El problema de los incentivos

AutorLuis Miguel González de la Garza
Páginas117-146

Page 117

¿Qué incentivos pueden tener los participantes de las redes sociales, máxime cuando la creatividad puede no ser apropiadamente recompensada por derechos de propiedad intelectual que pudieran compensar al creador o creadores de diversos tipos de obras intelectuales sui generis? Es dudosa la existencia de recompensas materiales explícitas que tengan una incidencia directa sobre el prestigio profesional o de grupo como aliciente. Las revistas electrónicas dotadas de publicidad, científicas, técnicas o académicas, por ejemplo, sí desarrollan, entre otros, este cometido valioso para algunos creadores. La reputación goza, en efecto, de efectos positivos de red, al menos en las comunidades especializadas institucionalizadas.

Las expectativas de obtener relativamente mayores beneficios de las soluciones que cooperativamente se puedan buscar en este tipo de redes, beneficios que pueden ser de diversas clases: disminución de tiempo en la búsqueda de soluciones; ideas novedosas que mejoran la economía de un proyecto o la resolución de un problema social, por ejemplo mediante la reducción de costos; obtención de enfoques complementarios o diferentes apropiados a la elaboración de una idea; percepción, por el concurso de sugerencias de errores

Page 118

no apreciados inicialmente, correcciones estratégicas, etc., pueden considerarse incentivos valiosos.

Probablemente sea también el compromiso, como adujera Sen160, o con más detalle y más recientemente Benkler161el que puede explicar algunos de los incentivos de los participantes en este tipo de interacciones en red. Si bien se carece, por el momento, de suficientes estudios explícitos que expliquen completamente la motivación de la participación en estos círculos asociativos virtuales sin jerarquía explícita, así como por los incentivos detallados que impulsan la participación cooperativa en ellos, más allá de las sugerencias de Robert

Page 119

Axelrod162, Thomas C. Schelling, Herbert A. Simon, o más recientemente de Jiang Yang, Xiao Wei, Mark S. Ackerman y Lada A. Adamic163, entre otros autores. Para von Hippel164, por ejemplo, el placer que se obtiene de la resolución de problemas constituye un elemento que debe ser considerado como un valioso incentivo, basándose en los trabajos de Hertel165 y Lakani y Wolf166. Un argumento complementario de interés es el propuesto por Duncan J. Watts, señala el autor: parece [que] una buena estrategia para crear organizaciones que sean capaces de resolver problemas complejos, es formar a los individuos para que respondan a la ambigüedad buscando a través de sus redes sociales, en lugar de obligarles a forjar y participar en herramientas y bases de datos de arquitectura centralizada para la resolución de problemas. La mayor ventaja de este enfoque consiste, según Watts, en que podemos confiar que comprendiendo el modo en que los individuos buscan socialmente, puede ser posible diseñar procedimientos más efectivos por medio de los cuales se puedan formar organizaciones robustas sin que sea preciso especificar, para ello, con precisión los detalles de la arquitectura organizativa

Page 120

misma167. Creemos que las redes sociales serían aquellas redes a las que se parece referir Watts desde un punto vista de análisis económico que es coherente y complementario de lo que se desprende de la investigación en redes como apuntamos anteriormente.

Si como señalara Mancur Olson,168el logro de cualquier meta común o la satisfacción de cualquier interés común significa que se ha proporcionado un bien público o colectivo a un grupo, se podría preguntar qué tipos de bienes colectivos son del interés de los diversos grupos, recordando que tales bienes colectivos no necesariamente tienen que beneficiar a la sociedad en su conjunto, lo que en el ámbito que consideramos, en efecto, no tienen por qué coincidir. Pero, y lo que es más importante, los efectos de los innovadores que difunden o revelan libremente información obtenida privadamente, obtienen, como señala von Hippel169recompensas privadas valiosas, como, por ejemplo beneficiarse del efecto de red asociado a ofrecer un estándar lanzado informalmente pero estratégicamente.

