Problemática psicosocial de los delincuentes jóvenes
Autor | Ciriaco Izquierdo y Encarnación Mª López Hidalgo |
Cargo | Ex Capellán de Lliria (Valencia). Licenciada en derecho |
Páginas | 371-390 |
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SITUACION ACTUAL
En el momento actual unas 350 personas traspasan los umbrales de las cárceles españolas y en su mayorÌa son jóvenes. Es un joven roto el que llega. Nos llega tarado en su juventud. No es él. Está comenzando a ser su propia negación. Está negando su propia realización juvenil, pues ha destruido una rebeldÌa libre que le configuraba entitativamente y sufre el freno radical de una ley y una condena.
Es vÌctima forzosa de una ley que, por serlo, no sabe de psicologÌa ni de matices humanos. Es vÌctima de una sociedad que él piensa que lo ha tirado al barranco de los que no les servÌan. Es vÌctima de una condena que rompe cristales de ilusiones y pisotea esperanzas.
Cuando estaba ensayándose como joven, impulsado por la fuerza pujante de la vida recién estrenada, sufre el parón brutal de un delito y una condena. El ´shockª producido paraliza la psicologÌa del muchacho que va a una cárcel y, en cierto modo, lo transforma. Este es el joven que nos llega cualquier dÌa y que se da de alta en el fichero frÌo de la prisión.
Vamos intuyendo las grietas profundas que presenta en su psicologÌa juvenil. Es un puro contraste: la vida que empezaba a abrirse, se cierra; la savia que brotaba primaveralmente, amenaza secarse; la sana rebeldÌa de los años verdes todavÌa está a un paso del odio, de los gritos contra el mundo, la sociedad, las agrias protestas, las posturas calculadas y los recelos estudiados. Viene, pues, psicológica y moralmente enfermo. Viene, además, ´a la fuerza, por la fuerza y con la fuerzaª a ser ´enjauladoª, encarcelado, ´arrojadoª de alguna manera a lo que la sociedad llama basurero: la cárcel.
Si el joven que llega es un reincidente o multirreincidente puede que su llegada a la prisión le cause menor tristeza, pero su trauma es mayor. Su lastre, más pesado. Su endurecimiento, más cruel. Su conciencia, más adormecida por el cloroformo del vicio, que ha hecho estragos en su vida juvenil.
Por último, si el joven procede de otro centro peniteciario, llega con su buena carga de expectación y recelo, una calculada planificación de posturas a adoptar y soñando integrarse en el grupo ya conocido de otros compañeros que desfilaron antes que él por dicho establecimiento. Este es a grandes rasgos el joven que nos llega.
La mayorÌa de estos jóvenes son indefensos, moralmente hundidos, abandonados desde la más tierna infancia, manipulados por la sociedad de consumo. Son la expresión más sincera de que la delincuencia juvenil es un fenómeno social que no se arregla con abrir más cárceles y retirar los jóvenes de la vida social. Un análisis profundo de la etiologÌa de la delincuencia juvenil no puede exonerar de culpabilidad a la sociedad. La delincuencia juvenil es con frecuencia una respuesta a la agresión social. La sociedad ha negado algo esencial al joven para el desarrollo de su personalidad. La culpabilidad del delito debe ser repartida entre la sociedad y el delincuente.
El aumento de la delincuencia juvenil es vertiginoso y está exigiendo nuevas formas de tratamiento y un clima más humano en la convivencia de los detenidos. Las cárceles no deben ser la cloaca de la sociedad, ni centros de corrupción, ni almacenes de hombres.
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LA DELINCUENCIA JUVENIL
La delincuencia juvenil no se puede comprender si no se sitúa en el contexto de la crisis de la civilización de Occidente. Esta crisis se caracteriza por la decadencia de los ideales religioso, social... que constituÌan un horizonte de realización, un estÌmulo de superación y un cauce de servicio. El fallecimiento de estos valores como la familia, la autoridad, el trabajo, la sexualidad, etc., comporta un vacÌo, una desorientación y un hundimiento. En este desierto espiritual, la juven-tud siente el vértigo del vacÌo, el de inutilidad, el de sin sentido de la vida. Entonces el horizonte de la vida se nubla, no queda sino vivir el presente intensamente y deprisa, experimentando todo. AsÌ llegamos hasta la delincuencia deportiva, lúdica. La delincuencia viene a ser una respuesta a ese vacÌo existencial, es la sintomatologÌa personal y colectiva de una patologÌa social mucho más profunda y más grave: la falta de autoestima, el fracaso escolar, la escasez de motivos para vivir, la incertidumbre ante el futuro que traumatiza a muchos jóvenes para buscar salidas y se guÌan por los senderos de la droga y de la delincuencia, salidas fáciles pero nocivas que hundirán más profundamente su personalidad.
