteodosianos, se podría estar cuestionando la legitimidad del usurpador.

Si como defienden Rousselle y Escribano, Prisciliano apeló a la corte de Milán, cabe pensar que el silencio de los Scrinia imperiales a dicha apelación fueron debidos a la interceptación del documento apelatorio (recurso que ignoró Valentiniano II), silencio que comparte Sulpicio Severo bien por desconocimiento, bien por intentar exculpar a Martín de Tours15. Así pues, desde el punto de vista político, el proceso de Tréveris aparece como un mecanismo represivo de Magno Máximo contra aquéllos que habían cuestionado su legitimidad.

Por lo tanto, un balance previo a la celebración del proceso de Tréveris nos anuncia que Prisciliano y sus seguidores se encontraron con dos importantes elementos en su contra:

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  1. La jerarquía eclesiástica, dominada por la factio de Itacio e Idacio, que se sentía amenazada y cuestionada tras la irrupción de Prisciliano y sus seguidores, y que consideraba que había que expulsar a los insurgentes de sus sedes para luego poder ser juzgados en tribunales civiles.

  2. El emperador-usurpador Magno Máximo, que necesitaba ser reconocido por las autoridades eclesiásticas de la Galia y de Hispania para poder legitimarse, y que veía en el movimiento priscilianista un obstáculo a tal fin, con lo que la defensa de la ortodoxia se convirtió en uno de sus objetivos para poder granjearse el beneplácito de la Iglesia y llegar así a ser un Christianissimus Imperator.

    Una vez que la causa pasó de la jurisdicción eclesiástica a la jurisdicción civil, donde las acusaciones de las que presuntamente eran culpables los priscilianistas –a la sazón, creencias maniqueístas16 y prácticas maléficas–, eran castigadas con la pena capital, Prisciliano y los suyos se verán envueltos en un juicio en el que Itacio siguió actuando, como en Burdeos, como acusador17 junto a Idacio (las fuentes no mencionan concretamente la participación de éste aunque dan a entender que actuó en menor medida que aquél).

    Según narra Sulpicio Severo, el inicio del proceso se pospone (Dilata Cognitio) al hallarse en Tréveris Martín de Tours18, que consigue el compromiso de Magno Máximo de evitar las acciones cruen-Page 262tas19 contra los reos. Sin embargo, el emperador, ante la insistencia de los obispos Magno y Rufo, que solicitaban un proceso civil (ad necem petebant), cambiará de parecer y permitirá que Itacio acuse a Prisciliano y a sus seguidores ante el Prefecto del Pretorio Evodio, en quien el emperador había delegado el caso.

    Prisciliano será entonces oído en un Gemino Iudicio o doble juicio20 (is Priscillianum gemino iudicio auditum):

    1. El primer juicio lo preside Evodio, varón de carácter áspero y severo (uir acer et seuerus), e Itacio ejerce el papel de acusador. En un principio la acusación a la que se enfrentaban losPage 263 encausados era la práctica de creencias maniqueas pero, como se ha dicho con anterioridad, ya Martín de Tours, según Sulpicio Severo, solicitaba que se abstuviese Magno Máximo de las condenas capitales (ut sanguine infelicium abstineret) lo que viene a indicar que éstas eran previsibles y ello resulta posible si admitimos el juicio por maleficium desde el principio del proceso de Tréveris. Fue el abandono de Itacio en un juicio por maleficium lo que obligó a repetirlo. Si esto fue así, se comprendería que la participación de Itacio se circunscribiese sólo a la primera etapa y se aduce como causa de su retirada como acusador, antes de que se pronunciasen las sentencias, el temor que tendría a suscitar la antipatía o el odio (inuidia) de muchos obispos, entre ellos el propio Ambrosio de Milán, en el caso de permanecer hasta el final en un asunto susceptibles de pena capital. Es importante destacar que ignoramos el procedimiento seguido en el juicio así como las pruebas aducidas.

      Entre ambos juicios (inter iudicia), Prisciliano, tras haber sido sometido a tortura, según nos informa Pacato21, no negó (nec diffitien-Page 264tem) haberse dedicado al estudio de doctrinas indecentes22, ni haberse reunido por la noche con mujeres indecentes o infames23, así como rezar desnudo. En opinión de Girardet, fue esta declaración la que supuso la conversión de un proceso contra el maniqueísmo, cuya pena sería el destierro, en un juicio capital (Iudicium rerum capitalium) basado en la acusación de maleficium y cuya pena era la muerte.

    2. En el segundo juicio, presidido también por Evodio, Magno Máximo sustituyó a Itacio por el Patronus Fisci24 Patricio. En esta ocasión, la instrucción del proceso se llevó bajo la acusación de maleficium25. Tras la confesión bajo tortura de los procesados y al existir la certeza de la pena capital, se prestó atención a las consecuencias económicas que se podían derivar y por ese motivo se impuso un Patronus Fisci que se encargaría de gestionar que los bienes de los encausados (Bona damnatorum) pasasen al fisco estatal26.

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      El crimen por el que fueron condenados fue el de maleficium27 siendo Prisciliano y los demás declarados culpables por Evodio (nocentem pronuntiauit)28.

      Cuando el proceso hubo concluido, Prisciliano fue mantenido bajo custodia29 junto con el resto de los procesados, mientras el Prefecto del Pretorio Evodio informa a Magno Máximo30. Después de...

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