Queremos precisar que cuando hacemos referencia a redes sin jerarquía, pensamos que éstas representan lo que se ha dado en llamar fenómenos emergentes170. Poniendo un ejemplo

Page 121

contraintuitivo171, señalado por Mitchel Resnik172, la mayoría de las bandas de aves no tienen líderes en absoluto. No existe ninguna “ave líder” especial. Más bien, las bandas son un ejemplo de lo que algunas personas llaman “autoorganización”. Cada pájaro en la banda sigue un conjunto de reglas simples y reacciona a los movimientos de los pájaros en el entorno. Los patrones bien organizados de la banda surgen de estas interacciones locales simples. Ninguna de las aves tiene idea del patrón global de la banda. El ave en la delantera no es líder en ningún sentido significativo; sólo se encuentra en ese lugar. La banda se organiza sin un organizador, se coordina sin un coordinador. Las bandas de aves no son los únicos objetos colectivos que funcionan de ese modo. Las colonias de hormigas, el tráfico en las autopistas, la economía de mercado, los sistemas inmunológicos; en todos estos sistemas, los patrones no están determinados por alguna autoridad centralizada sino por interacciones locales entre componentes descentralizados. El orden y la complejidad en éste tipo de redes surgen de procesos descentralizados de variación y selección autónoma. El interés por la descentralización no es nuevo como nos recuerda Resnik, hace más de 200 años Adam Smith produjo un contundente argumento en contra del control gubernamental centralizado de la economía. En La riqueza de las naciones, publicado en 1776, Smith propugnó mer-

Page 122

cados descentralizados como una alternativa más organizada y eficiente al control centralizado. Utilizó la imagen de la “mano invisible” para hacer comprender la idea radical de que el orden económico y la justicia pueden lograrse sin un control centralizado de la economía. Como precisara Hayek173, es imprescindible que, de manera general, se llegue a captar la idea de que el existente orden social no es fruto de proyecto intencionado alguno, sino en gran medida consecuencia de la supervivencia de las más eficaces instituciones sociales, a lo largo de un proceso competitivo, idea para la que la influencia cartesiana ha sido el principal obstáculo para la mejor comprensión de los procesos autoordenadores correspondientes a las estructuras complejas perdurables174.Cuando Hayek hace referencia a la influencia cartesiana se refiere al problema del dualismo sustancial tema que no corresponde abordar aquí pero que ha sido bien estudiado, y en nuestra opinión resuelto correctamente por ejemplo por John
R. Searle.175Creemos muy útiles y explicativas las tesis sostenidas por Michael Polanyi,176acerca de la capacidad que poseen los sistemas en los que las adaptaciones mutuas como forma de control básico o de primer nivel, se ponen en relación con las estructuras de autoridad centralizada. Las primeras pueden condicionar las acciones generales de los participantes en actividades sociales generales sin determinarlas, es decir las primeras serían producto de la interacción pero no de las intenciones humanas, como argumentara Milton Friedman177. Pero, además y lo más

Page 123

relevante es que los sistemas de orden espontaneo muestran una superioridad cuantitativa inmensa con respecto a las segundas. Cuando un sistema de este tipo aumenta de tamaño, el resultado puede ser un aumento casi indefinido de la tasa en que se adaptan las relaciones de cada miembro. Lo que se contrapone notablemente con las condiciones que prevalecen en un sistema de autoridad centralizada, cuyo crecimiento no aumenta materialmente con el número de relaciones por persona que pueden volver a adaptarse por unidad de tiempo.178Lo que parecen sugerir estos nuevos modelos de interacción cooperativa electrónica virtual es que la suposición teórica del “egoísta racional” u homo economicus, como concepto normativo mantenido como presupuesto de numerosos estudios de racionalidad económica,179no parece consistente, ni explica el surgimiento, desarrollo y éxito de los modelos que observamos. Es evidente que las comunicaciones telemáticas han dado origen a modelos cooperativos virtuales, en muchos casos, completamente altruistas –entendiendo aquí el altruismo como la condición en que el bienestar de una persona es una función positiva del bienestar de otra180– de base extensa o descentralizada en los que los fenómenos de liderazgo no necesariamente implican jerarquía, circunstancia sumamente interesante181si bien y como sabemos en las redes sociales la jerarquía es normal que exista lo que no excluye que puedan darse tales tipos de liderazgo en clúster de específicas ti-

Page 124

pologías de redes sociales. Es decir, se trata de modelos de arquitectura poliárquica182tal y como son descritos por Sah y Stiglitz, así como por Tim Wu,183entre otros autores. Cuando decimos que no implican necesariamente jerarquías nos referimos a jerarquías puramente normativas, lo que no excluye, lo que podemos denominar como jerarquías meritocráticas débiles, es decir organizaciones de cooperación basadas en formas de auctoritas, persuasión o influencia entre los participantes que coordinan de esa forma una parte, al menos, de la interacción informal de determinadas redes sociales especializadas, singularmente las científicas y técnicas merced a la disciplina del propio método científico.

Pero, con Umberto Eco, hemos de ser prudentes. En ese sentido, recientemente señalaba el filósofo italiano en relación con Internet y singularmente con las redes sociales que las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR