Principales cuestiones derivadas del desarrollo de la fase asamblearia

AutorJuan Calvo Vérgez
Cargo del AutorProfesor Titular de Derecho Financiero y Tributario, Universidad de Extremadura
Páginas185-231
XIV. PRINCIPALES CUESTIONES DERIVADAS
DEL DESARROLLO DE LA FASE ASAMBLEARIA
El desarrollo de la fase asamblearia constituye el momento cumbre
del ciclo del Presupuesto Participativo, al ser en dicho momento donde se
despliega con mayor fuerza la capacidad implicativa del proceso y donde se
desarrolla efectivamente el principio de democracia directa presente, como
es sabido, en la figura del Presupuesto Participativo.
Tanto la celebración de las Asambleas como el planteamiento de pro-
puestas suponen ya un activo en sí mismo, esto es, un catalizador de ideas
y de relaciones, por cuanto enhebran un proceso participativo, lo que sin
duda contribuye a generar nuevas redes sociales, nuevos canales de comu-
nicación entre actores dentro del municipio. La ciudadanía que acude a las
Asambleas plantea directamente propuestas concretas y no necesidades o
políticas que consideran prioritarias en el Municipio. De acuerdo a está lógi-
ca de funcionamiento, el proceso quizás adolezca de tiempos y de espacios
destinados a una reflexión conjunta previa que permita a los participantes
deliberar acerca de las líneas de actuación pública que deben ser priorita-
rias para, posteriormente, identificar propuestas de acción concretas. Y es
que, a pesar de que la fase de difusión e información persigue, entre otros
fines, provocar dicha reflexión, ésta suele ser una situación frecuente en el
contexto de la fase asamblearia.
En cualquier caso, durante las primeras anualidades del Presupuesto
Participativo se entiende que es tan importante el conocer qué demandas
Juan Calvo Vérgez
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y propuestas son importantes como el habituarse a trabajar y a colaborar
juntos todos los actores. Concretamente resulta necesario hablar, no ya sólo
de necesidades, sino de procesos en los que se formulan dichas necesidades.
Piénsese que, con motivo de la construcción de soluciones sociales, éstas
deben tener, al menos, una doble evaluación. De una parte, precisar hasta
qué punto otorgan respuesta a necesidades presentes en el municipio. Y, de
otra, conocer si el procedimiento que deba seguirse para lograr la solución
autoeduca en un sistema que permite el reconocimiento mutuo. De ahí la
importancia de una percepción positiva de los participantes en torno a la
comprensión del funcionamiento del proceso.
Al margen de reflexionar acerca de la naturaleza y la raíz de las propues-
tas, durante las primeras etapas de desarrollo de la experiencia participativa
puede ser igualmente muy importante trabajar sobre propuestas concretas
reconocidas por todos, existiendo una capacidad de sintonía común y movi-
lización y permitiendo adquirir el hábito de la reflexión y de la deliberación
colectiva.
Hasta la fecha, las cifras de participación existentes en el proceso,
sobre todo en el caso de la población no asociada, permiten cuestionar los
enfoques que proyectan en la ciudadanía altos componentes de desafección
pública y de delegación de las cuestiones que tienen que ver con la gestión
institucional en sus representantes políticos. Habitualmente los partici-
pantes en el proceso participativo poseen una visión no muy optimista de
las reglas del juego político propio de las democracias representativas, si
bien generalmente no cabe hablar de la existencia de desafección política,
entendiendo la política como el conjunto de actividades que tienen que ver
con el bien común.
Pues bien, partiendo del diseño de un espacio participativo como el que
presenta el Presupuesto Participativo, que corre paralelo al tradicional, la
ciudadanía se muestra proclive a desarrollar autónomamente un interés
por lo público (el hecho de acudir a las Asambleas y participar en las prio-
rizaciones constituye una buena muestra de ello), y se reconocen capaces
de incidir en el debate acerca de las orientaciones que deben desarrollar
las instituciones en la gestión del municipio, lo que concede un carácter
pragmático al hecho participativo.
La experiencia de los presupuestos participativos en los entes locales 187
En las Asambleas del Presupuesto Participativo nos hallamos por
tanto ante un perfil de participantes alejado de la dinámica tradicional de
la participación ciudadana, vehículada normalmente a través de órganos
que difícilmente dejan abierta la puerta a la participación de la ciudadanía
a título individual. Este hecho genera incertidumbre en los participantes,
que se asoman a un proceso de participación del que no existen referentes
en el municipio o ciudad de que se trate, planteándoseles la posibilidad de
participar tomando decisiones.
Adicionalmente dicha incertidumbre se proyecta en el ámbito técnico,
ya que este canal de participación ciudadana adopta una lógica distinta a la
de los mecanismos tradicionales de participación, lo que acarrea retos en
la gestión del proceso. E igualmente cabe hablar de la existencia de incer-
tidumbre dentro de un nivel político, en tanto en cuanto la apuesta por un
nuevo modelo de participación presenta, al menos a priori, un resultado
incierto, ya que no se conoce previamente la cantidad de gente que puede
asistir a las Asambleas y qué dinámica se generará en ellas.
Indudablemente, todo este conjunto de cuestiones terminan sacando a
la luz tensiones, resistencias y miedos de la práctica totalidad de los actores
implicados en el proceso. En primer lugar, la representación política percibe
la peligrosidad que supone la premisa de compartir el poder de decisión.
En segundo término, el personal técnico se enfrenta a nuevas lógicas y
mecanismos en la manera de ejecutar sus tareas. Por su parte los colectivos
se cuestionan su papel como elemento interlocutor entre la Administración
y la ciudadanía, replanteándose esta última su lugar en la dinámica de la
democracia. En definitiva, se origina un marco de tensiones y de conflictos
que van aflorando y que no deben de eludirse. Por el contrario, deben cons-
tituir el medio en el que, a través de la comunicación y el consenso, resulte
posible llegar a decisiones compartidas.
Precisamente uno de los temas recurrentes en esta fase asamblearia es
aquel que hace referencia a la participación cuantitativa. Con frecuencia
suele producirse una sensación de ansiedad por parte del equipo de coor-
dinación y de los representantes políticos acerca de cuánta gente irá a las
Asambleas, sobre la premisa de que una participación cuantitativamente
elevada se traducirá en un éxito del proceso.

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