El principio de mérito a la luz de algunos hechos sociales

AutorGarcía Civico, Jesús
CargoUniversitat Jaume I
Páginas191-216

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1. El mérito: una clave en la discusión sobre el impacto de la crisis financiera

Un lustro después del estallido más gráfico de la aún actual crisis financiera y de acuerdo con las percepciones recogidas en distintos barómetros del centro de investigaciones sociológicas (cis) 1 pode-

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mos convenir en que hay en nuestro país una extendida sensación de indignación social, cuando no de escándalo, tanto en lo que toca a la percepción de la injusta distribución de los costes de la crisis (expresada básicamente en la idea de la inequitativa socialización de las pérdidas frente a la anterior privatización de los beneficios 2) y al aumento de las distancias materiales en el seno de la sociedad (el aumento de la desigualdad entre ricos y pobres) como en lo que se refiere a la revelación de numerosos casos de corrupción o de «contaminación de esferas de justicia», por decirlo en los conocidos términos de Michel Walzer 3, que afectan a miembros de una élite empresarial, política y financiera que ocupa la parte más elevada de la estratificación social 4.

Recientes informes de la organización para la cooperación y el desarrollo económico (ocde) dan a conocer datos sobre la baja movilidad social y el paralelo aumento de la brecha económica entre ricos y pobres, cuestión ésta que afecta a la igualdad de oportunidades. También el consejo económico y social (ces) en sus recientes informes sobre la distribución de la renta en nuestro entorno ha evidenciado junto al fenómeno de la cronificación de la pobreza y al

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aumento de las distancias entre ricos y pobres 5, cómo la movilidad social vertical y uno de sus principales corolarios como es la igualdad de oportunidades parecen muy escasas en la mitad y en la zona peor situada de la estratificación social.

En general, aunque no sólo como consecuencia de la crisis, ha aumentado muy significativamente el número de personas que dice haber descendido inmerecidamente de clase social a la vez que cues-tiona, de alguna forma, la legitimidad de la riqueza y del estatus, el carácter justificado o merecido de las grandes fortunas, las posiciones de privilegio y los agraciados estatus socioeconómicos ligados a una élite empresarial, política y financiera salpicada por continuos, indecentes y para algunos ya sistémicos casos de ruptura de las reglas básicas y de los rudimentos elementales del juego: corrupción, especulación, redes clientelares, tráfico de influencias y nepotismo.

Este hecho afecta a una de las piedras angulares no sólo de nuestro sistema económico (una suerte de ataque al sistema desde dentro) sino de nuestro modelo socio-jurídico, una sociedad caracterizada tanto por la división del trabajo y las posibilidades, al menos formales, de movilidad como por la justificación racional de la existencia de grandes desigualdades en su seno: el principio de mérito personal.

El estudio del mérito personal o principio de mérito ocupa en la filosofía moral y política norteamericana un lugar excepcional pero su estudio está menos extendido en europa. Con el término desert se hace referencia en el ámbito anglosajón a la idea de merecimiento individual y aparece como una especie de la categoría o género más amplio de mérito (merit). 6 La fórmula general se expresa usualmente como «a merece X en virtud de y» (A deserves X in virtue of y). Por ejemplo, «a merece una buena nota (X) porque se ha esforzado en estudiar mucho (y)». (y) puede considerarse como la base del mérito, aquí el esfuerzo.

En efecto, cuando nos preguntamos acerca de qué es una sociedad justa o acerca de la justicia de una determinada institución, lo hacemos acerca de la manera en que ésta distribuye la riqueza, las posicio-

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nes sociales, los beneficios y las cargas. La justicia social tiene por objeto la distribución de rentas y de oportunidades (iguales, desiguales, muchas, pocas o ninguna), cargos y posiciones, derechos y obligaciones, privilegios y desventajas, estatus, poder, patrimonio, etc. Es desde ese terreno que podemos entender expresiones sobre atribuciones causales de beneficios como «x no merece el cargo y», o «x gana más de lo que se merece», alusiones a la responsabilidad de una acción «x no ha hecho nada para merecer esto», o en el punto con el que comenzábamos: «los injustos efectos de la crisis financiera» o «el injusto reparto de costes y beneficios de la crisis».

