El principio de la escucha

AutorGianfrancesco Zanetti
Páginas65-91
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2. EL PRINCIPIO DE LA ESCUCHA
Conticuere omnes, intentique ora tenebant.
VIRGILIO
1. CAPACIDAD DE ESCUCHA
La tradicional descripción de la concepción aristotélica del
ser humano «animal político» parece poner de relieve un rol
activo: el animal político es el que sabe expresarse racional-
mente, es decir, dar forma a pensamientos racionales que, en
sí, se pueden formular y comunicar. Esta noción evoca en pri-
mer lugar una criatura capaz de usar activamente el logos,
hablando, manipulando lingüísticamente conceptos abstractos
y quizás pronunciando palabras de sabiduría.
En este capítulo, en cambio, se pondrá de relieve, en lugar
del punto de vista del emisor, el rol del receptor de la expresión
racional, es decir, la posición a primera vista pasiva, «recepto-
ra», de quien escucha. Se intentará, en otras palabras, tratar,
aunque de manera provisional y preliminar, las que podrían lla-
marse «capacidades de escucha», es decir, las listening skills. La
idea de fondo es que estas capacidades, estas habilidades, arro-
jan luz sobre aspectos interesantes de la condición humana.
No se trata de una idea nueva, como escribió Jean-François
Lyotard, en un lugar que le gustaba mucho a la llorada Iris
Marion Young:
Gianfrancesco Zanetti
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«For us, a language is first and foremost someone talking.
But there are language games in which the important thing is
to listen, in which the rule deals with audition. Such a game is
the game of the just. And in this game, one speaks only inas-
much as one listens, that is, one speaks as a listener, and not as
an author» 1.
La idea según la cual las habilidades, las capacidades de
escucha también son importantes, forma parte de un conjunto
de intuiciones primarias compartidas: sin ellas, por ejemplo,
no se puede negociar, no se puede tampoco «convertir» una
platónica periagoghe como resultado de una interacción discur-
siva. No es posible cambiar de idea, sino sólo dar la propia.
Forma parte de nuestras experiencias compartidas la desagra-
dable sensación de que «no se nos escucha», mientras no está
tan difundida la conciencia, siquiera ocasional, de que tal vez
no somos lo bastante talentosos en el arte de la escucha.
Estas capacidades de escucha, metafóricamente relaciona-
das con la oreja, no son sólo de tipo técnico (un interlocutor,
por ejemplo, demasiado estúpido, o demasiado cansado, para
entender lo que se le cuenta), pero también moral: el dicho «no
hay peor sordo que el que no quiere oír» parece implicar que
un interés egoísta, o una fijación obstinada, puede eficazmente
inhibir estas capacidades, estas competencias, skills, inhibien-
do un sujeto en el cumplimiento de una función importante de
la interacción humana. En este caso se desarrolla una divergen-
cia entre el valor de las cosas que se dicen y su capacidad de ser
eficaces, por motivos idealmente no relacionados a) con quien
habla o b) con lo que se dice, sino c) con quien (no) escucha.
El término skill, habilidad, quiere poner de relieve la posi-
ción no neutral que se toma en este trabajo sobre el tema.
Inhibir las propias capacidades de escucha, en algunos contex-
tos, puede hacer más eficaz las performances: si tengo que
1 LYOTARD, J.-F., THÉBAUD, J.-L., Just Gaming, Minneapolis, Univer-
sity of Minnesota Press, 1985, pp. 71-72.

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