Priorizar en tiempos de pandemia: la bioética puesta a prueba

AutorManuel Villoria Mendieta
Páginas243-267
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CAPÍTULO 11
PRIORIZAR EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LA
BIOÉTICA PUESTA A PRUEBA
Federico de Montalvo Jääskeläinen
Profesor propio agregado de Derecho constitucional, U. P. Comillas, ICADE
Presidente del Comité de Bioética de España
1. RESUMEN
La pandemia provocada por la enfermedad de covid-19 ha recobrado el
viejo debate acerca de la priorización de los recursos sanitarios, surgiendo al
inicio de aquella lo que puede ser perfectamente tildado de crisis bioética
dentro de la crisis sanitaria, al formularse por algunas sociedades científicas
españolas y extranjeras unas recomendaciones de priorización de pacientes
que discriminan por razón de la edad o la discapacidad. En el marco de dicha
«crisis bioética», el Comité de Bioética de España emitió un informe con el
que se consagra una doctrina sobre la priorización basada en la equidad y la
atención a la vulnerabilidad, que se aparta de los criterios utilitaristas y, en
particular, del relacionado con el valor social de la persona. Una de las bases
de ese criterio alternativo de priorización es el reconocimiento de la igual
dignidad y derechos de las personas con discapacidad, cuestión a la que el
CBE ha dedicado una singular atención en los últimos cinco años.
2. PRIORIZACIÓN Y CASOS DIFÍCILES COMO ELEMENTOS
HABITUALES DE NUESTRO SISTEMA DE SALUD
La priorización fue el primer debate ético de calado de esta crisis sanita-
ria. Incluso, la aparición de dicho debate se produjo de manera abrupta, muy
en los inicios de la pandemia, pudiéndose tildar de verdadera crisis dentro
de la crisis (Del Río et al., 2020: 1-5). Sin perjuicio de ello, es importante
recordar que la priorización no es algo propio de la crisis, sino que es una
característica intrínseca de nuestro modelo sanitario. Incluso podría decirse
que es una de las consecuencias que derivan de sus propias virtudes. La
ÉTICA PÚBLICA EN EL SIGLO XXI
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asignación de recursos sanitarios es inherente a un sistema de salud, como
el nuestro, que es universal (véase, por ejemplo, el triaje en urgencias, las
listas de espera, la lista de espera en el trasplante de órganos o las decisiones
de incluir o no en la cartera de servicios determinados medicamentos o pres-
taciones sanitarias). El todo, para todos, siempre y ya sencillamente no es
posible. Así pues, la priorización de recursos sanitarios es algo que no nos
puede dejar tranquilos, pero que tampoco podemos ver como algo excepcio-
nal, sino sustancial a las propias condiciones del sistema. La lista de espera
quirúrgica, por ejemplo, no es una disfunción del sistema de salud, sino que
deriva de la necesidad de establecer un necesario ajuste entre la oferta y la
demanda (Puyol, 2009: 31). Cuestión distinta es que la gestión de la lista no
responda los principios de justicia o de transparencia, pero eso constituye un
debate distinto al que ahora nos ocupa.
Pese a que la priorización no sea algo extraño al sistema de salud, el
contexto en el que se ha producido la priorización es mucho más trágico que
lo habitual, no solo por la premura con la que debe adoptarse la misma, sino,
sobre todo, por sus consecuencias. La decisión debe adoptarse entre dos
males, es decir, se torna ya no en problemática, sino, más allá, en dilemática,
pero este es precisamente el contexto en el que la reflexión bioética cobra
su plena virtualidad. Y aunque es difícil decidir sobre una distribución de
recursos completamente equitativa, ello no nos debe impedir tomar concien-
cia de que tales circunstancias extraordinarias no pueden abrumar los valores
éticos fundamentales que habitualmente regulan nuestra vida social. Las
necesidades de atención médica, incluso si no existen, no pueden asumir un
peso tan preponderante como para comprimir el núcleo irreductible del dere-
cho a la salud, que constituye un elemento indispensable de la dignidad
humana (DAvack, 2020: 374).
La priorización cobró en la pandemia una extraordinaria relevancia cuan-
titativa y cualitativa, por el número de casos y por las consecuencias funes-
tas que conllevaba la decisión en cada caso. Además, la priorización en el
acceso a los recursos sanitarios se vuelve especialmente compleja cuando se
trata de recursos indivisibles. Los bienes escasos divisibles son aquellos que
por su naturaleza se pueden segmentar y pueden proveer una fracción de su
utilidad original a un grupo de pacientes determinado, por ejemplo, cierta
pastilla de un medicamento se puede cortar en dos y cada paciente solo recibe
la mitad del beneficio terapéutico. Por el contrario, los bienes escasos indi-
visibles, por otra parte, son aquellos que por su naturaleza no se pueden
segmentar y solo un paciente se puede beneficiar de ellos en determinado
momento, como sería una máquina de diálisis o, en el contexto de la pan-
demia, un respirador en UCI.

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