No obstante, se conviene en que la importancia trascendental del mérito reside en que legitima desiguales recompensas económicas ya que en una economía de mercado, al menos en teoría, las persona canalizan distintos desempeños, esfuerzos, inteligencia y aptitudes en trabajos, carreras, profesiones y negocios que dan lugar a distintas recompensas materiales. En cierto sentido es lógica esta preponderancia pues el principio del mérito (desert) funciona como «piedra angular» del propio sistema del capitalismo en su configuración decimonónica. Es decir, en la génesis del liberalismo económico es central la idea de que el individuo, libre de determinaciones estamentales natalicias, mejora su condición o acaba ocupando un lugar particular en la estratificación social de acuerdo a los desempeños personales, al esfuerzo, al distinto valor de sus aportaciones en el mercado, a su capacidad, inteligencia o a su talento. Desde entonces, mérito y mere-cimiento son conceptos que en el ámbito académico aparecen íntimamente ligados a reflexiones valorativas propias del campo de la justicia económica, social o distributiva como parte básica de la más general reflexión sobre la justicia.

2. El principio del mérito: una visión del mundo y de la justicia

Hemos señalado que el mérito es un concepto que ocupa un lugar privilegiado en la filosofía moral y política norteamericana y que aparece al hilo de las reflexiones propias de la justicia económica, social o distributiva. Las ideas de merecimiento (merit) y mérito individual (desert) tienen un anclaje fundamental en la visión del mundo y de la vida que surge en la norteamérica independizada de las trece colonias en coherencia con imágenes de un poderoso imaginario fundacional: individualismo, derecho a la búsqueda de la felicidad, visión de la tierra como tierra de oportunidades y epopeyas de movilidad vertical de acuerdo con la imagen lírica del self made man.

Efectivamente, profundamente arraigada en el «sueño americano», la idea de hombre hecho a sí mismo debe entenderse como un auténtico mito fundacional de la cultura norteamericana. En tanto que mito,

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la adjudicación de su autoría resulta una cuestión perfectamente baladí pero suele incluirse tanto el célebre discurso de Frederic douglas Self made man 7, la no menos célebre y aleccionadora autobiografía de Benjamín Franklin 8 y, de acuerdo con Harold Bloom 9, la obra de ralph Waldo emerson 10 cuyo célebre aforismo la confianza en uno mismo es el primer peldaño para ascender por la escalera del éxito, supone la exaltación entusiasta de un individuo que según emerson debía liberarse de las ataduras físicas (la abolición de la esclavitud fue una de sus grandes causas públicas reprochando al mismo Lincoln su lentitud en este aspecto) y liberarse también del peso del pasado de los maestros, de las organizaciones, de las jerarquías y de las iglesias para acometer la aventura de vivir y la construcción de su genio individual en solitario. La imagen del hombre hecho a sí mismo tanto la de douglas como la de emerson es inusitadamente poderosa y presenta una formidable capacidad de adhesión.

Paralelamente el mérito aflora desde entonces en el terreno norma-tivo, propositivo, especulativo propio de la justicia presentándose hoy en particular en el debate académico de la justicia distributiva a veces de forma central con un estatuto moral en sentido fuerte, por ejemplo en las tesis de cuño comunitarista de alasdair Macintire donde la idea

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de mérito (merit) se vincula al merecimiento personal de acuerdo a concepciones compartidas acerca de lo bueno y lo malo. También ocupa el mérito una posición central en las tesis de Wojzech sadurski en torno a la justicia de las remuneraciones en sentido amplio 11. Otras veces, el mérito en un sentido general como merecimiento (merit) o de forma más particular (desert) es una imprescindible variable a considerar en ese juego especulativo propio de las teorías de la justicia de corte constructivo o procedimental, paradigmáticamente en la de john rawls, donde, como es sabido, las capacidades individuales incluida la inteligencia y la capacidad de esfuerzo de tal o cual sujeto eran englobadas como parte de esa «lotería natural» que influye en la posición, estatus y recompensas económicas que una sociedad puede considerar legítimo redistribuir en nombre de la igualdad incluso si las oportunidades han estado efectiva o sólo formalmente abiertas a todos. Frente a la tesis de rawls uno de los argumentos de robert nozick contra la justicia social redistributiva apela a la idea de mérito (desert) 12.

3. La permanente presencia de la idea de mérito

Las palabras no guardan, celosas, su sentido a lo largo de la historia, y con la palabra mérito ocurre eso precisamente. En otro lugar 13 ya nos dedicamos tanto a presentar la maleable noción de mérito como un...

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