Presupuestos metodológicos

AutorAntonio M. García Cuadrado
Cargo del AutorProfesor Titular de Derecho constitucional
Páginas9-58

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1. Presupuestos metodológicos
  1. Necesidad de una introducción metodológica. El estudio de cualquier ciencia debe hacerse necesariamente sobre la base de unos principios metodológicos determinados que no son sino opciones filosóficas previas. No es conveniente, ni siquiera posible, extenderse aquí a explicar tales bases, precisamente por ser filosóficas y no propiamente hablando jurídico-constitucionales; sin embargo, conviene dejar sentadas unas ideas claras acerca de los principios que rigen la disciplina científica que se va a desarrollar, porque, como en todas las ciencias del espíritu y más aún en las ciencias morales, la cuestión del método es capital. Será preciso en momentos posteriores recordar los principios metodológicos que ahora se exponen para que numerosas afirmaciones, e incluso todo el desarrollo argumental de esta obra, encuentren su adecuada justificación.

1.1. El sistema de las ciencias

2. Las ciencias: concepto, diferenciación y relaciones entre ellas. El tipo de conocimiento humano que conocemos con el nombre de conocimiento científico se caracteriza por someter a sistema, metódicamente ordenado, el conjunto de saberes racionales tratando de dar una explicación convincente, exhaustiva y coherente de todo lo que puede ser objeto del conocimiento racional por los hombres1. A lo largo de la historia, y de forma destacada dentro de la civilización occidental desde hace unos 2500 años en la Antigua Grecia, los conocimientos científicos han sido sistematizados y agrupados en

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las distintas ciencias, conservados, transmitidos, permanentemente revisados y perfeccionados de esta forma, de generación en generación. Nos interesan aquí tres aspectos: el concepto de ciencia, los elementos que definen a cada ciencia y la distinguen de las demás y, por último, los tipos de relaciones que existen entre las diversas ciencias.
a) Desde los orígenes de la filosofía griega y sobre todo desde aristótElEs (384-322 a. de C.) se entiende por ciencia el conocimiento cierto y verdadero de las cosas universales por sus causas2. No es pues científico, en sentido estricto, ni el conocimiento probable3, ni el particular no universalizable4, ni el que se limita a preguntar el qué sin investigar el porqué. Una ciencia es pues, en el sentido que aquí interesa, un conjunto sistemático, coherente y completo de conocimientos objetivados referidos a un sector de la realidad conocida, a base de demostrar lo que no es evidente partiendo de lo evidente.

El conocimiento científico no da nada por supuesto, sino que se construye desde unas pocas proposiciones que son evidentes en sí mismas (los axiomas)

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y a partir de ahí va construyendo, a base de demostraciones lógicas, todo el edificio del conocimiento científico; por tanto, toda ciencia consiste en pasar de lo conocido a lo desconocido mediante un proceso que va desde la evidencia de los principios a través de la demostración (apodeixis) hasta las conclusiones. Se parte de lo evidente que no necesita demostración y que no es posible demostrar y desde ahí se va elevando todo un trabado y cada vez más complejo sistema de conocimientos a través de las demostraciones lógicas.

En efecto, el conocimiento científico es por causas, pero hay dos maneras de que una verdad reclame incondicionalmente nuestra adhesión intelectual: o se trata de algo evidente en sí mismo o está convenientemente demostrado. Todas las proposiciones científicas son necesariamente de una de estas dos clases: o son evidentes o han sido demostradas. Más exactamente, toda ciencia parte de verdades evidentes, llamadas axiomas, que todo el mundo acepta y a partir de ahí, mediante los procesos mentales sujetos a las reglas de la lógica, se va construyendo todo un conjunto de demostraciones mediante el análisis o la síntesis, la inducción o la deducción: lo que no es evidente de suyo, debe ser objeto de demostración.

No obstante, los avances científicos pueden hacer que un axioma, considerado evidente durante siglos, sea puesto en tela de juicio e incluso desechado por completo en un momento posterior. Ahora bien, es claro que si todo tuviera que demostrarse, nada podría ser demostrado. Por tanto es preciso partir de algún axioma evidente para comenzar a construir la ciencia. Así lo hicieron los griegos, empezando por la Geometría, especialmente EuclidEs (ca. 325-ca. 265 a. de C.), que hacia el año 300 a. de C. recopiló los teoremas en orden razonable partiendo de los axiomas necesarios. Así construyó la geometría euclídea con tal éxito que su libro de texto permaneció en uso sin apenas modificación durante dos mil años. Sin embargo, también los griegos intentaron hacer lo mismo con las otras ciencias y el resultado fue bien distinto: en Astronomía, por ejemplo, consideraron como axioma, es decir, como una verdad absoluta que no necesita demostración, que la Tierra era inmóvil y el centro del Universo; pero en 1543 Nicolás copérnico (1473-1543) impugnó ese axioma y consideró que el Sol y no la Tierra era el centro del Universo. las modernas teorías astronómicas rechazan también este axioma heliocéntrico y en cambio consideran evidente (un axioma) que el Sol es una estrella más en medio de la galaxia Vía láctea, pero no tenemos seguridad absoluta de que en el futuro, los actuales axiomas sobre la naturaleza del espacio sean considerados por los científicos como evidentes, ni siquiera como aceptables.

Sin embargo, por la relación que existe entre unas ciencias y otras, muchas de ellas, casi todas, parten de axiomas que no son evidentes en sí mismos, sino que han sido previamente demostrados por otra ciencia anterior y que reciben el nombre de postulados (más exactamente “postulados relativos”). Así pues, toda ciencia se construye o sobre unos axiomas evidentes e indemostrables o por unos postulados que son conclusiones de otra ciencia anterior.

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B) Cada ciencia se define por su objeto. Ordinariamente se suele delimitar el campo de cada ciencia atendiendo a su objeto material (la realidad o conjunto de realidades o la materia de estudio, aquello que estudia cada ciencia) y su objeto formal (el aspecto, la propiedad de esa materia que interesa a esa ciencia, el punto de vista o enfoque desde el cual se estudia esa materia).

Sin embargo, a veces es preciso afinar más para evitar equívocos, que en el caso del Derecho son inevitables sin una puntualización: que, en rigor, el objeto de toda ciencia es triple: el “objeto material”, el “objeto formal terminativo” y el “objeto formal motivo”. El objeto material es efectivamente la materia de estudio: todo aquello que cae de alguna manera bajo la consideración de esa ciencia (así, el objeto material de la Biología son los organismos vivientes, el de la Medicina el cuerpo humano y el de la Astronomía los cuerpos celestes). El objeto formal terminativo es el aspecto o perfección que cada ciencia estudia en su materia (el objeto formal de la Biología es la explicación de la estructura y funcionamiento de los seres vivos, el de la Medicina es la obtención de la salud del cuerpo humano enfermo y la preservación de ésta evitando las enfermedades, el de la Astronomía es el de la naturaleza físico-química, la disposición espacial y la evolución de los cuerpos celestes). El objeto formal motivo es la luz o medio por el cual una ciencia considera su objeto formal terminativo (el de la Biología es el análisis empírico de la organización, estructura y comportamiento de los organismos vivientes, el de la Medicina, el efecto que producen en el organismo humano los fármacos o determinadas actuaciones sobre él, el de la Astronomía, la interpretación de los datos transmitidos por instrumentos de observación y medición de los astros)5, El objeto formal motivo está íntimamente relacionado con el método de cada ciencia.

c) Pese a que las necesidades de división del trabajo y de especialización progresiva del conocimiento han llevado a clasificar de forma cada vez más compleja el conjunto de las ciencias, no debe olvidarse que todas ellas constituyen un sistema único en el que los conocimientos se relacionan entre sí y dependen unos de otros. Por ello las diversas ciencias se complementan, se ayudan entre sí o dependen unas de las otras. En concreto pueden distinguirse hasta cuatro tipos de relaciones entre ciencias: las ciencias derivadas, las ciencias subordinadas, las ciencias subalternadas y las ciencias auxiliares. Para lo que aquí interesa, sólo el concepto de ciencia subalternada nos será imprescindible más adelante. la derivación se da cuando una ciencia tiene respecto a otra el mismo o casi idéntico objeto formal, objeto material y método, pero la derivada se dedica al desarrollo pormenorizado de algún aspecto concreto de la superior; así por ejemplo, la Astrofísica es una ciencia derivada de la Física y la Anatomía humana de la Medicina. Son como especificaciones dentro de una ciencia mayor

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de la que apenas se distinguen, salvo en que se construyen con alguna ligera diferencia de objeto o de método.
la subordinación entre dos ciencias se da siempre que una de ellas (llamada “subordinante”) tiene sobre otra (llamada “subordinada”) una posición de superioridad en cuanto a los fines o en cuanto al método, que condiciona el desarrollo de la subordinada en estos dos aspectos. Así, todas las ciencias humanas y sociales están de manera eminente, subordinadas a la ética6y por eso la Psicología, la historia o la Economía no son nunca simples descripciones de cosas o hechos sin valor positivo o negativo propio, como sucede con las ciencias naturales que sí definen lo que es, tal como es y sin la menor preocupación sobre si debería o no ser como es. Incluso aquí, la mera presentación y ordenación de los temas implica opciones éticas.
la subalternación es la forma más fuerte de...

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