La prevención, la seguridad subjetiva, la convivencia y la gestión del orden público (en sentido amplio) como finalidades principales del modelo

AutorFrancesc Guillén Lasierra
Páginas129-138

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La policía comunitaria sigue siendo una organización que combate la delincuencia, aunque no sea éste su objetivo primero (Feltes, 2001; Ponsaers, 2001). Hay que empezar por aquí para evitar malentendidos. De hecho, si se considera a la Policía Metropolitana de Londres como el origen del modelo, la criminología oficialista inglesa (reiner, 2000, 16-23) siempre ha destacado

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que su fundación se debió a un cierto pánico generado por el incremento de la delincuencia como consecuencia del desorden social creado por los movimientos de población generados por la revolución industrial (Journès, 2003). El renacimiento del modelo en los Estados unidos de américa se debe también, entre otras cosas, a la incapacidad del modelo profesional para contener los crecientes índices de delincuencia. Queda claro, pues, que la policía comunitaria también tiene como finalidad no secundaria la lucha contra el delito. ahora bien, hay que introducir matizaciones relevantes, relacionadas con los fundamentos nucleares del modelo.

Uno de los objetivos centrales del modelo consiste en hacer un uso mínimo de la fuerza (al menos en sus versiones inglesa y europea), con lo que la prevención será vista como objetivo preferente (Feltes, 2014). No sólo porque así se evitan los costes sociales del delito, sino porque se evita el uso de la fuerza, la represión y la imposición de castigos. De hecho, el primero y el último de los principios inspiradores de la Policía Metropolitana establecían la prevención como prioridad de la intervención policial. rezaba el primero «prevenir el delito y el desorden como una alternativa a su represión a través de la fuerza militar y la severidad del castigo legal». En coherencia con este principio una de las primeras instrucciones de la Policía Metropolitana clarificaba este objetivo en el sentido de que la actividad policial tenía que centrarse en llevar a cabo el máximo esfuerzo en sus funciones de vigilancia para convertir en misión imposible la comisión de delitos en su área de actuación (Newburn, 2007, 602). El último principio era, si es posible, todavía más significativo en cuanto a la finalidad de la actividad policial: »el test de la eficiencia policial es la ausencia de crimen y desorden y no la visible evidencia de acción policial en la lucha contra ellos». Es un principio que evidencia sin ninguna duda que el indicador de eficiencia del sistema no son las detenciones o las actuaciones policiales sino la ausencia de crimen y desorden, lo fundamental es el resultado, el servicio público, no la actividad policial, que sólo es un instrumento66. Es decir, este modelo, sin renunciar a la represión de las conductas delictivas, tendrá como prioridad la prevención de la delincuencia. Feltes, Marquardt y Schwarz (2013) explican como a finales del siglo XX la acogida del modelo en alemania se enmarca en la implantación de políticas de prevención de la delincuencia con la creación de los consejos locales y regionales de prevención.

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La importancia dada a la prevención en este modelo facilita que la policía extienda su actuación a etapas muy anteriores a la producción de actos ilícitos. Es en este punto donde aparece la crítica que hace referencia a la posible estigmatización de los destinatarios de programas preventivos cuando se mezclaban justicia social y prevención del delito (con intervención policial). No es infrecuente que en este modelo se acuse a la policía de criminalizar a los colectivos destinatarios de medidas de protección social (de una «colonización de la política social por la política criminal» como afirma Feltes, 2014, 7- citando a Kreissl), ya que la implicación de la policía en programas de prevención que implican también la intervención de los servicios sociales y asistenciales que sirven a sectores marginalizados, frecuentemente no relacionados con la delincuencia (o, al menos, no de manera directa), puede implicar una cierta estigmatización de los colectivos destinatarios de los servicios públicos, a veces localizados espacialmente, circunstancia que puede comportar la estigmatización de barrios o zonas concretas. Es decir, si determinados colectivos son objeto de prestaciones de servicios sociales al margen de los programas de prevención es una cuestión de justicia social, si lo son en el marco de ellos es porque se acepta que sus destinatarios son delincuentes potenciales. La presencia de la policía en ellos puede facilitar esta interpretación. No es una situación que tenga que darse irremediablemente pero que puede tener lugar, y, por tanto, dependiendo del contexto puede ser necesario tenerla en consideración precisamente para evitar que se produzca.

Un segundo fundamento básico a la hora de determinar la finalidad, de hecho la razón de ser del modelo, son los ciudadanos, el público. Las preocupaciones del público constituyen los elementos de referencia para el establecimiento de las prioridades policiales. así, la pequeña delincuencia contra la propiedad que afecta numerosas capas de la población, causándoles cuantiosas molestias en sus actividades cotidianas, ha de ser un objetivo preferente del modelo, aunque se trate de delitos menores sin ningún interés desde el punto de vista de la investigación policial, ya que afecta muy negativamente la calidad de vida de los ciudadanos (curbet, 2009). Es decir, la policía tendrá que emplear recursos para prevenir que este tipo de delincuencia tenga continuidad.

En la misma dirección, si lo que preocupa a los ciudadanos son problemáticas que...

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