La delincuencia juvenil, por esta causa, es un desafÌo, un reto a la familia, a la escuela y a la sociedad.
2.1. DESAFÍO A LA FAMILIA
Por su desorganización e inestabilidad. La delincuencia se da con frecuencia en los jóvenes pertenecientes a los estratos sociales más diversos. Por un lado entre los ´los niños malª de familias bien y por otra entre chicos con niveles de vida familiar bajo económicamente.
Lo que tienen en común es la ausencia de vida familiar adecuada: la falta de cariño y del ejemplo de unos padres que con su conducta moral vivan lo que dicen y vayan enseñando a sus hijos honradamente.
´Donde termina la familia comienza la delincuenciaª. Aunque parezca atrevida esta afirmación, sin embargo es bastante real. Todas las psicoterapias insisten en que la falta de ´amor y respetoª en los primeros años de la vida marcan para siempre, la falta de la madre crea problemas afectivos y la del padre por abandono voluntario del hogar crea resentimiento y rechazo contra todo lo que es autoridad, predisposición a la agresividad, violencia y delincuencia. La falta de una imagen paterna firme (padres fracasados, borrachos, débiles...) produce en la persona de los hijos inseguridad y cobardÌa, imposibilidad de enfrentarse con la vida, incapacidad de relaciones vocacionales auténticas y en casos extremos hasta tendencias homosexuales.
2.2. DESAFÍO A LA ESCUELA
La crisis familiar se proyecta en el campo escolar en cuanto que la escuela viene a ser como la prolongación de la familia y es uno de los factores de más influencia. Puede ser que un colegio autoritario y sin orientación desequilibre la posible influencia de la familia normal, como puede ser que compense hasta cierto punto, los fallos familiares.
La escuela mediatiza valores, ideologÌas y en definitiva comple-menta una determinada forma de introyectar lo real y dota al individuo de los dispositivos necesarios para instalarse en lo social. Por otro lado, la escuela debe contribuir al proceso de maduración entre lo familiar y lo social y debe regular lo grupal. Debe ser el instrumento apto de socialización, educación y enseñanza, en una palabra, preparar para la vida personal y social. Sin embargo, hay centros escolares que fomentan la marginación, ya que no generan hábitos de trabajo, de convivencia, de actividades creativas que promueven escasez de refuerzos para el aprendizaje y desarrollo de la personalidad y su exponente más significativo suele ser un bajo Ìndice de resutados esco lares y un fracaso muy generalizado.
2.3. DESAFÍO A LA SOCIEDAD
Nuestra sociedad considera el acto delictivo como un ataque al orden público, una agresión contra las personas y los bienes y por tanto debe ser reprimido por una sanción. Sin embargo, el delito de los jóvenes raramente es considerado como una contestación y una respuesta a tal sociedad. Muchas veces entre estos jóvenes hay un medio ambiente desfavorable, provienen de familias desequilibradas, sufren carencias afectivas graves y viven una inseguridad profunda.
Casi antes de cometer un delito, ellos son considerados como culpables ante la ley, ellos son vÌctimas del mal comportamiento de los adultos, no nacen delincuentes, pero les hacen llegar a ser. El paso al acto delictivo es la manifestación de su desequilibrio o de sus problemas.
El ambiente extrafamiliar del barrio le invita a ese camino; barrios impersonales, violentos, sin espacio vital, sin zonas verdes, sin dignidad. Para sobrevivir hay que usar la ´navajaª y enrolarse en las bandas juveniles. Será un candidato a la delincuencia. Barrios inhumanos, erizados de navajas, sin organización para el ocio, sin más ´diversionesª que los bares y la droga... saldrán borrachos, drogadictos, navajeros. Es una sociedad injusta desde sus planteamientos.
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LOS ESTIGMAS DE LA PRISION
La cárcel hoy es algo más que perder la libertad, es sumergirse un mundo de horrores infinitos, cada vez más lacerantes, cada dÌa más inhumanos. La picaresca, la astucia y el engaño se han convertido en factores fundamentales del comportamiento carcelario. Se ha llegado a las cotas más bajas de degradación, un mundo donde todo es posible, donde cualquier horror tiene su asiento y constituye la realidad cotidiana, allÌ empieza lo que está más allá de la ley. AsÌ me hablaba un muchacho: ´Si hubiera tenido que pasar por la cárcel modelo, la única solución viable para mÌ hubiera sido el suicidioª. Es horrible, la cárcel se está transformando en instrumento de destrucción generalizada de hombres, a fin de suscitar una disciplina triste y menguada, un miedo a la cárcel por parte de quienes andan por la calle al pare cer libres. La cárcel destruye por degradación al delincuente y aterroriza por reflejo a quien no va a ir jamás a ella.
3.1. CENTRO DE CORRUPCIÓN
La cárcel se ha convertido en su mayorÌa en centro de corrupción, de...
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